He leído la cantidad de artículos que los aporreadores han publicado para desmontar las irresponsables afirmaciones del señor Heinz Dieterich. Las mismas me confirman que las provocaciones de este caballero no lograrán erosionar la convicción que tenemos los revolucionarios y chavistas venezolanos de llevar esta revolución hasta el final. Basta con lo escrito por el compatriota Raúl Bracho para calibrar, por un lado nuestra fortaleza y por el otro, la catadura moral de este “teórico del socialismo del siglo XXI”, explorar sus posibles motivaciones de atacar la memoria del camarada Chávez, al presidente Maduro y demás líderes de este proceso y los objetivos que persigue con sus ponzoñosos artículos.
El señor compota cae como anillo al dedo para drenar nuestra molestia por las mentiras que pueden urdirse en función de sembrar las dudas entre los chavistas para que nos dispersemos, para que nos desmoralicemos y bajemos la guardia, para convencernos del inevitable derrumbe de la revolución bolivariana, para que creamos que nuestro intento de construir un país libre y soberano ya no es posible. Ya para nadie es un secreto que este señor intenta contrabandearnos un discurso que es un menjurje indigesto, una papilla condimentada con términos académicos para hacerlo aparecer como muy científico, logrando solo evidenciar el aborrecimiento que profesa a Chávez y al pueblo venezolano.
Que nos mantengamos prestos a la defensa de nuestro proceso no solo está bien, si no que es imprescindible y este portal lo hace posible como pocos, pero considero que nuestros mejores esfuerzos deben estar dirigidos a las definiciones necesarias, a la clarificación de nuestros objetivos, al ajuste preciso de nuestro quehacer cotidiano. Si no, seguiremos manejándonos de forma ambigua, entre dos aguas, cubriendo las apariencias, utilizando el silencio cómplice de quien observa y calla para no complicarse, de quien utiliza la crítica como arma de destrucción y no como herramienta revolucionaria para la superación de errores y en consecuencia profundizar el proceso.
Nos desgastamos desenmascarando a quien ya no tiene disfraz alguno. Acaso nuestros esfuerzos deben consumirse con cualquiera de los que desde el exterior enfila todos sus recursos para desprestigiarnos. Debemos responder acaso a cada una de las provocaciones de un Noriega, Kerry, Santos, Obama o cuanto payaso como el Martinelli enfila contra nuestro país siguiendo el guión trazado por el Departamento de Estado gringo.
Acaso no nos hemos dado cuenta de lo que por este portal se dice diariamente en contra del presidente Maduro. El compota vaticina el derrumbe de la Revolución Bolivariana por ineptitud de nuestros dirigentes, pero en nuestro país y por este medio se vaticina lo mismo pero por TRAICIÓN de Maduro al legado de Chávez.
¿No nos parece esta acusación más grave que las que hace el alemán de marras? No se entienda que estoy haciendo un llamado a la censura, jamás. De mi parte sería necio echar sombra sobre la sin igual libertad de expresión conquistada por esta revolución –además de la presunción que significa el querer dictarle normas al portal que hace posible la libertad plena de expresar nuestras ideas- y cada quien tiene el derecho a ejercer esa libertad como mejor quiera y pueda, siempre y cuando se atenga a las consecuencias que eso trae consigo.
Pero la comunidad aporreadora, los que hacemos uso de este espacio para el debate, ¿estamos de acuerdo con que se diga que Maduro es un “pequeño burgués”, “entreguista”, “traidor”, y demás descalificaciones y criterios que solo alimentan el odio y el discurso de quienes adversan nuestro proceso revolucionario? Para qué replicar los “sesudos” y “científicos” análisis de Dieterich cuando por aquí se publican textos con similares críticas pero señalando razones bastardas y concientes de “restauración capitalista”. Por qué no asumir con responsabilidad nuestras convicciones y decir si estamos de acuerdo o no con tales aseveraciones. Escribo esto y recuerdo a quien echo sobre sus hombros toda la responsabilidad de un golpe y se gano con ello el corazón de un pueblo.
Me pregunto cuánto de cierto habrá en la consigna: “Yo soy Chávez”
jutor2000@gmail.com