Acabo de leer un artículo del camarada Juan Veroes donde le pide al Presidente que deje aislada y sin asistencia esa zona “liberada” que crearon los guarimberos en la ciudad de Mérida, reduciéndola a zona de desastre. No creo que ese sea el camino, por el contrario, lo que se debe hacer es reurbanizarla, como hizo Medina con el El Silencio, convirtiéndola en un hermoso barrio obrero.
En ese mismo sentido pienso que es totalmente pertinente, desde el punto de vista urbano y social, que se proceda a expropiar el enorme terreno que, desde hace años, tiene engordando la CAF en la zona sur de la plaza Altamira. Allí se debería construir unos bloques residenciales para el pueblo llano, de baja altura sobre la Francisco de Miranda (que pueden ir creciendo a medida que se alejan de ese frente), de gran calidad arquitectónica y constructiva, que formen patios internos arbolados, con sótanos de estacionamientos y que desarrollen en sus plantas bajas actividades de pequeños comerciantes y de servicios a la comunidad.
Algunos dirán que semejante propuesta es una provocación, los que así piensan sólo pueden ser aquellos que creen que la segregación es un derecho, que la ciudad tiene que tener zonas de exclusión social, que los pobres no pueden vivir cerca de los ricos porque son chusmas. A esos que así piensan no hay que hacerles el menor caso, los pobres son ellos.
Tal acción conlleva, además, una moraleja: cada vez que la oposición golpista intente avanzar hay que derrotarlos, hacerlos retroceder y ocuparles los territorios que dominaban.