Un tema que ha sido analizado con poco éxito es el relativo a las causas que llevaron al “socialismo real”, a ser incapaz de desarrollar sus fuerzas productivas por encima del crecimiento capitalista de las mismas. El problema es muy complejo y multicausal, aunque dos situaciones, a nuestro modo de ver, serían las principales responsables de que la economía socialista no alcanzara a competir, ni siquiera en igualdad de condiciones, con la economía capitalista.
En primer lugar, la maquinaria de producción socialista nunca estuvo en manos de quienes supuestamente eran sus propietarios: los obreros y demás trabajadores de las mismas. Su administración estuvo en manos del Estado socialista, quien las administró a través gerentes o administradores, en definitiva burócratas, quienes no tenían ningún interés personal importante, que los motivara fuertemente en la labor a desarrollar. Estos burócratas se dedicaron simplemente a cumplir con la misión encomendada, sin nunca sentir como propia la empresa administrada y sin tener tampoco una motivación ideológica importante, como para estimularlos en relación con la mejora permanente de la eficiencia y la eficacia en el trabajo.
Por su parte, los trabajadores tampoco sentían a las industrias como suyas y su participación en los comités de empresas fue secuestrada por los funcionarios del partido, por lo que su motivación hacia el trabajo y su continuo mejoramiento era reducida y estuvo siempre por debajo de la motivación de los obreros del capitalismo quienes, además de las recompensas recibidas de acuerdo a su productividad, están presionados por las sanciones que acarrea la ineficiencia y el incumplimiento laboral, entre ellas la desocupación, la cual es una situación inexistente y absurda en el socialismo. De hecho, el gobierno soviético instauró distinto tipo de recompensas en función de la productividad de sus fábricas, como una respuesta, también muy burocrática, a las insuficiencias y desmotivaciones observadas.
Estos dos elementos fueron decisivos en la falta de crecimiento suficiente de las fuerzas productivas socialistas y pueden explicar, incluso, por qué muchas empresas del Estado o de otros organismos oficiales, dentro del capitalismo mismo, tienen una menor productividad que empresas capitalistas similares en manos de sus propietarios.
Últimas Noticias, pp 40, 21-12-2005, Caracas.