En un mundo agobiado por las inmensas proporciones del capital financiero reducido a pocas manos (Slim, Gates, Grupo Bilderbergh…) que ha dado origen a una red de relaciones de dominio y reparto del planeta, con sus recursos y consumidores por vías fraudulentas, de terror y por inversiones gigantescas, los países con gobiernos progresistas que han incrementado los activos fijos y circulantes de sus Estados, que son productores de materia prima (petróleo y gas natural) y minerales estratégicos (Coltán, Silicio, Uranio, Oro, Plata) y poseen una población grande (gigantescas cantidades de consumidores) se convierten en el manjar apetecido por el capital financiero.
En esta situación, las empresas transnacionales y los individuos corruptos que tienen que ver con los Estados (presidentes, primeros ministros, diputados, la casta militar, etc.) cobran un papel decisivo en la implementación de tales políticas. Cuando esto sucede, se arruinan los países y los establecimientos financieros que sirven de soporte a las transnacionales se fortalecen. Ejemplo: Costa de Marfil, Sudán, Libia, Egipto, México, Afganistán, Paquistán y últimamente Ucrania. Bajo esta dinámica, las transnacionales pasan casi naturalmente al control de la producción del país en cuestión y su relación con el mercado exterior. A los países que quedan bajo el dominio de estas relaciones se les condena a hacer ajustes financieros estatales para intentar salir de la ruina.
Los economistas se concentran en esconder el rumbo hacia el monopolio que llevan las empresas transnacionales y declaran que las salidas son únicamente los ajustes económicos de los gastos del Estado para potenciar el Estado por vía independiente o por empresas mixtas.
La mayoría de Estados afectados por las consecuencias de estas medidas han optado por los ajustes financieros, condenando a los pueblos y trabajadores a pagar este coste.
Desde ahí se ve a España, Grecia, Portugal, Irlanda, México, etc. condenando a sus jóvenes al desempleo y a los viejos a arruinarles su retiro.
Miremos el caso venezolano: Los cambios en la economía política venezolana están centrados en ajustes económicos del gasto público, política monetaria, tasa cambiaria y reducción de subsidios. Tanto el equipo de Maduro como Giordani han centrado sus proyectos en políticas financieras que buscan reivindicar el papel productivo del Estado. Por una vía independiente o combinado en empresas mixtas capitalistas.
Las dos vías olvidan lo esencial: 1- Que el mundo se lo están repartiendo las transnacionales capitalistas como la Exxon Mobil, Royal Dutch Shell, BP-British Petroleum, Chevron Co. Conoco Phillips, Total SA, Gazprom, Petrochina,etc. 2- Que los ajustes económicos y la deuda externa lo sufren y lo pagan los pueblos, los trabajadores de la industria, del campo y los empleados estatales. A tal grado que dentro de poco los petróleos de Venezuela, Libia, Siria, Irán y otros, serán trasladados a las reservas de los países compradores (Rusia, China, Estados Unidos y Europa).
Un elemento curioso:
Los debates contemporáneos sobre los ajustes económicos del gasto público, encubren y distraen las raíces profundas de estas medidas imperialistas.
¿Cuánto de petróleo se vende a estas compañías?
¿Qué tan profunda es la incursión de esos monopolios en la vida económica de Venezuela?
En este concepto, sin tocar el papel de los bancos, las empresas industriales burguesas, la exportación de capital y recursos naturales. La exacerbación del debate entre Maduro y Giordani parecen distraer la atención de lo esencial del problema venezolano.
Desde las perspectiva de Oscar Figueroa, Giordani, Navarro y la lectura de más de 100 mil visitantes de aporrea, el gobierno de Maduro se está desviando del socialismo. Desde el gobierno y su resonancia, Giordani es traidor.
¿Cuál es el problema fundamental en Venezuela?
Desde mi perspectiva:
Es que tanto Giordani y quienes lo apoyan como el gobierno están buscando la salida en los ajustes financieros al Estado, vía potenciar el desarrollo autónomo como por la vía de las empresas mixtas. Esto no resuelve el problema.
El problema se resuelve cuando el pueblo, el partido y el gobierno comprendan que la única salida es ABOLIR LA PROPIEDAD PRIVADA.
Esto se lleva a cabo con más socialismo, es decir:
Ante el latifundio, profundizar la reforma agraria y entregar la tierra a quien la trabaja.
Ante la explotación del petróleo y gas natural el Estado debe tener mayores proporciones en las acciones pasar del 60% de las acciones al 70-80% de las acciones en la industria de los hidrocarburos.
El control de la producción industrial y agrícola debe de profundizar la participación de los trabajadores en la tenencia, producción y distribución de la riqueza.
Si no es posible impulsar estas medidas socialistas, el debate entre Maduro y Giordani es un parloteo ideológico de niños que deja intacta la propiedad privada que trae consigo las relaciones de dominación y los costes económicos y sociales que sigue pagando el pueblo.