Recientemente, un grupo de personas que se autodenominan intelectuales suscribió un documento público, en el que condenaban una supuesta posición antisemita del presidente Chávez, la cual aparentemente se manifestó en su discurso de diciembre pasado, con una referencia a los responsables de la muerte de Cristo, a quienes identificó como los mismos que expulsaron a Bolívar de Venezuela y lo hicieron morir solo y abandonado en Santa Marta. Para cualquier intelectual, es decir persona que trabaja más con su cerebro que con sus manos, la similitud establecida por el Presidente nada tenía que ver con el pueblo judío, sino se trataba más de una imagen, utilizada por cierto con relativa frecuencia en el mundo político, que trata de establecer el hecho, verdadero por demás, de que las acciones de los explotadores de hombres y pueblos han sido siempre del mismo carácter, contrarias a quienes han liderizado movimientos sociales y políticos en pro de la igualdad, la justicia y la
independencia, además de violentas e inclementes en todos los tiempos históricos.
El documento está firmado por gente que se supone, aunque todo el mundo sabe que están muy lejos de ser, la crema de la inteligencia venezolana: profesores universitarios, profesionales, artistas, humoristas, pensadores y algunos estudiantes, muy pocos, que se colaron dentro de tanta “sabiduría”. Gente que suponemos debe saber que la existencia del antisemitismo es una característica de Europa y no de otros pueblos, presente en el viejo continente desde tiempos ancestrales y que ha estimulado discriminaciones de todo tipo hasta desencadenar acciones genocidas, como las ocurridas en la Segunda Guerra Mundial.
Pero, para desdicha de estos pensadores intestinales, las acusaciones de antisemitismo efectuadas desde el extranjero contra el presidente Chávez, posiblemente por razones ajenas a la defensa del pueblo judío, fueron primero rechazadas por la propia comunidad judía venezolana, luego también lo fueron por la embajada israelí en nuestro país y, finalmente, el propio centro extranjero autor de la acusación inicial se retractó de la misma y presentó las excusas correspondientes. O sea, que los propios judíos: venezolanos y representantes del Gobierno de Israel nunca coincidieron con la denuncia internacional efectuada e, incluso, la criticaron fuertemente, mientras que venezolanos, no pertenecientes al pueblo hebreo, firman y publican un documento llamando antisemita a su propio Presidente.
¡Hasta donde ha llegado el primitivismo político de la oposición venezolana! Estos supuestos intelectuales, motivados por sus visceralidades políticas antigubernamentales y no por la defensa de los judíos, acudieron a un expediente muy pobre y muy bajo, que en definitiva los descalifica como intelectuales y como políticos. Abierta está la posibilidad de excusarse.