Es imposible dejar de comentar lo acontecido con el “alquita”, esa variante de convenios económico que el torpe y errático gobierno del fascista Bush ha implementado con naciones latinoamericanas y caribeñas, ante el ostensible fracaso del proyecto macro que acaba de recibir en Mar del Plata, Argentina, la más estruendosa y brutal de las derrotas al no poder pasar en la Conferencia de las Américas el contrabando del ALCA ni su pretendida cayapa contra Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, preconizada por Canadá, México y Panamá.
Las dimensiones del escándalo político que se deriva de la ruptura –así sea temporal– de las negociaciones de los países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN, por sus siglas en español): Colombia, Perú y Ecuador, con el gobierno norteamericano para “amarrar” tratados bilaterales de libre comercio o “alquitas” como la bautizó el Presidente Chávez, son de pronóstico reservado.
Precisamente los gobiernos de esos tres países se coaligaron hace muy pocas semanas en la Cumbre de las Américas, para forzar desesperadamente la aprobación unánime del ALCA y no lo lograron, entre otras causas porque las cuatro naciones que se oponen al ALCA tienen un claro sentido nacional –y naturalmente antimperialista– del que carecen no sólo los gobernantes de Colombia, Ecuador y Perú, sino también las clases y grupos dominantes, las oligarquías o burguesías donde el sector importador y financiero predomina sobre los sectores industriales y agro industriales, y ni se diga de la mediana y pequeña empresa.
El discurso vanguardista de Chávez contra el ALCA –fue el precursor de la lucha contra ese proyecto-engendro colonialista neoliberal que planteó Bush en la anterior Cumbre de la Américas del año 2000, donde predijo su derrota antes de nacer en enero de 2005– creó las condiciones para que no naciera y alertó a los sectores populares, a las vanguardias de la izquierda y grupos nacional burgueses de las naciones del MERCOSUR y Venezuela para enfrentar las maniobras imperiales, como en efecto ha ocurrido.
El Gobierno de Venezuela, en audaz –y hasta temeraria– política exterior, planteó como alternativa la creación del ALBA, pero fue más allá de la propuesta política, en estrecha y fructífera alianza con Cuba, sentó las bases concretas para su construcción en los dos países, con políticas binacionales de alto vuelo. Intercambios comerciales, planes sociales como las Misiones de inéditos alcances y enormes beneficios para millones de seres excluidos, convenios petrolíferos y energéticos, planes educativos.
Y utilizando el petróleo como instrumento para la integración, la Revolución Bolivariana extendió su mano solidaria a los países del Caribe, agobiados por la pobreza y sin recursos para obtener petróleo, con la creación de Petro Caribe, inesperada fórmula mágica que atenúa crisis y estallidos sociales, hambrunas y muertes en cada uno de esos países.
Pero no se quedó allí el gobierno venezolano, profundizó alianzas de gran envergadura con Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, mientras el proyecto ALCA zozobraba y crecía el su rechazo unánime en el seno de cada uno de esos países, porque de aprobarse en las condiciones que aspiraba el gobierno norteamericano, sus economías se derrumbarían ante la imposibilidad de competir con la norteamericana.
Los triunfos políticos de Lula, Quirchner, Tabaré sin duda que aceleraron las posiciones anti neoliberales y de rechazo al ALCA en cada uno de esas naciones, –de por sí rechazados y combatidos por los pueblos– y Chávez y Venezuela fueron ganando terreno paulatinamente y consolidando alianzas que se expresaban en una consigna muy amplia como es la integración latinoamericana, más concretamente, de Sur América.
Todos recordarán que al terminar la Cumbre y ante las posiciones de Colombia, Ecuador y Perú, de suscribir los acuerdos con el imperialismo yanqui, alianzas bilaterales de libre mercado, Venezuela planteó la salida de Venezuela de la CAN por ya carecer de sentido compartir con países que tienen una línea económica contraria a los intereses de Venezuela. Esa decisión estremeció las economías de esos tres países que nunca imaginaron que Venezuela se pudiera retirar de la CAN, y los conflictos Inter burgueses se radicalizaron, pues la decisión unilateral del gobierno venezolano –el país energético más poderoso de la Comunidad– afectaba profundamente los múltiples acuerdos alcanzados entre los gobiernos y los sectores empresariales.
Pero la procesión iba por dentro. Las antagónicas contradicciones entre los tres países sureños y el gobierno yanqui afloraron sólo después de la cumbre, los gobiernos y las oligarquías colombiana, ecuatoriana y peruana las mantuvieron ocultas para tratar de amarrar la aprobación del ALCA en la Cumbre. Ellos fueron a ésta con cartas marcadas, con el acuerdo previo amarrado con el gobierno de Bush, y la puta de Fox y el gobiernito de Panamá haciendo las tareas más sucias. A ninguno sorprendió la propuesta de Panamá, la propuesta del fascista Uribe sólo buscaba ganar tiempo y congraciarse con Venezuela.
Los titubeantes y serviles gobiernos de las tres importantes naciones sudamericanas tuvieron que cargar con el peso de su derrota en la Cumbre –porque sin dudas lo fueron– para terminar enfrentándose a los negociadores del imperio que pedían el oro y el moro. Por ejemplo Colombia dio por terminadas las negociaciones del TLC con USA, ya que el paquete global que Norteamérica propuso no satisfizo los intereses colombianos. No pudo firmarse “rapidito” el tratado, como anunció Uribe, y su ministro de Agricultura señaló que “la poca oferta norteamericana en materia sensibles para el campo colombiano, no se corresponde con la oferta generosa que hemos hecho en la apertura de mercados de frutas, hortalizas y cigarrillos, entre otros productos”. Colombia acusó a los Estados Unidos de carecer de posturas flexibles en temas sensibles a esa nación. A duras penas un Uribe embarcado en una reelección fratricida, de dudosa victoria, cree a estas alturas que el TLC sea una oportunidad para la lucha contra la pobreza, que abra la posibilidad de empleos, defienda a las empresas y dé mejores alternativas a los consumidores. USA les pidió todo a cambio de nada, es decir, el más burdo colonialismo. El encuentro de Uribe con Chávez luce más como una tabla salvadora y una velada amenaza a su aliado: Bush.
Por su parte Ecuador suspendió las negociaciones y siguió Perú. ¿Qué pasó? Que la vida, los hechos le dieron la razón a Chávez cuando criticaba el ALCA como el peor de los pactos para nuestros pueblos y naciones, por la asimetría de sus economías. ¿Qué consecuencias traerá esa derrota de los gobiernos y oligarquías que apostaron hasta a su madre al TLC y al borde del abismo frenan cuando “descubren” las verdaderas intenciones del imperialismo?
Luce más como una victoria de los pueblos, de las vanguardias revolucionarias que enfrentaron siempre el neoliberalismo y al ALCA o su variante el TLC, que presionaron a los grupos dominantes y los obligaron, finalmente, a no entregar aún más sus países. Amanecerá y veremos cambios acelerados esos países en un tiempo no muy largo. En todos esos países habrá elecciones en el 2006, y en Bolivia este 2005.
(caracola@cantv.net)