La Revolución Bolivariana está asediada interna e internacionalmente. La
guerra de pueblo contra pueblo que planificaron los gringos no termina de
concretarse, pero las acciones criminales y la violencia toma un auge
preocupante. En el exterior la imagen que se proyecta es la de un país
destrozado, con hambruna, fuera de control y con un gobierno rechazado
por la inmensa mayoría.
Es sobre este último aspecto que quisiéramos hacer una reflexión con la
esperanza de que el ejecutivo nacional, por lo menos la considere. Es
cierto que sobre el tema hemos escrito en un par de oportunidades y que
el gobierno nacional hizo un intento por moverse en la dirección que
propusimos, pero obviamente (visto los resultados) no fueron suficientes
las acciones tomadas.
Comencemos por preguntarnos lo siguiente: ¿Cuáles son los medios
nacionales e internacionales que más atacan a Venezuela y mayor
disociación y odio generan en una parte del pueblo venezolano? ¿Está el
gobierno venezolano en capacidad de poner en práctica un sistema de
suministro de señal televisiva que deje de lado a los canales de
televisión que tanto daño hacen a la salud mental de millones? ¿Existe la
posibilidad de crear una parrilla de canales que resulte atractiva para
el público y que cumpla con la condición de dejar por fuera a los canales
enemigos de la Revolución Bolivariana? ¿Es o no democrática esta
propuesta?
La primera pregunta tiene por respuesta CNN, Fox, Globovisión y algunos
canales colombianos y españoles. Las respuestas a las otras preguntas son
el centro de nuestra propuesta.
Ya tenemos un sistema satelital de señal televisiva que administra CANTV,
allí está la solución del problema. Hagamos una inversión importante para
que llegue a todos los hogares venezolanos con una parrilla que sea
atractiva a la mayoría, a un costo que motive a dejar de lado Directv y
las cableras y que no incluya a esos canales enemigos.
¿Cuánto cobra una cablera y cuánto Directv? Si cobráramos la mitad y
diseñáramos una parrilla atractiva para el público, de seguro captamos el
80% de la teleaudiencia, liberándola de ese opio comunicacional que los
mantiene enfermos de odio y viviendo una realidad distorsionada.
¿Es democrática esta propuesta? Su puesta en práctica representa el
derecho social y económico de CANTV a vender televisión al precio que
considere conveniente y con los canales de su interés. Para nada atenta
contra los derechos de las televisoras enemigas y no afecta su derecho a
opinar y comunicar.
En resumen, los pondríamos a pedir cacao con sus propias armas: el
mercantilismo, la competencia y la publicidad.