Las redes sociales se han convertido en un espacio ideal para la oposición en Venezuela donde el tratamiento de temas importantes como la política o la economía son banalizados hasta los límites de la imbecilidad. Los memes sustituyen con toda su carga simbólica la expresividad de las palabras y de los textos. Como lo señaló en su oportunidad el sociólogo polaco, Zygmunt Bauman, las redes son espacios donde no hay interacción social la cual es sustituida por relaciones virtuales donde el uso de las redes no es para ampliar sus horizontes, sino para encerrarse en sus zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, indicador del total desprecio por lo diferente, con lo cual no hay debate, no hay racionalidad argumentativa, sino que se recurre a la descalificación o la exclusión. Propiciándose de esta manera la intolerancia y el desconocimiento de la pluralidad y diversidad como valores sustantivos de la condición humana.
En los últimos años, en lo que respecta a Venezuela, se observa cada vez más, como un conjunto de usuarios y usuarias, generalmente opositores/as, participan en las redes, con la única y exclusiva intención de difamar o criticar destructivamente a cualquier persona, dirigente político o social, institución pública o privada sin ninguna argumentación ni sustentación fáctica, es lo que algunos psicólogos han denominado los cínicos hostiles, estas personas se conocen con el nombre de HATERS un anglicismo para caracterizar a estos individuos cuyas prácticas, en las redes, se destacan por los improperios, insultos, descalificaciones y críticas a todo lo que sea distinto a su cuadro axiológico o perceptivo, que no respaldan con argumentaciones sus posiciones, que desprecian las argumentaciones de los demás participantes de los grupos o redes en los cuales están incluidos, son repetidores de oficio, aunque se puede observar esa conducta en otros grupos políticos y sociales, son practicas más recurrentes en los llamados en el argot popular como "escuálidos". Estos inundan las redes con las mismas ideas-propaganda sustentadas en cuatro fenómenos o patologías psicológicas como son la retrospección idílica, el declinismo, la disonancia cognitiva y la disociación psicótica. Sus mensajes están marcados por estos cuatro elementos donde hay una idealización del pasado, una culpabilización de todo lo malo al gobierno y un pesimismo patológico que le impide diferenciar lo real de lo imaginario, incapaz de reconocer la manipulación montada por los aparatos mediáticos globales o locales, denotándose una clara tendencia a confundir alucinaciones, deseos y fantasías con la realidad real. Es necesario destacar que no estamos obviando los errores, omisiones y todas las debilidades y deficiencias que pueden ser imputables a la gestión gubernamental, de allí, que el desconocer esta realidad supone que también desde los grupos afectos al gobierno pudiéramos encontrar este tipo de conductas acríticas y fundamentalistas en la defensa a ultranza de la gestión gubernamental, no obstante, si se hace una revisión de las redes sociales como Twitter, Instagram o los grupos de WhatsApp estas prácticas son más evidentes en los grupos opositores por el acceso a los grupos mediáticos globales y su conexión con los factores oposicionistas en América latina y en particular en Venezuela.
En los últimos meses, quizás por las medidas de distanciamiento social, y la serie de eventos sucedidos en el transcurso de la cuarentena, relacionadas con la incursión fallida de los grupos de mercenarios contratados por el mequetrefe autoproclamado, el intento de fuga del penal en estado portuguesa y la incursión de grupos de paramilitares en petare articulados con el hampa común, se ha identificado, por los memes, mensajes en twitter y en otras redes sociales, un nuevo patrón de comportamiento en la oposición venezolana denominado hibristofilia o síndrome de Bonnie y Clyde, la cual supone una atracción sexual hacia las personas que cometen delito o transgreden de manera violenta el orden, véanse los mensajes en defensa de wilexis y compañia, con lo cual se le agrega una nueva patología, al cuadro antes descrito, de este sector de la sociedad venezolana, donde su liderazgo y afinidades están inmersos en la sordidez y la inmundicia que ha rodeado, hasta el presente, a la ultraderecha venezolana y sus incautos, y no tan incautos seguidores. Se impone la mentira, la irracionalidad, lo inverosímil en el ejercicio de la política, y las redes como un espacio donde, hasta ahora, no hay intersticio para profundizar sobre la realidad real y la diversidad de problemas concretos y reales que nos afectan cotidianamente, por consiguiente, derrotar la banalidad y la imbecilidad que impera en las redes sociales es un tarea urgente y necesaria. Su potencialidad es infinita.