Nuevamente un proceso electoral se lleva a cabo en el país. La calma pareciera recorrer las calles de la ciudad, acompañado de un clima de incertidumbre.
La oposición venezolana, luego de ejercer presiones y negociar su participación en los comicios, y logrando que el CNE eliminara el uso de las capta huellas, informa su renuncia chueca, que nada más contó con 10.8 % de candidatos retirados... el resto, parecieran debatirse en un limbo: no se retiran formalmente, pero sus candidatos llaman a no votar
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El efecto nuevamente es mediático. Se supone que con el retiro de “todos los partidos de oposición” el proceso queda deslegitimado, originando de alguna u otra forma una crisis de gobernabilidad que daría paso a pronunciamientos internacionales y nacionales sobre el carácter y la composición de la nueva Asamblea Nacional que se elige. Pero lo cierto, más allá de la cantaleta de los medios, es que sólo un partido pequeño renunció con 100 % de los candidatos. El resto, sólo lo hicieron parcialmente.
Por otra parte, ante una campaña electoral bastante floja por ambas partes, en donde el gobierno lanzó a sus candidatos en bloque, y algunos independientes que decidieron no enmorocharse, logró consolidarse un poco en los últimos días un sentimiento de lucha entre los bolivarianos, pues ante lo que pareciera una pataleta de la oposición, un nuevo intento de desestabilización y de sabotaje al proceso, y un irrespeto a las “reglas de juego” democrático, quienes no estaban muy convencidos de ir a votar, lo decidieron hacer en los últimos días.
Sin embargo, no está de más plantearse el por qué de esta calma en las calles; de la poca afluencia; de la ausencia de fiesta a pesar de la inminente victoria. Quizá también habría que preguntarse cómo se encuentra la representación política del chavismo... cómo se presentan sus líderes, de dónde vienen y qué proponen con respecto al ejercicio y consolidación del poder popular.
Quizá nos encontremos en una crisis del sistema representativo; en una crisis partidista, o en la conformación de una nueva conciencia política que no detiene o refuerza su lucha cotidiana con las coyunturas electorales.
El proceso, la revolución se construye hoy en día en Venezuela por diversos actores, que no son sólo los pertenecientes a los partidos políticos, apoyen estos al chavismo o no. El cambio se está haciendo día a día desde diversas instancias, que en algunos casos van de la mano con lo que propone la estructura, el Estado, el gobierno, y otras veces entra en contradicción.
Si la Asamblea se pinta de Rojo, como confiamos que sea, ojalá que sea apoyada, pero también fuertemente cuestionada y presionada por la organización popular para que podamos cada vez más hablar de democracia participativa, y dejar al fin la representación de un lado.