Este sábado 19 de julio al dar mi caminata diaria, veo, al llegar a la avenida Caracas de Barcelona, que una gran parte de ella o toda la que logro mirar, se encuentra con muchos afiches de Chávez, convocando para el acto de elección del 20-J. Vi, y la señal apareció inmediatamente.
Algo hay muy dentro del PSUV. Mientras seguía con mi caminata, me costa creer tanto, en la crisis de liderazgo local y en todos los niveles territoriales, que siendo un evento interno para elegir delegados y delegadas, no se nos permita conocer: cuáles son las ideas que tienen estos candidatos y candidatas en cuanto a la temáticas del congreso y con qué ideas pretenden representarnos en el III Congreso. Frente ese vacío de ideas y de intentar no ser muy visibles, optan por usar sólo la figura de Chávez y no su ejemplo, que fue trabajar siempre con ideas y proyectos por delante.
Es fácil deducir que por esto y otras razones, en el III Congreso del PSUV no pasaran muchas cosas interesantes. Será un Congreso con muchas pancartas y péndulos con la figura de Chávez, pero ahí es muy probable que no suceda nada extraordinario, aunque quiera Dios, se cuelen unos buenos delegados que hagan llegar un planteamiento sobre la necesidad real y práctica de una refundación del movimiento.
Esa opción de no hacer muy visible a los candidatos y optar por la imagen de Chávez es un elemento de la crisis. Esta conclusión, se construye también, porque hemos visto, que el poder constituido con todos sus altos funcionarios es el que ha estado movilizándose hacia las entidades territoriales, asegurándose de tener las cosas en orden. No se ha visto, por lo menos en Anzoátegui, una propuesta distinta a la que asoma el poder constituido.
Que este escenario sea posible y no pase nada extraordinario en el congreso, no supone que la cuestión esté muy quieta y que abajo no esté lentamente produciéndose la incubación de una especie de conmoción interna muy particular. Digo particular, porque de ser cierto este escenario, los platos rotos caerán sólo sobre unas pocas cabezas.
El PSUV como partido tiene varias particularidades. 1) Es un partido que se creó desde el gobierno y ahí los lazos de conexión parecen más bien estar centrado en intereses personales y de cargos. 2) Es un partido que tuvo un Líder que llenaba todos los espacios y situaciones: hiperliderazgo. 3) Los que podemos calificar como grupos nacionales no tienen hacia abajo vínculos políticos e ideológicos. No existe una red de líderes a diferentes niveles, atados a una propuesta política e ideológica. Se han producidos “cuadres” que se mantienen sustentado en un “liderazgo burocrático” y los documentos son para los protocolos. 4) Aunque esto suene raro decirlo; el PSUV no tiene organicidad. Hay instancias de partidos, pero más bien se conserva la idea de mosaico que una organización en “cascada”.
Esto lleva a la siguiente situación, un alcalde o figura con posibilidad de ser potencialmente a un alcalde o alcaldesa, se busca un padrino burocrático. Es decir, se conecta con un líder burocrático nacional en función de darle viabilidad a su proyecto de ser alcalde. Lo identifica eso y lo “une” eso.
Si esta posible hipótesis de una conmoción interna que viene lentamente incubándose, tiene sentido; los primeros en sentir los impactos de este proceso serán esas figuras, porque estos funcionarios están siendo percibidos como una de las patas cojas del proyecto. Esto es así también, porque a través de estas figuras, el sistema de mosaico cobra vida y logra reunir la fuerza que le permite sostenerse como poder constituido en el PSUV.
Aunque la UBCH en términos generales son instancias del partido un poco dóciles, ahí también hay una expresión de malestar e inconformidad por las situaciones que diariamente sufren y sienten. La posibilidad de construir liderazgos locales, pasa por observar y promover encuentros con esas voces que están como apagadas, pero sintiendo que el proyecto no está cumpliendo con ciertas expectativas.