La deuda ecológica también existe, afecta a los países más pobres,
apenas se comienza a hablar de ella y pesa tanto como la deuda
financiera que asfixia, arruina y frustra el desarrollo de los pueblos.
La
mayor parte de la deuda ecológica es causada sobre la capacidad
productiva de campos, granjas, hortalizas, acuíferos, ríos, mares y
ciénagas que constituyen la fuente de la soberanía alimentaria de un
país, parte de la propia seguridad nacional.
Los grandes
consorcios de la construcción inmobiliaria, por ejemplo, actúan sin
control en las ciudades, en nombre de un dudoso progreso para minorías
pudientes y rellenan cuerpos de agua para robar espacios donde levantar
propiedades especulativas que el sistema neoliberal acolita.
Los
pesticidas y experimentos agroquímicos no consultan intereses de las
comunidades y con asombrosa frecuencia, convierten en desiertos
despoblados lo que antes eran tierras promisorias y productivas.
En
mayo de 2008 se hará en Lima, Perú, la III Cumbre Birregional
Europa-América Latina-El Caribe y allí mismo sesionará el Tribunal
Permanente de Los Pueblos, que juzgará el papel de las empresas
transnacionales en el impacto en esta región, las instituciones
internacionales que las financian y las clases dominantes locales que
se benefician y legitiman su actuar.
Unión Fenosa, Suez,
Repsol, Telefónica, Endesa, BBVA y Banco Santander, serán entre otras
las que estarán en el banquillo por el saqueo, la depredación,
apropiación y contaminación de los recursos, riquezas, tierras y vidas
en latinoamérica.
El Presidente de Nicaragua, Daniel
Ortega, definió a Unión Fenosa, en entrevista concedida a Cristiano
Morsolin de Argenpress: "es una estructura mafiosa, tácticas
gangsteriles dentro de la economía global de las que son víctimas
nuestros países por culpa de los gobiernos peleles".
Más
recientemente, la Canciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa incluyó
en su agenda de política exterior el reconocimiento de Ecuador "como
país acreedor de la deuda ecológica", pensando en los movimientos
sociales interesados en la construcción de una sociedad justa, libre y
democrática.
El vertiginoso aumento de los precios de los
alimentos se debe a que buena parte de la producción está destinándose
a extraer agrocombustibles, y los mercados están siendo manejados por
la Organización Mundial del Comercio OMC, en esta nueva amenazadora y
demencial iniciativa capitalista dirigida a que la agricultura mueva
automóviles y las personas sean llevadas a la desnutrición.
Ya
vemos los periódicos voceros de las pequeñas burguesías corruptas
titulando: "se acabó la era de la comida barata", con el mayor
descaro. La demanda actual de maíz para producir etanol es ya del 10%
del consumo mundial.
La
organización mundial "Vía Campesina" estima que para proteger las
necesidades vitales, los puestos de trabajo, la salud y el
medio ambiente, la alimentación debe permanecer en las manos de los
pequeños campesinos sostenibles y no bajo el control de las grandes
compañías de agronegocios o de cadenas de supermercados.
El
argumento de fondo contra los depredadores transnacionales, causantes
de la deuda ecológica y de los altos costos de los alimentos, consiste
en defender a toda costa la comida, como la más importante fuente de
energía del mundo.