Los graves problemas económicos que estamos padeciendo los venezolanos son sin duda alguna el resultado de una visión muy primitiva de las leyes que rigen la economía mundial y el infantilismo de creer que esas leyes pueden ser obviadas o ignoradas por políticas económicas foquistas respaldadas en el modelo del capitalismo rentístico del estado venezolano. El resultado son millones de dólares perdidos en proyectos no sustentables con la realidad económica mundial ni local y un aparato productivo declinante, tanto público como privado. La renacionalización de Sidor y la nacionalización de las empresas de cemento del país son un costoso ejemplo de esto, bajo la excusa de que no abastecían el marcado nacional, se procedió a lo saudita, expropiando estas empresas hoy sumidas en una hipercorrupción e ineficiencia descomunales, cuando lo coherente hubiese sido prohibirles las exportaciones hasta que el estado considerara abastecido el mercado interno, es decir lo que pudo resolverse con un oficio que no costaba un dólar terminó costándonos miles de millones de dólares y hoy tenemos el peor problema de desabastecimiento, sumado a la caída brutal de los techos de producción de cemento y cabillas, con las mafias políticas y militares que controlan y especulan la venta en el mercado real.
Ese infantilismo económico es el que privó para mantener congelado el cambio del dólar durante 5 años a 2,15 Bs/$, 4 años el de 4,30 y el de 6,30 que duró 2 años en una economía altamente inflacionaria. Un estudiante de nuestras escuelas de economía del 4o semestre sabe que eso es una locura que termina acabando con la producción nacional por el encarecimiento de los insumos y la mano de obra y apalancando la agricultura de puertos, donde hacemos más ricos y generamos empleos en Argentina, Brasil, Uruguay, pagando en dólares mientras empobrecemos la producción nacional. Igual resultado tenemos con la producción industrial, tal como lo revelan las dolorosas cifras del Banco Central de Venezuela, cruda realidad develada en un libro del economista Víctor Alvarez que fue premiado en el país:” Venezuela, Hacia Donde Va el Modelo Productivo”.
Lo peor es que la justificación para mantener esas tasas de cambio fijas es que abaratarían los costos de los alimentos, pero el control de cambios ha demostrado ser terriblemente ineficiente en esto, la inflación en alimentos, según el BCV, el año pasado cerró en 79%. Por otra parte, si bien es cierto que el dólar Sicad 2 a 50 Bs/$ es muy costoso, el del Sicad 1 a 11 Bs/$ es muy barato y más temprano que tarde la realidad económica nos obligará a la unificación de esta tasa alrededor de los 25 o 30 Bs/$ y a un control cambiario mas eficiente y realista si queremos aportar por soluciones en esta coyuntura donde nuestro principal enemigo es la escasez y la improductividad.
Ya es tiempo de dejar este infantilismo económico y plantearnos una política económica y fiscal que apalanque el aparato productivo nacional, que permita generar los bienes y servicios que requiere nuestra población y transitar en paz el camino de la construcción del Socialismo Bolivariano, ético y productivo.