Los medios informativos al servicio del poder avasallador del imperialismo norteamericano, están empeñados en demostrar que Venezuela desarrolla una carrera armamentista.
El diario El Tiempo, hoy con un poder omnímodo dentro del gobierno colombiano, con Vicepresidente propio y pronto con Ministro de Defensa, transformado en una auténtica multinacional de la información, es la punta de lanza de la ofensiva mediática contra el proceso revolucionario, en plena marcha en la patria de Bolívar.
El país más amenazado por el poderío militar más grande de los últimos cien años es Venezuela.
Basta recordar el golpe frustrado por el pueblo contra el Presidente Chávez, el carácter sanguinario de la operación financiada por EE UU, que incluía el fusilamiento del Jefe del Estado en la isla de La Orchila, y el aniquilamiento físico de los principales dirigentes de la Revolución Bolivariana.
Dentro del presupuesto imperial está invadir Venezuela, pero antes los EE UU desarrollan una ofensiva mediática, desestabilizadora del gobierno de Chávez, con la colaboración de agentes internos y externos bien pagados.
Los EE UU pueden comprar complicidad, como sucede con el Reino Unido, Rumania, España, Irlanda, Grecia, Alemania y la República Checa, que se vendaron los ojos para no ver los vuelos que usó la Agencia Central de Inteligencia CIA, para transportar prisioneros a Guantánamo y a otros centros de tortura.
De igual forma, tienen gobiernos que se prestan para desbalancear la información sobre el proyecto social y los cambios favorables al pueblo, introducidos por la Revolución Bolivariana de Venezuela.
También es carrera armamentista entonces el "Plan Patriota" y su río de dólares en armas que invierte el gobierno colombiano, sin escrúpulo alguno por el hambre, el desarraigo de más de 2 millones de desplazados, la desnutrición infantil y la muerte de los pobres en las puertas de los hospitales cerrados.
El imperialismo, empantanado en una guerra que está perdiendo, quiso convertir en victoria la muerte de un dirigente de la resistencia iraquí, trató en forma inútil de ocultar la cifra de las 2.500 bajas de sus soldados y de evitar que el mundo se enterara del vil asesinato de una familia indefensa en un suburbio de Bagdad.
Senadores norteamericanos, incluidos varios del partido del Presidente, se pronunciaron de manera vehemente por el desangre humano y económico de un conflicto creado sólo para el pillaje de una pandilla ávida de petróleo robado.
Hace muy bien Venezuela en tomar en serio las amenazas militares de los EE UU, porque son un hecho cierto. La historia tiene ejemplos suficientes del cinismo y de la falta de escrúpulos con que se maneja la política exterior desde la Casa Blanca.
La acción armada de la resistencia iraquí aumentará, y los pueblos latinoamericanos se preparan para derrotar cualquier aventura militar de EE UU en este continente.