Engañifa de los energéticos naturales

El trabajo aplicado bajo cualesquiera relaciones de explotación está presente como un todo uniformante, y particularmente en el modo de vida burgués, en cada materia prima, en la cuota de amortización de maquinarias, alquileres y equipos, de materias auxiliares, etc. Y tal fenómeno de extensibilidad de costes es normal y razonablemente compatible ante situaciones de escasez y de abundancia.

Sin embargo, cuando dones naturales como el petróleo, un energético multimilenariamente formado y en cuyo precio físico sólo pueden figurar con propiedad los costes de prospección, extracción, transporte y administración, si algún Estado, como Venezuela, termina lucrándose con él, como si se tratara de minerales, digamos oro, plata o afines, entonces, a mayor precio recibido, ciertamente mayores riesgos de que sus alzas se le devuelvan negativamente, habida cuenta de que el petróleo como energético figura en todos los procesos productivos mundiales, de manera que las mercancías en general son portadoras genuinas de todos los movimientos alcistas de precios, y, asimétricamente, no en los movimientos bajistas ya que en Economía suele privar la ley del la Histéresis de los costes, según la cual los precios ya elevados. elevados se quedan y si bajan lo harán a una razón menor que la que mantuvieron cuando estaban en alza.

Esos argumentos han dado pie a los negadores de las alzas del precio del petróleo, y al perjuicio involucrado en la supuesta abundancia o indigesta de dólares que por ese concepto Venezuela ha tenido desde que arrancó esta forma de de obtener ingresos presupuestarios extralaborales, ingresos no provenientes netamente del trabajo humano, sino, precisamente, de dones naturales cono el caso tratado de este energético tan mal distribuido, planetariamente hablando.

De resultas, mientras mayores sean los ingresos petroleros obtenidos, por causa de mayores precios, innegablemente más costosa se nos hace la vida en términos de las importaciones que hagamos y de los mismos bienes domésticamente dependientes de dicho energético natural.

Entonces, tenemos un problema dialéctico que resolver, al margen de consideraciones estrictamente económicas. Pensamos que la solución debe ser asumida por un Estado fuertemente intervencionista, fuertemente frenador y regulador de los precios, un Estado regulador del mercado, tanto de bienes nacionalmente producidos como de los importados. De tal manera que las alzas del petróleo no puedan ser libremente trasladadas a los costos de producción de ninguna mercancía, particularmente si tales alzas petroleras han respondido fuertemente a negociaciones especulativas del mismo mercado y de los mismos especuladores que suelen desquitarse con creces las mejoras en los precios que a duras penas logra Venezuela arrancarles a los verdaderos dueños del petróleo, una vez que es extraído, es decir, a los intermediarios de toda uña.

Porque, mientras no se ejerza ese control intervencionista del Estado, las alzas y bonanzas de ingresos petroleros por mejores precios son y se traducen infaliblemente en una engañifa económica donde los trabajadores siempre llevarán la peor parte.




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Manuel C. Martínez M.


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