Luego del triunfo del Presidente Hugo Chávez en los comicios parlamentarios el domingo, Venezuela recompone hoy su política interna con la incógnita del papel futuro de una oposición autoexcluida del sistema electoral.
La retirada de varios de los partidos opositores de las elecciones abrió las puertas para que el Bloque del Cambio -integrado por partidos que respaldan a Chávez- ganaran la totalidad de la Asamblea Nacional.
Al margen de que el intento de boicot electoral se sustentó en una maniobra opositora para evitar una derrota previsible, la conformación de la Asamblea Nacional que tomará posesión el 5 de enero próximo abre una etapa diferente para la política nacional.
De un lado los partidos representados en el órgano legislativo se han propuesto ya trabajar por una mayor participación política de la población, en lo que han definido como la construcción de un verdadero Poder Popular.
Del otro está por aclarar qué camino tomará la oposición entre las opciones de diálogo o confrontación, y gestión dentro del contexto democrático o actitud golpista.
Al día siguiente de las elecciones el canciller Alí Rodríguez invitó a la oposición a "un diálogo real", aunque los primeros indicios no parecen indicar una disposición de ese sector a sentarse a la mesa de negociaciones.
Con las declaraciones descalificadoras que siguieron a los comicios, los líderes opositores se ubican en un plano diferente al que Rodríguez considera importante para establecer un diálogo: "las minorías no pueden imponerle a la mayoría su voluntad".
El partido socialcristiano COPEI, por medio de su secretario general, César Pérez, anunció que buscará ante los tribunales la nulidad de las elecciones del domingo, posición que no augura una disposición al diálogo.
Asimismo el secretario general de Acción Democrática (AD), Henry Ramos, anunció que su partido no participará en los comicios presidenciales de 2006 si se mantiene la actual directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Si se tiene en cuenta que el CNE es nombrado por una Asamblea Nacional que AD pretende desconocer, es fácil prever que tampoco participará en comicios con nuevas autoridades electorales.
Por los primeros indicios, existe un alejamiento entre las posiciones de esta oposición tradicional de derecha de lo que las autoridades piden a los partidos que no están representados en el Parlamento.
"La oposición no puede ser simplemente negadora, se necesita que haga proposiciones, que plantee alternativas, que hablen de cómo debe ser la política petrolera, cómo debe ser la política agraria, o la política industrial", ha expresado Rodríguez.
El canciller venezolano aseguró que existe disposición a dialogar con la oposición y auguró encuentros con sectores dispuestos a ejercer democráticamente su legítimo derecho opositor.
Ese criterio se empareja en términos políticos con la posición oficial de que la gobernabilidad no depende del volumen de la oposición sino del apoyo del pueblo, que en el caso venezolano se ha consolidado a partir de 2002 con la derrota del golpe de estado.
De la decisión que tomen los partidos opositores no sólo dependerá en alguna medida la tranquilidad política de Venezuela, sino también el futuro de esas agrupaciones, colocadas por su dirigencia y el empuje de Chávez al borde de la extinción.