Entendemos como trasnocho el quedarse sin dormir o haciéndolo poco. Son varias las razones para ello y van desde la diversión a la enfermedad. También el pensar, que guarda distancia con lo anterior, es motivo de trasnochos. El pragmatismo, esencia del morral ideológico de la burguesía contemporánea, siempre le resta importancia al pensamiento, lo supone cercano al enfermizo aburrimiento. De allí la industria del entretenimiento.
Los pragmáticos (esos que juzgan las cosas en función de sus efectos prácticos) asumen que los que piensan mucho terminan durmiéndose o se enferman por no hacerlo. Promueven el hay que darle. De ahí aquella certera frase que describe claramente el modo de ser venezolano: como vaya viniendo, vamos viendo.
Esa versión martinience del pragmatismo caracteriza la cultura nacional. Y la política dominante, no por ser de zurda se salva. Para la izquierda gobernante, todos los rojos que de ella divergimos somos trasnochados. Suponen tener los controles necesarios para desarrollar socialismo dentro del capitalismo, pero, al olvidar que las grandes empresas capitalistas diferencian el capital de la operación, perdieron el sueño.
Hay grupos de izquierda que piden acabar con eso asumiendo el modelo socialista ortodoxo: el del Estado tomando control total de la producción y distribución de lo producido. Es decir, suponen que las empresas, con funcionarios gerentes y funcionarios trabajadores, todos rojos rojitos, anularan las leyes del mercado. Otros insomnes.
Y existe un tercer grupo de trasnochados que pensamos que la economía debe seguir siendo lo que históricamente fue: una tarea de la sociedad hasta que un grupo, cada vez más pequeño, se la apropió para la explotación. En un socialismo de ese tipo sería la sociedad completa, organizada en comunas, la que asume colectivamente la propiedad y el manejo de los medios de producción.
Nuestro trasnocho se debe a que pensábamos que los quince años que llevamos eran para desarrollar eso, apretándole, en la misma medida, el pescuezo al capitalismo. Pero no.