Todavía no salgo de mi asombro y profunda indignación al escuchar al Presidente Nicolás Maduro, que hasta el día miércoles 18 de junio me mereció admiración y respeto por su trayectoria a lo largo de estos quince años de revolución bolivariana y profundamente chavista. ¿Cómo aceptar que un revolucionario como él dice ser se haya expresado de manera tan injusta y descalificadora de un camarada del cual nadie puede dudar de su compromiso revolucionario y de la lealtad gigantesca que tuvo para con nuestro verdadero líder, Hugo Chávez Frías, el Gigante?
¿Cuántos de los ministros que allí estaban sentados con cara de pocos amigos pueden decir lo mismo? ¡Qué falta de dignidad y de bolas, de parte de los que en su momento fueron compañeros del profesor Giordani! Me disculpan por lo procaz, quizás. En los momentos más difíciles, en los que él nunca se quebró, siempre estuvo apoyando incondicionalmente a nuestro proceso revolucionario, acotando las desviaciones que se venían dando o se podían producir de no tomarse acciones claras y puntuales en el tiempo preciso.
Pero claro, eso se vuelve molesto para algunos. ¿Podría ser de otra manera? Ninguno de los ministros se paró, ni tuvo la hidalguía de poner la renuncia en solidaridad con el camarada Giordani, sabiendo todos que se estaba cometiendo una severa injusticia. ¿Será que estaban muy ocupados poniendo sus barbas en remojo? Pues hacen bien. Mírense en ese espejo. Calladitos se ven más bonitos…
Lo más patético y triste aún es el hecho que nuestro gobierno revolucionario se está convirtiendo en un trapiche que exprime al máximo para luego desechar como bagazo a los hombres y mujeres que en su momento han participado de él.
Debo reconocer que en el momento en que escribo esta reflexión me mueve una profunda tristeza e impotencia, aumentada con el dolor de imaginar a nuestro Comandante Chávez revolcándose en su tumba, producto del sufrimiento que le debe estar causando esta situación, porque pareciera que fuera hacia él mismo, dado que culpar al profesor Giordani por los desafueros económicos cometidos a lo largo de la Revolución, como han hecho algunas personas en sus recientes artículos de opinión, es obviamente culpar a nuestro propio Gigante, quien era el responsable último, en todo caso, de aceptar o no las recomendaciones que le hacía el ex Ministro. ¿Entonces de qué estamos hablando? ¿Le están echando la culpa a nuestro Gigante?
Debo agregar que para nadie era un secreto el inconmensurable amor y respeto que le tenía nuestro Comandante a su gran amigo y camarada Jorge Giordani, ganado a pulso precisamente por su lealtad y compromiso con nuestra revolución.
¿Cómo pudo habérsele ocurrido al Presidente Maduro equiparar al profesor Giordani con un ser tan rastrero como Luis Miquilena? Tildarlo de tecnócrata, traidor, desleal, pequeño burgués, ególatra, con complejo de superioridad, falto de humildad y con un afán de protagonismo. ¿Tan ciego estaba nuestro Comandante, según Ud. señor presidente? También se pudo haber equivocado entonces con usted…
Pareciera más bien que nuestro Presidente Nicolás Maduro no pudo manejar esa baja pasión que desplegó sin control ante todo el país, demostrando con ello su resentimiento social y complejo de inferioridad ante la grandeza del camarada Giordani. Como revolucionaria le digo Presidente: debe usted aprender a respetar la trayectoria y el compromiso que otros también han tenido, al igual que usted.
Yo podría decir que la falta de humildad la tiene usted, camarada Presidente, al no atender ni entender las desviaciones que hacía de su conocimiento el ahora ex Ministro para evitar esta debacle económica que hoy estamos sufriendo todos los venezolanos sin distingo de posición política. ¿Qué debemos hacer según usted, camarada Presidente? ¿Callarnos ante las desviaciones porque es políticamente incorrecto expresarnos en los términos que tenemos que hacerlo? ¿Callarnos ante lo sucedido en CADIVI y el desangramiento que se ha hecho al Estado? ¡Ah ya! Vuelvo y repito: calladitos nos vemos más bonitos… como dice el dicho.
Me pregunto una vez más: ¿Dónde carajo está la lista de CADIVI? ¿Hasta cuándo el secretismo? ¿A quién conviene? Me lo puedo imaginar. ¿Dónde está la ofensiva “demoledora” de la que usted hablaba contra la corrupción? Se congeló en el tiempo. Se volvió retórica pura, o más de lo mismo. En vez de haber cometido este gran desafuero con Giordani, haga justicia y publique la lista de CADIVI. Todos estamos esperando. Y lleve ante los organismos de justicia a todos los responsables de ese desfalco. Tendrá que construir más prisiones. Hoy más que nunca recuerdo ese hermoso pensamiento del Ché Guevara que dice así: “Si eres capaz de temblar de indignación en cualquier parte del mundo donde se cometa una injusticia, somos compañeros”.
No crea camarada Presidente Maduro que soy la única persona que se siente indignada con lo que sucedió, pero a diferencia de muchos, elevo la voz, pues mi conciencia me lo dicta, y me muevo por el precepto del pensamiento guevarista anteriormente señalado; igual lo haría si se tratara de usted, si fuera el caso. Demuéstrenos que aprendió de verdad el don de gentes de nuestro Gigante y su grandeza. Y a los que escriben para destruir y hacer leña del árbol caído y pretenden mancillar el buen nombre del camarada Giordani, les digo que quizás ninguno de ellos tuvo las bolas de torero, repito de torero, que el 12 de abril de 2002 demostró tener el ahora ex Ministro Giordani. Cuando muchos se escondieron, él estuvo allí, firme, al lado de nuestro Comandante, como un padre. Aún veo como si fuera ayer sus ojos llenos de lágrimas en aquella aciaga hora.
No se preocupe camarada Giordani, la Historia lo absolverá y pondrá a cada quien en su lugar, al igual que a los camaradas que hoy vemos vilipendiados y execrados, como por ejemplo Vanessa Davis, Alberto Nolia, Mario Silva, Nícmer Evans, Antonio Aponte, Toby Valderrama y el profesor Vladimir Acosta, entre otros que de seguro vendrán, no lo duden. Recuerden: calladitos nos vemos más bonitos…
Hasta pronto. ¡Ave César!
¡Ah! Postdata: no olvide camarada Presidente, que en su última alocución a la nación el 8 de diciembre de 2012, nuestro Gigante le giró instrucciones expresas de que usted debía construir la revolución siempre respetando las más amplias libertades… ¡Qué Viva Chávez Carajo!