La marcha del 4f realizada a lo largo de la cota mil, me hizo revivir la esperanza de estar viviendo un proceso realmente inédito en el mundo. Creo no poseer la capacidad para medir cuantos ciudadanos recorrieron esos catorce kilómetros, pero de lo que estoy seguro es que si desde las diez de la mañana ya había personas marchando, y todavía a las cuatro de la tarde continuaban desfilando almas inundadas de amor y reforzadas por el manto del color rojo como expresión de voluntad política y pasión por la vida, seguro había “burda de gente”, como decimos comúnmente los jóvenes. He asistido ha muchas marchas, movilizaciones y protestas en mi vida, créanme que muchas, y jamás había vista tal expresión de suma de voluntades, recorrer disciplinadamente tal distancia.
De inmediato saldrán detractores o críticos a colocar obstáculos en mi afirmación, como por ejemplo, “con tantos autobuses, tenían que mover gente”, “¿cuánto le pagaron?”, “eso es un espejismo” o “fue un montaje”, y ante tales afirmaciones debo confesar por una parte, mi despreocupación, y por otra mi tristeza ante almas tan poco capaces de aceptar que nuestro país definitivamente se enrumba a un camino distinto, que Venezuela vuelva a ser, ante el mundo, la nación comprometidas con la liberación, la lucha contra la opresión imperial y el país emancipador por herencia de nuestro padre de la patria, Simón Bolívar.
La marcha del 4f en lo humano, fue una suerte de reencuentro con toda la diversidad cultural, pasando por teatreros, zanqueros, pintores populares, cantantes, bailarines. La marcha del 4f fue una suerte de encuentro con la voluntan de ser iguales dentro de las diferencias, el ver a gente de clase media y pobres asumiendo un mismo color: el rojo, asumiendo un mismo rumbo: la revolución, condenando a un mismo enemigo: el imperio norteamericano, asumiendo una misma bandera: la tricolor y respetando a un mismo líder: Hugo Chávez Frías. La marcha del 4f fue un espacio de encuentro con la diversidad: troskistas, marxistas, guevaristas, postmodernos, socialcristianos, socialistas, socialdemócratas, neosocialistas, comunistas, católicos, judíos, agnósticos, ateos, bolivarianos, republicanistas, demócratas liberales, y carajos que simplemente querían marchar; pero con la claridad de asumirse comprometidos con el humanismo como consigna.
En la marcha del 4f hubo reencuentros, expresiones de felicidad y de hermandad, hubo discurso y poesía, hubo música, desde el reguetón hasta el rock más pesado, pasando por rap, hip hop, música de protesta, nuestra hermosa música venezolana y nuestro eterno Alí, siempre Alí.
Con el dolor por la muerte Pedro Ortega Díaz, los camaradas del Partido Comunista, marcharon de rojo y con la consigna del amor, ¡Honor y gloria a todos los caídos!. A diferencia de otras marchas, la juventud llenó de vida y revolución a la revolución, antes los jóvenes no marchaban de rojo, ahora el rojo es juventud. Desde aquel que fue convocado por el Instituto Nacional de la Juventud, hasta aquel que fue porque la chica que le gusta estaba con su mamá marchando (vale recordar a Pedro Chacín cuando decía que entro a la izquierda agarrado de las tetas de una mujer).
En la marcha del 4f anduvo desde aquel que no tiene trabajo pero cree de verdad en una revolución social que depara una transformación de lo económico hacia lo humano, hasta el recoge latas, que además de estar con Chávez aprovechó para resolver el día.
En la marcha del 4f se encontraron incluso quienes por circunstancias de la vida o por profundas diferencias ideológicas o personales no se hablan, y sin embargo ahí eran uno.
¡Que compromiso carajo!, pensar que casi toda esa gente lucha por un cambio, y algunos luchan por un bien particular. ¡Que compromiso carajo!, pensar que todas esos camaradas deben ponerse de acuerdo para acabar con la corrupción e implementar el nuevo socialismo, cambiar nuestra cultura política y abolir la adequidad, construir el mejor sistema de participación y desplazar la representación.
¡Que compromiso carajo!, ¡vamos a triunfar!.
nicmerevans@yahoo.es