Al gobierno de los Estados Unidos no le quedó otro camino que aceptar la existencia de cárceles secretas y centros de tortura de la CIA, que lo muestran como culpable de crímenes de lesa humanidad.
Para mantener esa red de terrorismo de Estado, la Casa Blanca cuenta con la complicidad de mandatarios europeos, afiliados al argumento de la "lucha contra el terrorismo", con la que se ha puesto en peligro la paz mundial, sólo para aumentar las ganancias de la industria del armamento y de la guerra.
El diario "The Washington Post", uno de los más influyentes del periodismo norteamericano, es, de nuevo, el autor de una crónica que deja al descubierto los planes criminales del gobierno de los EE UU.
Mientras la pobreza crece dentro de la población estadounidense, la Casa Blanca aumentó en dos veces y media el presupuesto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).
De tal manera, la capacidad operativa de la CIA creció con el establecimiento de nuevas formas clandestinas, pago de sobornos, vuelos secretos y agentes encubiertos en Europa y América Latina, contratados entre otros fines para crear redes desestabilizadoras contra gobiernos democráticos, que no están comiendo del cuento del TLC, de la lucha antiterrorista y otras bandideces ya conocidas.
El costo político de esta práctica ilegal del gobierno norteamericano será muy alto para Bush y sus asesores, confundidos por la racha de golpes certeros de la heroica resistencia iraquí, de donde no podrán salir sino derrotados.
El cinismo de la camarilla gobernante de EE UU no tiene límites y ahora intenta desviar la atención de la opinión internacional, amenazando a Venezuela, México, Costa Rica, Paraguay, Brasil, Perú y Ecuador con suspenderles la ayuda económica, por no proteger a soldados y funcionarios norteamericanos de la acción de la Corte Penal Internacional.
Bush quiere más impunidad de la que tiene, pero su pretensión se estrella con la prensa responsable de su propio país y con las redes internacionales de medios alternativos que lo señalan con el dedo acusador de la justicia, que algún día prevalecerá por encima de sus embustes.
La investigación del periodismo independiente está conduciendo a aclarar que la CIA está trabajando en Europa con el respaldo de gobiernos a los que también se les pedirán cuentas.
Así como no firmó el protocolo de Kyoto sobre protección del medioambiente, la Casa Blanca quiere tener una patente sin fronteras para acallar a los movimientos sociales antiglobalización, que se oponen a sus proyectos de recolonización y de usurpación de recursos naturales y humanos.
Hay un nuevo rumbo en la situación latinoamericana y tercermundista contra el entreguismo de las castas criollas de gobernantes sin propuestas sociales como la que manda en Colombia.
El empantanamiento de su TLC demuestra que el camino de la denuncia y la movilización popular es correcto. Se trata de un despertar de los pueblos después de más de treinta años de sus "planes cóndor", de asesinos y de camarillas de militares hoy en aprietos, precisamente por la tenacidad de la denuncia.
Esa misma denuncia internacional permite establecer, con cierta tristeza, que 2005 pasará a la historia como otro año más de violaciones de los Derechos Humanos, por la acción del imperialismo y de sus aliados de la guerra.