Una campaña mundial de denuncia está en plena marcha, contra la que ha sido calificada como "La mentira del Agua Embotellada".
Una
firma poderosa de los Estados Unidos, embotelladora de gaseosas y de
agua, fue llevada por la vía legal a aceptar que está usando "agua del
grifo", o de la pluma, como decimos los costeños, para rotularla y
ponerla en los estantes de tiendas y supermercados.
Las
cabezas de esta oportuna denuncia, son la Corporate Accountability
International, CAI, con Gigi Kellet y el periodista independiente
Michael Blanding.
Nueva York es la ciudad donde la campaña
es más fuerte, de grandes proporciones y en todos los niveles sociales
para que las familias tomen agua de la pluma.
Una reciente
conferencia de alcaldes de Nueva York aprobó una declaración que
destaca "la importancia del agua municipal" e invita a reflexionar
sobre el terrible impacto de las botellas plásticas en los basureros de
las ciudades, incluidas las pequeñas, sitiadas por enormes colinas de
envases tirados de manera irracional.
El
Alcalde de San Francisco, California, Gavin Newson, es otro de los que
se suma a la lucha contra "La Mentira del Agua Embotellada" y acaba de
prohibir la compra por departamentos de la ciudad de "cualquier tipo de
agua embotellada utilizando dinero municipal".
En EE UU,
cada día van al basurero 60 millones de botellas plásticas, la mayoría
no alcanza a ser reciclada y por el contrario, van a dar a arroyos y
manantiales que sufren una grave contaminación química y visual.
Por
año, EE UU gasta 20 millones de barriles de petróleo para producir el
plástico usado en la fabricación de botellas para agua. (Pacific
Institute).
La campaña contra el agua embotellada tiene un
argumento económico irrebatible: medio litro de agua embotellada, en
una tienda de Tucson, cuesta US 1.39. La botella contiene agua
purificada del acueducto de Tucson. Del grifo se pueden extraer más de
24 litros por un centavo. Eso hace que el agua embotellada cueste 7.000
veces más, a pesar de que la embotelladora usa la misma fuente de
agua". (Pacific Institute)
Blanding
es autor del artículo "The Bottled Water Lie", que se convirtió en el
evangelio de los ambientalistas que luchan contra esa gran estafa del
capitalismo mundial.
En el fondo, la campaña busca devolver
la confianza de la gente en los sistemas públicos de agua. Justo es
reconocer que Cartagena tiene un agua por tuberías de excelente
calidad, reconocida hace muchos años, por su pureza y buen sabor.
Los
clientes de restaurantes no están obligados a consumir agua embotellada
y tienen todo el derecho a pedir agua del grifo, para defenderse del
engaño.
En latinoamérica grandes embotelladoras se
apropian de zonas naturales con sistemas hidrográficos que son agotados
dejando a su paso desabastecimiento donde se requiere el líquido para
la agricultura.
El consumo de agua embotellada es hoy una
moda, una obsesión demencial entre clases altas y medias, inclinadas a
un exhibicionismo tonto, que les produce una efímera sensación de
seguridad.
El agua embotellada convirtió el simple acto de saciar la sed, en una pose de ignorantes y figurones de supermercados.