Una mirada desde El Trigal

Desde el 12 de febrero fecha histórica de conmemoración y recuerdo de la gesta de José Félix Ribas, se ha desatado una campaña de desestabilización y terror que tiene como objetivo derrocar al gobierno legítimo y constitucional del Presidente Nicolás Maduro.

Venezuela ha sido sometida a una intensa campaña de desprestigio internacional apoyada en la transnacional de la Comunicación como CNN y los grupos de la ultra derecha fascista a lo interno y apostados desde Miami junto con el apoyo del gobierno de EEUU. Ha sido la continuación de una operación de guerra psicológica emprendida desde el año 2000 y que tiene como objetivo central desmoralizar a las fuerzas revolucionarias, erosionar la base de sustentación social y popular del Gobierno Bolivariano, generar el caos y la desesperanza en amplios sectores de la clase media, que sometidos a una intensa exposición mediática de desinformación, tergiversación y manipulación de la vida social y cotidiana, exacerbando lo más primitivo del sentimiento humano como es el egoísmo y el individualismo, de allí, que estos sectores constituyen el sector más vulnerable de ese proceso caracterizado por los que algunos expertos han denominado la infofrenia.

Una mirada de los acontecimientos acaecidos en el país en las últimas doce semanas ponen evidencia dos países, por una parte, de 335 municipios, solo en 18 se han presentado disturbios, con el saldo de heridos y muertos que todos conocemos y por la otra una país entregado al trabajo productivo, dedicada a las tareas diarias y cotidianas en el campo y las ciudades. Sin embargo, no podemos obviar la circunstancia de que en las urbanizaciones de la clase media venezolana se experimenta una situación que es necesario estudiar y es que la actitud y las acciones de violencia emprendida por estos sectores apoyados en grupos de asalto contra sus propios vecinos y contra las instalaciones públicas y privadas, no se corresponde con las consignas de paz y libertad que dicen defender, de allí, la gran contradicción de estos sectores que mantienen secuestrados e impedidos de movilizarse incluso a un sector de la población, también opositora, lo que refleja el talante autoritario, antidemocrático y fascista de estos grupos financiados por la ultraderecha venezolana y el imperialismo Estadounidense.

Es patético observar las consignas en afiches y pancartas en las principales avenidas del norte de valencia, “defendamos la libertad”, contra la dictadora de Maduro, no descanses, luchemos pacíficamente “ “contra la inseguridad” “Contra la Violencia” y esto en medio de barricadas construidas con escombros, artefactos electrodomésticos, basura, con árboles talados, y toda clase de parapetos que posibiliten obstaculizar el libre tránsito, una verdadera locura. La irracionalidad y el desenfreno violento se ha apoderado de estos compatriotas, se autolaceran, se autosecuestran, queman su entorno, dañan el medio ambiente, agreden a transeúntes, destruyen parques y plazas, todo en nombre de la libertad, de la paz y la justicia. En consecuencia, podemos decir que estos conceptos, para ellos, carecen de sentido y significado, por cuanto su accionar es todo lo contrario a lo que propugnan.

Las palabras y las cosas en su mundo de violencia, odio y racismo tienen otro significado, es lógica envolvente que los lleva a una desconexión con el mundo real, con el mundo físico, y se superpone una realidad virtual que es mediada no por lo sensorial, sino por el mundo de las redes sociales, la mediación está determinada por la virtualidad que es intemporal, desterritorrializada y descontextualizada, por ello, vemos como se exacerba el odio presentando escenas de masacres ocurridas en otros espacios, e incluso dirigidas por los EEUU y colocadas como si se produjeran en Venezuela, y esos sectores asumen la imagen y los hechos como reales sin ningún esfuerzo de interpretación.

Podemos decir que esta mirada desde urbanizaciones como las ubicadas en el norte de valencia, es la de una clase media que se desconecto del mundo real-contextual y que actúa en función de la reproducción de los intereses más retrógrados del espectro político venezolano, en definitiva, la realidad real y verdadera es que están al servicio de intereses foráneos de la reproducción del capitalismo global que en los actuales momentos experimenta una crisis sistémica de proporciones gigantescas.

sociologo44@hotmail.com


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Armando Álvarez Lugo

Dr. Antropología Social. Universidad de Barcelona/España. Sociólogo/UCV, Docente Doctorado de Ciencias Sociales /UC, Profesor Titular /Universidad de Carabobo

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