«¿Viste el doble de Chávez?» —se está preguntando la gente en la calle. En efecto, anda un doble del comandante Chávez por ahí, en las aceras, cruzando los rayados, merodeando, dejándose fotografiar con quien se atreve o con los salidos, los asomados, haciendo llorar al más pintado. Hasta en la marcha del 1° de MAYO 2014 se atrevió a acercarse a la tarima y a pedidos de mucha gente lo subieron y se dio su “baño de pueblo”.
¿Quién es este doble de Chávez? ¿De dónde sale? ¿Se parece en realidad al comandante Chávez? ¿Cuál es su motivación? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Es un espontaneo o lo apoya algún grupo? ¿Quién lo promueve?
La noción del doble es tan antigua como el mismo ser humano. Edgar Morin lo somete a destacado estudio en su significativo libro “El Hombre y la Muerte”. Este investigador francés explaya su visión desde la misma ancestralidad del ser humano y el indicio llega hasta (o emerge desde) los mismos ritos iniciáticos. Aún hoy en los pueblos indígenas, los elegidos para ser shamanes o amautas, se enfrentan y deben vencer a todas sus otredades que son monstruos malignos habidos dentro de sí. Estos son los primeros indicios del doble. Una de las dimensiones que encuentra el ser humano para sobrellevar la precariedad de la vida y confrontar la muerte es proyectando un doble.
Los seres humanos encontramos un sí mismo con quien dialogar y configuramos a alguien (otro) para aliviar la inmensa soledad que nos aqueja y a la vez, para allanar la separatidad de la cual nos habla el psicoanalista alemán Erich Fromm en su libro «El Arte de Amar». En su cuento «El Otro», el argentino J. L. Borges dice a su doble: «Mi sueño ha durado ya setenta años. Al fin y al cabo, al recordarse, no hay persona que no se encuentre consigo misma. Es lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos». Aunque limitada por su noción individualista, Borges nos deja la importante imagen de «recordarnos» para garantizar nuestra mismidad en el esfuerzo de «ser dos». El doble que configuramos de los otros, en realidad es una proyección de nosotros mismos. Cuando nos comunicamos con los otros, alimentamos sus dobles que hemos proyectado.
En lo elemental, los seres humanos nos hacemos el imaginario de un doble para resguardar la memoria de los otros, de quienes queremos. Cuando no están las personas reales proyectamos sus dobles, de allí que la realidad esté cruzada por múltiples dobles que salen de nuestro imaginario y dinamizan nuestras relaciones e integraciones. A toda persona le son proyectados tantos dobles como relaciones tiene con los otros y a sí mismo proyecta los suyos de igual manera, pues se trata de una manifestación de otredad, además, el doble es inmaterial, es metafísico, por lo que tiende a ser esa anti-materia que describen algunos físicos de la cuántica.
Sin embargo, la prioridad de proyectar los dobles es tenerlos presentes (en presencia); cuando las personas viven es para dialogar con ellos de múltiples formas sin que estén presentes, para atraerlos, y cuando mueren es para resguardarlos (mantenerlos vivos) en la memoria. Borges vuelve a colocarnos una clave importante de su “otro” en esta respuesta a sí mismo: «¿Cómo anda su memoria? —Comprendí que para un muchacho que no había cumplido veinte años; un hombre de más de setenta era casi un muerto. Le contesté: —Suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan». Nótese cómo Borges emparenta al doble con la memoria, con la edad y con la muerte cuando dice: «casi un muerto». Esa es la tarea del doble: garantizarnos la memoria y viceversa para vencer a la muerte. La lápida mortuoria sea quizás el último esfuerzo material venido de la ancestralidad para perpetuar al doble.
Quienes más intensidad provocan en la proyección de un doble son las personas notorias, los grandes líderes, quienes han logrado trascendencia en las demás gentes como por ejemplo el comandante Hugo Chávez. Sin embargo, hay algo significativo en este doble de Chávez que lo emparenta con algunos dobles de personajes célebres, en tanto que se relaciona con quien fue un luchador por alguna causa y provocó la reacción violenta de las hegemonías, de allí que podemos tener algunos ejemplos similares en la historia. El historiador venezolano Francisco Herrera Luque refiere la historia del gran cacique Tamanaco, cuya celebridad entre los Toromainas causaba adoración entre su pueblo y terror entre los conquistadores. De Tamanaco se decía que tenía el don de desaparecer (invisibilidad), la habilidad de todos los animales, transmigrar distancias, hacer valer la fuerza y vencer fieras temibles. Para su gente, Tamanaco era invencible e inmortal. Sus seguidores lo veían en todas las manifestaciones importantes de la naturaleza (dobles) y cuando fue capturado por las huestes de Garci González de Silva, los conquistadores utilizaron la mayor crueldad para acabar con su leyenda. Los Toromainas creían en la verdad y la valentía pero desconocían la traición que trajeron los europeos. A partir de ese momento, el doble de Tamanaco fue la única imagen de un indio degollado por un descomunal perro.
El año 71 antes de Cristo, durante el imperio romano, un esclavo llamado Espartaco encabezó una rebelión impresionante que puso en jaque a sus ejércitos, causándoles derrotas importantes y estuvo a punto de cambiar la historia. Arrastró a la batalla a los esclavos de los principales pueblos allegados a Roma y creó conciencia en miles de esclavos que comenzaron a rebelarse. La traición volvió con su labor de zapa y Espartaco se vio obligado a librar una batalla en condiciones adversas donde cayó herido y preso junto a miles de sus guerreros. Se dice que murió crucificado en la Vía Apia de Roma. Los agentes del imperio crearon luego miles de Espartacos (dobles) que morían tragados por fieras en las arenas del circo, para contrarrestar los miles (¡Todos somos Espartaco!) que se levantaron entre los oprimidos, quienes siguieron muriendo en otras batallas sin creer que el gran guerrero tracio había muerto. La leyenda de Espartaco causa tanto temor aún hoy día que los imperios actuales le producen películas. Excepto la gran producción de Stanley Kubrick (1960) basada en la investigación del escritor estadounidense Howard Fast, todas las demás son jaladas por la falsedad.
Mientras los pueblos le rendían homenajes culturales (dobles en la visión multidimensional), los enemigos del Libertador Simón Bolívar se encargaron de proyectar a un dictador derrotado (doble). En 1883, cuando su imagen centenaria estaba completamente domesticada y desprovista de su heroico talante guerrero, se le rinden homenajes de sainete y se le crea una proyección libresca encerrada en las estatuas de las plazas.
Paulatinamente Bolívar alcanzó notoriedad en el acto cultural de las escuelas hasta salir en las manifestaciones de fin del siglo XX. Buena parte de la proyección que puede tener el Libertador de hoy, se le debe al esfuerzo comunicacional del comandante Hugo Chávez. La oposición trabajó de nuevo a un falso doble del Libertador Simón Bolívar, al nombrarlo en su comando de campaña electoral de 2013. Inútilmente, un conocido dibujante venezolano se pelea por su doble del Libertador hecho con un programa de computadora, frente al otro doble oficial, cuyo rostro cuestionado por muchos, fue producto de una contratación institucional. Generaciones ya centenarias han dibujado al Libertador como les ha dado la gana, tan legítimamente como estas dos muestras que jamás van a ser las definitivas.
Tal vez el héroe contemporáneo más notorio sea el comandante Ernesto Che Guevara.
Ciudadano del mundo, en pleno auge de su legendaria lucha política, el Che es sujeto de una fotografía providencial de la cámara del cubano Alberto Korda que conmovió al mundo. Recordemos que la fotografía, como arte, revoluciona la visión ancestral del doble, ya que nos muestra uno idéntico al real, completamente fuera del recuerdo y detenido físicamente en el tiempo, más allá del ejercicio mental de la memoria. La fotografía ya es memoria y la mente pasa a ser su auxiliar. Esta fotografía del Che se convierte en un símbolo de lucha y los dobles que sus seguidores proyectaron, se integraron a esa rúbrica conmovedora. La inteligente y sensible visión del comandante Fidel Castro da una proyección inusitada a aquella imagen con (tal vez) su discurso más sentido y profundo, en donde llamaba a que las nuevas generaciones «sean como el Che», en un esfuerzo físico descomunal y legítimo por fortalecer la imagen política y humana del comandante caído. Años después, Fidel conmueve al mundo al reconocer que habla con el Che (doble).
No es descabellado pensar en que esa imagen que aún se promociona políticamente entre nosotros, sea el primer fractal social (re)conocido. Recordemos que los fractales son simetrías habidas en la naturaleza que, al ser vistas, se identifican desde la mente con nuestro mundo interno. Los imperios, que aprenden más rápido de lo que imaginamos, una vez asesinado el Che, se encargaron de explotar comercialmente este fractal social, con la cumplida misión de despojarlo de su fuerza guerrillera y banalizar su dimensión histórica.
Sin embargo, florecen dobles del Che en todas partes del mundo. La mujer que hoy cuida su casa de la infancia en Córdoba, Argentina, habla con el Che todas las mañanas, al asear el perenne fuego que sale de una piedra. En Ñancahuazú, Bolivia, se le venera con diversos ritos populares. Un motorizado venezolano se viste como el Che y sale en las manifestaciones fumando un habano para contribuir con su banalización.
Una muestra evidente de un doble utilizado por el imperio, similar al actual doble de Chávez es aquel encadenamiento de dobles urdidos por la conspiración durante el asesinado de J. F. Kennedy (1963). Según el informe del juez Jim Garrison (altamente creíble) que sirvió como argumento al filme JFK de Oliver Stone (1991), fueron escogidos varios hombres con el parecido físico de Lee Harvey Oswald (el presunto asesino) y colocados en diferentes sitios cercanos al crimen. Uno de estos dobles realmente dio muerte a un policía. La idea tenía dos finalidades esenciales, a saber: familiarizar a los vecinos y allegados de la calle Elm con la figura de Oswald para el momento de mostrarlo en la TV como el asesino y provocar que el primer policía lo matara al capturarlo como venganza a su colega. Nada de esto sucedió como estaba planeado y el crimen se les enredó tanto que hoy sabemos que ni Oswald ni sus dobles mataron a Kennedy.
Ese doble de Chávez viene a banalizar la proyección que cada quien tiene del comandante (dobles multidimensionales) pues ataca directamente la espiritualidad que dejó sembrada en cada quien. Cuando decimos «¡Todos somos Chávez!» estamos integrando el doble (memoria) de cada quien en un doble colectivo infinito cuya fuerza y fe son indescriptibles e inimaginables por el poder metafísico que detenta. Ese Chávez múltiple es fortalecido en el diálogo de cada día, amasado con el recuerdo y por las fotografías expuestas que impulsan la memoria. Cuando aparece este doble externo (ideología: falsa conciencia), extrapolado de un lugar inconfesable, no sólo se lesiona el diálogo que lo mantiene vivo, además es enmudecido por alguien físico que teniendo cierto parecido, desvía la profundidad del criterio hacia argumentos banales parecidos a la farándula. También sufrirán quebrantamientos la memoria en los hechos sublimes, la fe en los proyectos soñados por cumplir, la esperanza en las luchas emprendidas, la confianza del pueblo en el gobierno y su historia. Tiene tres objetivos este doble nefasto, a saber: acabar con la consigna «¡Chávez Vive, la lucha sigue!», provocar la muerte de los dobles multidimensionales del comandante que habitan en la espiritualidad del pueblo venezolano y apuntalar las ideas de la oligarquía y de los grupos aliados oportunistas allegados al chavismo a quienes conviene el olvido hacia el comandante Hugo Chávez.
Aunque debemos reconocer que este doble, tal vez tarifado por algún grupo, no logrará este cometido, porque el olvido es una abstracción como la muerte, sí podría ocasionar distorsiones en algunos sectores nuestros que caigan en su banalidad farandulera. Cuando salga en la próxima manifestación en apoyo al proceso bolivariano, proponemos decirle a este doble simplemente que no se parece a Chávez y mandarlo para su casa, como dijera el mismo comandante Chávez, a lavarse ese paltó.
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