Escribimos estas líneas algo preocupados por expresiones escuchadas a varios camaradas y por saberlos lectores de anuncios hechos por periodistas-editores acostumbrados al escándalo para vender sus publicaciones. La primera víctima de estos anuncios resulta el camarada Jorge Giordani, quien desde su carta y el posterior epíteto de "traidor" que le acomodó el compatriota Maduro, dejándose llevar por el momento, parece cargar con todos los errores del gobierno y el partido. Tras Giordani saltó la carta de Héctor Navarro, en la que éste explicaba que el exministro de Planificación no andaba en la onda de pelearse con el gobierno, simplemente quería dejar por escrito sus inquietudes y zanjar el asunto, sin ir más allá.
De acuerdo a la visión de algunos camaradas, pareciera que Giordani es el jefe de una fracción que pretende dividir al PSUV y crearle una crisis al gobierno. A mí modo de ver eso está lejos de la realidad. Por supuesto, hay diferencias internas, distintas visiones para abordar la construcción del socialismo, criterios muy disímiles en torno al tipo de gobierno que se quiere. Pero el PSUV nació así. Cada persona o colectivo cediendo lo suyo en busca de acuerdos bajo la indiscutible dirección de Hugo Chávez Frías.
Con la proximidad del Congreso del PSUV estos asuntos deben ser zanjados. A la final todos empujaremos hacia la unidad. Algunos enfrascados en la idea de tener un partido con siete millones de militantes voceadores de consignas. Otros, creo que la minoría, todavía con la leve esperanza de ver un partido que debata ideas, propuestas, proyectos.
Lo de Giordani (Testimonio y resposabilidad ante la historia)se deberá resolver con el propio camarada, ejemplo de verticalidad revolucionaria, pese a que algunos lo consideren traidor. Lo de Héctor Navarro considero que no pasará más allá de una noticia circunstancial, una calentera del camarada Maduro. Basta recordar que al camarada Francisco Ameliach lo pasaron al tribunal disciplinario cuando todavía el PSUV no se había terminado de conformar y, por supuesto, no había Tribunal Disciplinario. Hoy, el mismo Ameliach es miembro de la Dirección Nacional, gobernador de un importante estado y uno de los chivos que más mea en el proceso. Nadie supo del destino de aquella medida disciplinaria. También debemos recordar que la mayoría de militancia en las elecciones internas del 2008 no dio sus votos ni a Diosdado, ni a Darío Vivas ni al difunto William Lara para que fuesen miembros principales de la Dirección Nacional. A la vuelta de la esquina, sin que se supiesen los motivos, los tres ocuparon los cargos más relevantes dentro de la misma. Alguien debe recordar que el General Muller Rojas, también desaparecido físicamente hoy día, fue excluido de la Comisión Promotora del PSUV, y sin que nadie se enterara luego de cuándo retornó al partido fue uno de sus vicepresidentes. Más tarde, junto a Alí Rodríguez Araque, se le dio la responsabilidad de conformar la Escuela Ideológica del PSUV.
Nadie supo el destino de tal escuela, pues pronto nació el Sistema Nacional de Formación Socialista Simón Rodríguez, bajo la dirección de Jorge Arreaza y Ricardo Menéndez. Organismo que pasó a mejor vida y fue encargado de algo parecido el camarada Héctor Navarro. Por estos días, creo que es Jesús Farías el responsable de la formación ideológica. Y la historia se repite: la Dirección Nacional del PSUV se encarga de enterrar todas las propuestas de formación, pues siempre resultan más cómodos los voceadores de consignas que los impulsores de ideas y propuestas.
Así que, camaradas, no creo que el asunto pase a mayores dentro del PSUV. Sólo gritemos la próxima consigna.
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