El análisis post eleccionario de los resultados del proceso en que se eligieron a los miembros de la Asamblea Nacional, transitan por lugares comunes, tanto desde las filas de la oposición como de la revolución.
La oposición pretende que la abstención es casi un hecho inédito en Venezuela, que ilegitimaría los resultados, ocultando hechos históricos irrefutables: la elevada abstención tradicional en Venezuela, como en todos los países de América Latina; y, que dignatarios elegidos y reconocidos como legítimos obtuvieron porcentajes mucho menores que los impugnados. El presidente Leoni, por ejemplo, fue electo con menos del 10 por ciento, con el 9.9 por ciento para ser exactos, sin embargo de lo cual su legitimidad no fue cuestionada.
Otros analistas, desde la oposición, en un acto de audacia sin límites, califican la abstención como producto de su acción desesperada, del retiro parcial de sus candidatos, ante una derrota más que anunciada. No obstante ello, califican la abstención como un triunfo de sus inexistentes fuerzas.
La oposición más avezada adjudica la histórica abstención como producto de un supuesto rechazo ciudadano ante una, igualmente, supuesta falta de transparencia, en proyección sicológica de sus actitudes pasadas cuando eran poder, esperanzados en que les acompañe una suerte de amnesia colectiva. Amnesia sobre el pasado reciente que recuerda que el Consejo Nacional Electoral satisfizo todas sus demandas, hasta el punto que manifestaron su satisfacción y acuerdo para participar en las elecciones, como lo confirmaron los observadores de la OEA en comunicado público.
Desde las filas de la Revolución Bolivariana de Venezuela, los analistas no son menos superficiales al tratar de explicar el por qué del mantenimiento de los altos índices de abstención, cuando los logros de la Revolución Bolivariana de Venezuela son indudables, como lo es también el innegable carisma y liderazgo del presidente Hugo Chávez Frías.
Transitan, desde argumentar con los “palos de agua”, como en el decir venezolano se conocen a las tormentosas lluvias caribeñas, hasta demandar, ubicándose en la cancha de juego trazada por la oposición, legitimidad de los diputados electos, sobre la base de similares abstenciones del pasado.
No apuntan a lo medular, a lo sustantivo desde la perspectiva del proceso de transición de la Revolución Bolivariana de Venezuela: la falta de democracia en la elección de los candidatos, designados desde las cúpulas y no desde las bases, por consulta popular como corresponde, como lo exige la construcción de una democracia socialista.
Por ello no reconocen ni pueden aceptar, que la abstención responde a la falta de comprometimiento de las bases con los candidatos -a varios de los cuales rechazan abiertamente-, porque el conocimiento de los mismos se limita a ocasionales apariciones públicas, la mayor de las veces a través de los medios de comunicación social, en las cuales se reducen a declarar su adhesión al proyecto revolucionario y al Presidente Chávez, lo que no crea afectos reales como la participación durante el día a día, en el codo acodo con el pueblo.
El rechazo, por cierto, tiene sustento objetivo, real, el compromiso de las bases, del pueblo llano con la Revolución Bolivariana de Venezuela, por lo que no son indiferentes a la inmadurez de aquellos cuya mayor virtud es ir de una “metedura de pata” a otra. No son indiferentes a esos atisbos de fascismo de quien reclama, en posición brutal e ignominiosa, represión para los funcionarios públicos que no acudan a votar, o sanciones para dignatarios por razones genito afectivas.
Es que no son indiferentes, no pueden serlo cuando reconocen la proliferación de “rábanos”, rojos sólo en el vestir y decir. No pueden ser ante la propuesta de reelección de huérfanos de ideas que sólo aportan a la asamblea nacional con su presencia.
Y si todo ello no fuese suficiente para generar abstención, el pueblo no es indiferente ante la actividad militante, revolucionaria del Presidente Chávez quien, en preclaro entendimiento y actitud revolucionaria limita su sueldo, mientras que candidatos a la reelección, en posición contraria a la actitud revolucionaria presidencial e incluso contra expresos mandatos legales, acudieron a recovecos, resquicios para que sus sueldos globales superen con creces al del Presidente de la República,
La solución a la abstención pasa entonces por la instauración de la mayor democracia posible durante la selección de candidatos, como filtro indispensable de todas las necedades, de la arrogancia, de la insinceridad, de la falsa proclama de adhesión. Como pasa también por el estudio de la posibilidad de modificar la forma actual de selección de los candidatos, para que ésta se suceda por decisión sucesiva desde la comunidad hasta el nivel al que deben representar. Entonces, sólo entonces, serán del pueblo los candidatos por los cuales serán convocados a votar.
Otra alternativa a estudiar para ampliar la democracia es modificar la composición de la Asamblea Nacional, mediante el incremento de los representantes funcionales elegidos por las organizaciones de base, otra de las fuentes del verdadero poder y de un más amplio ejercicio democrático.
Las propuestas, por otra parte, terminarían con la capacidad de maniobra de los minúsculos “cogollos”(la elite) de los partidos de oposición que pretenden negar, por sí y ante sí, el derecho de los venezolanos a votar.
Las solas proclamas, incluso la del “volcarse hacia los sectores sociales”, no bastará para eliminar futuras abstenciones. Ello sólo será posible cuando los candidatos surjan del seno del pueblo, sean producto de la decisión de aquel, en práctica de un profundo proceso democrático y revolucionario.
Caracas 6 de diciembre del 2005-12-06
* Economista ecuatoriano. Master en Ciencias
Autor de varios libros.