El imperialismo yanqui no tiene amigos sino intereses; la amistad es una circunstancia. Su lógica diplomática se basa en dos preguntas: ¿Qué tienes? ¿Qué necesito?
Algunas necesidades del imperialismo son: energéticas (petróleo), recursos naturales, materias primas, dominio territorial foráneo para sus bases militares, gobiernos lacayos, etc.
Los países enemigos serán: forajidos o terroristas, pertenecientes al eje del mal y, en consecuencia, expuestos a ser invadidos en cualquier momento.
El imperialismo se erigió como policía del mundo y para ello cuenta con tres grandes poderes: el poder militar industrial, el financiero y el mediático.
Los países aliados -sumisos- al imperialismo, gozaran de total impunidad y los movimientos pro-imperialistas o fascistas serán tratados como estudiantes indefensos y sus acciones violentas, serán llamadas resistencia pacífica.
Para el imperialismo el poder y la sumisión, son las bases en las que se sustentan las “buenas relaciones”. La igualdad, la independencia y la autodeterminación de los pueblos, son detalles que no encajan en los modelos de modernidad y la globalización.
El poder hegemónico del imperialismo se soporta en primera instancia en el control de la mente de los pueblos y para ello debe dominar –como efectivamente lo hace- la “industria” del entretenimiento, la cultura, la información y la del contenido, con que se nutren las 3 anteriores.
Todas las agresiones del imperialismo se planifican con la “filosofía” que inspiró la serie de espionaje “Misión imposible”: que para las personas no autorizadas no exista evidencia de la responsabilidad del gobierno imperialista y si se descubren puedan ser negados convincentemente.
El imperialismo comprobó con la “guerra fría”, que: el socialismo se gana o se pierde en la cabeza de los pueblos.