La gran ausencia

“Guacharaquia es de pinga,

to’el mundo aquie’cha vaina y nadie le para bolas.

¡Eh, eh ah!..y nadie le para bolas.”

(Su Majestad Er Conde del Guácharo)


Pese a la presunción de buena fe que pueda asumirse sobre la iniciativa de diálogo nacional materializada en la ya famosa Conferencia permanente por la Paz, en lo político y económico respectivamente, tanto por parte de los convocantes como de los convocados, y las diferentes variantes de dicha conferencia que se han instalado en otras entidades del país para profundizar la evidente necesidad de acuerdo entre las partes en conflicto, han dejado de lado la observación del problema desde lo cultural. La visión cultural de la actual crisis es la gran ausente.

Si el dicho de la sabiduría popular reza que “el que se fue no hace falta, hace falta el que vendrá”, ¿qué pudiéramos decir del que ni siquiera ha ido? O más aún del que va y viene cual columpio, un rato delante y otro atrás. Pero, de todas maneras rosas, ya que, ante la inminente polarización social por lo político y lo económico, que bien es cierto abarrotan la agenda de diálogo, el comportamiento, la conducta, las significaciones y los constructos que se suscitan en esta coyuntura, reflejan la verdadera dimensión de lo cultural en virtud de lo que nos estamos dando como vías para la solución de los conflictos.

Lo cultural, en este caso no es lo que alude a lo artístico-creativo como producto del intelecto humano para el disfrute estético, para la generación de identidad o consumo. Lo cultural en este caso referido es lo conductual, comunicacional, simbólico, semántico y generador de sentido que se encierra en el pensar y el hacer de hoy. Cuanto más se transmita, se auspicie, se nutra, se asuma y se instaure, mayor dimensión en lo cultural tendrá. Verbigracia:

1.) Lo “cultural” desde lo artístico-creativo no es el teje y maneje que tienen los grupos de artistas faranduleros de lado y lado, que han asumido las redes sociales y espacios del “show business” para hacer un “show por la paz”. Los artistas, escritores, actores, cantantes, poetas, intelectuales pueden y deben bajo la óptica de una función social del arte, contribuir al diálogo y a la solución de los conflictos, pues su condición ciudadana lo permite. Eso sí, no son más actores, más cantantes o más escritores por profesar con mayor vehemencia su credo político. En todas las instancias del Estado urge redefinir el concepto y visión de lo cultural. Habrá acuerdos, pactos, treguas, pero no cambios si los apegos políticos partidistas ensombrecen y asfixian los pequeños espacios para entendernos, comprendernos, reconocernos, más allá del discurso.

2. Necesitamos producir, autoabastecernos, eliminar las importaciones, apoyar el “Hecho en Venezuela”. Perfecto. ¿Quién impulsará la campaña para consumir nuestros productos? ¿Quién propiciará el “cambio cultural de consumo”? ¿Quién va defender el arroz con pollo ante los nuggets? O la roja de Heinz por la roja Los tomaticos felices. ¿Qué economista pudiera explicarnos por qué se dejó el café y el cacao por el petróleo y el gas? ¿Qué elementos habrían para asumir que este “repentino querer/deber producir” no será abandonado? Esto por hablar de bienes y servicios de consumo. Si de producir se trata: ¿Qué pudiéramos decir de la producción de conocimiento para el desarrollo? Abarrotadas las bibliotecas de tesis “a un mismo tenor y efecto” de nuestra u, u, universidad, e institucionalizada la cultura de pagar para pasar, para graduarse, o para que otro investigue. Es más fácil “comprar conocimiento” que producirlo. ¿Verdad? A un estudiante lo legitima su compromiso con el producir conocimiento.

3. Alcaldes se plantean municipios “ideales”. Por fin llegan al coroto. Pero hoy, en una “visión cultural política y ciudadana ideal”, creo yo, la basura no se recoge, se evita recoger o se recoge si conviene o no, porque ahora la basura es insumo capital para la producción de anarquía y desorden. ¿Es que acaso los derechos y deberes ciudadanos son más poderosos o importantes dependiendo de la opción política que se escoja? ¿Es más derecho ensuciar, obstaculizar, desordenar, anarquizar que transitar libremente, caminar por calles limpias y respirar aire fresco desde el porche o balcón? ¿La crítica no era que sus adversarios políticos gobiernan para una parte nada más? Vieja y desvirtuada “cultura de hacer política.” Otros piden “hacer política de altura.” Hágala y veremos cuán alta es.

¿Cuáles son los elementos que definen nuestra condición cultural por reconocimiento de lo propio y cuáles por lo impuesto o lo transcultural?

“¡Eh, eh, ah!.. Y nadie le para bolas.”


belcantolirico@gmail.com







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Oswaldo Rodríguez


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