Con anterioridad a las recientes elecciones parlamentarias del 4 de diciembre, el Presidente Chávez, ya había llamado con insistencia y vehemencia al pueblo chavista a hacer acto de presencia en forma masiva en las urnas para propinarle una contundente derrota no solo a la menguada oposición, sino también al imperio que amenazaba una vez más con desestabilizar el proceso bolivariano.
No escatimó palabras el Presidente para enfatizar la importancia de esas elecciones y la necesidad de que todos fuéramos a votar, para la defensa de la patria y de la revolución.
A más de una semana de ese evento, examinemos los resultados electorales e intentemos encontrar respuestas que expliquen el por qué de esos resultados. En cifras redondas, hubo unos 3 millones de votos, de los cuales 700.000 fueron votos nulos. Entonces, la votación a favor de los parlamentarios del gobierno escasamente superó los 2 millones de votos. Cabe preguntarse, suponiendo por simplicidad que la oposición obtuvo cero votos, ¿Qué pasó con los 10 millones de votos chavistas, con los que supuestamente cuenta el Presidente para ser reelegido en Diciembre del 2006? ¿Es matemáticamente realista aspirar a esa cifra de votantes en favor del Presidente dentro de un año?
Para el referéndum revocatorio de agosto del 2004, hubo casi 6 millones de votos a favor del Presidente. Suponiendo por simplicidad que esos votos se mantienen intactos, ello significa que existen actualmente 6 millones de chavistas potenciales y que de cada 6 chavistas, sólo 2 acataron el llamado del Presidente de acudir a las urnas. ¿Por qué 4 de cada 6 chavistas decidieron quedarse en sus casas el 4D?
Por supuesto que existen diversas explicaciones, entre las cuales podemos enumerar: el triunfalismo, causado principalmente por la errónea estrategia electoral de aspirar a 10 millones de votos. Ese triunfalismo fue exacerbado aún más por el sorpresivo retiro de la oposición de los comicios. Otra causa posible de la abstención del chavismo fue el desconocimiento de cómo votar con las máquinas electorales, aunado a una ausencia de formación ideológica y al pobre trabajo de captación que realizaron las patrullas electorales y las unidades de batalla electoral.
Un tercer factor que puede explicar la abstención chavista (y que es a nuestro juicio el más importante) es la decepción de grandes contingentes chavistas, para los cuales el proceso no ha llenado sus expectativas de una vida mejor, y para quienes el discurso del Presidente luce contradictorio, repetitivo, más identificado con los pobres de otros países que con los pobres venezolanos, en fin, un discurso agotado que ya no despierta en esos sectores más críticos la emoción ni la devoción de otros tiempos.
Es muy difícil por supuesto evaluar cuántos de los 6 millones de chavistas potenciales no votaron debido a cada una de las causas posibles enumeradas anteriormente. Supongamos que de los 6 millones de chavistas que votaron por el Presidente en el referéndum revocatorio, 2 millones están decepcionados de la conducción del proceso y no cambiarán de opinión, a menos que el gobierno dé un giro de 180 grados en sus políticas. Por lo tanto, el chavismo duro, el emocional, el que siente devoción por el Jefe del Estado independientemente de lo que éste haga, en nuestra opinión no sobrepasa los 4 millones de votos en estos momentos.
Para las elecciones presidenciales del 2006 habrá un universo de votantes de unos 15 millones. Suponiendo que un 20% de ese universo se abstiene, queda una masa votante de unos 12 millones de votos, de los cuales 4 millones son votos chavistas duros. Para ganar la elección, el Presidente debe convencer entonces a unos 3 millones de votantes más, para alcanzar la cifra victoriosa de los 7 millones de votos. Sin embargo, en nuestra opinión, esta última cifra luce cuesta arriba para el gobierno por los siguientes factores:
1. La enorme abstención del 4D ha tenido sin duda un poderoso impacto psicológico en la población que ve que el poder de convocatoria del Presidente se ha visto reducido considerablemente y ya mucha gente piensa que Chávez es derrotable en el 2006 , porque dígase lo que se diga, la abstención revela que no solo la oposición se retiró de la contienda, sino que el grueso de la masa chavista simplemente desacató el llamado del Presidente. Las razones de esa actitud son diversas: triunfalismo, falta de consistencia ideológica en las enormes masas que se benefician con las Misiones, etc., pero también y sobretodo, la ausencia de gran parte de estas masas chavistas de la contienda electoral hay que interpretarla como una manifestación de protesta por la forma como se ha venido conduciendo el proceso y el gobierno, en el cual la participación popular reina por su ausencia, predominando la exclusión y el dedismo, donde se pretende cruzar el río sin llegar al puente y se habla de un Socialismo futuro del Siglo XXI, pero las urgentes carencias, problemas y necesidades cotidianas de la población no se ven satisfechas, sino pospuestas para ser resueltas en un futuro indefinido, sin tomar en cuenta que ya han pasado 7 años de gobierno y todavía no se le ve el queso a la tostada.
Mientras tanto, la Asamblea Nacional sigue cometiendo desafueros y los diputados chavistas, muchos de los cuales fueron reelectos, acaban de aprobar sin chistar la Ley de Presupuesto 2006 y la Ley de endeudamiento 2006 en las cuales se estafa al pueblo venezolano al subestimar escandalósamente los ingresos petroleros para el 2006, colocando el precio del petróleo para el 2006 en 26 dólares el barril, cuando este año no ha bajado de los 46 dólares, todo ello con el avieso propósito de crear un déficit artificial en el presupuesto para así continuar con el endeudamiento del país que ha pasado desde los $28.000 millones en 1998 a $45.000 millones en la actualidad. Y todo ese endeudamiento ha ocurrido en un lapso en que se han gastado ya más de $350.000 millones. Este presupuesto deja la escena preparada para que se proceda a otra devaluación del bolívar para fines del 2006, en el caso de que el Presidente sea reelecto.
Mientras tanto, en 7 años de gobierno no se han construido ni 100.000 viviendas en Venezuela, pero sí hemos construido unas cuantas miles en otros países y comprado más de $1.000 millones de deuda argentina y ecuatoriana (se entiende que por razones de solidaridad, lo cual es plausible, pero al pueblo llano se siente como marginado o en segundo plano porque piensa que primero deben atenderse las necesidades de los venezolanos , que no son menos urgentes que las de estos países).
2. Por tradición, los venezolanos siempre se han inclinado en los procesos electorales por anotarse al ganador. Es decir, al venezolano no le gusta votar por quien pueda tener aura de perdedor. La principal consecuencia de la abstención es que ha puesto al desnudo la vulnerabilidad del Presidente. Si esa percepción de derrotabilidad del Presidente no es cambiada en los próximos meses mediante una acción de gobierno contundente y eficaz, dicha percepción puede convertirse en una tendencia irreversible.
3. Igualmente por tradición, los venezolanos no estamos acostumbrados a gobiernos que se prolonguen por más de 7 años. Al cabo de ese tiempo inevitablemente surge el desgaste. La gente comienza a pensar que 7 años de gobierno son suficientes para que se vean los beneficios de la acción de gobierno en aspectos como: empleo, combate a la inseguridad y a la corrupción, disminución del costo de la vida y de la pobreza crítica, mejora sustancial de la infraestructura vial, incremento apreciable de la construcción de viviendas para las clases más necesitadas, etc. Nos tememos que en estos renglones el balance es negativo. Tan solo en el campo de la salud y educación exhibe el gobierno un récord positivo. Pero nos preguntamos, ¿Son estos logros suficientes para lograr el favor del grueso del electorado?
Concluimos entonces que los resultados del 4 de diciembre fueron una derrota con sabor a triunfo psicológico para la oposición, pero al mismo tiempo fueron una victoria aplastante para el gobierno, pero con sabor a derrota futura si el gobierno no se decide de una vez por todas a dar un giro de 180 grados en sus ejecutorias y desempeño. En diversas oportunidades, los Defensores del bolívar hemos sugerido al gobierno que acometa ciertas tareas impostergables, entre las cuales están el cese del endeudamiento y la revaluación del bolívar como un medio efectivo de reducir la inflación y la pobreza crítica. Hasta ahora no hemos sido escuchados. Urge que el gobierno aplique esas medidas sin dilación. Lo peor que le puede pasar a este proceso es que el pueblo pierda la fe en el mismo. El carisma sólo del Presidente no basta. Hay que hacer mucho más y el tiempo apremia, pues la paciencia del pueblo no es inagotable.
(*) Eudes Vera - Ingº Electricista / Vicepresidente Defensores del bolívar -
Email: eudesvera@cantv.net