En el Campanile de Florencia hay un relieve que representa a Tolomeo sentado a su mesa de trabajo ante una esfera, elevando con la zurda un facistol y además como con cara de enfadado. (Y aclaro… hasta donde me cabe aclarar, que facistol no es un partido de la conocidísima y monolítica MUD).
Y me vino al recuerdo ese notable relieve medioeval, en tal obra inacabada de Giotto, un artista quizás pre renacentista, porque leyendo y leyendo casi que llego a la conclusión, de que los venezolanos y venezolanas de hoy nos creemos Tolomeo.
Y sí usted gusta de ser actual, no escatime deseos de ponerle, el “mea”, para que se lea, entonces: Tolomea.
Pero para fortuna nuestra, que es Tolomeo, y no Tolo, otra cosa… ¡Veamos pues hasta dónde la suerte nos acompaña! Aunque bueno, me atrevería a decir que los de este lado nos creemos, Tolomeo, y que los del otro, Tolo, otra cosa… Porque la verdad es que Tolomeo resulta un tilín más teologal que Tolo, otra cosa… Y acerca de los abanderados de los Tolo, otra cosa, se convertiría en una mezquindad sideral, negárselos a Julio B. y a María C. ¿Aprobado?
Y es que ciertamente Tolomeo es uno de los personajes más importantes de la historia de la astronomía. Y aunque muy poco de él se sabe, bastaría con que fue el último científico importante de la antigüedad, cuyas teorías y explicaciones astronómicas dominaron el pensamiento científico hasta el siglo XVI. En otras palabras, hasta antier nomás. Y eso debido a su sistema que se denominó, geocéntrico o también tolemaico, y que perdurara por más de 1.400 años.
Según dicho sistema, la Tierra dizque se localizaba en el centro del Universo, y el sol, la luna –e incluso el toro, que de ella estaba enamorado- y hasta los planetas, dizque giraban en torno a ella halados por una gran esfera llamada "primum movile", mientras que la Tierra dizque también era esférica y estacionaria. Pero Tolomeo afirmaba que los planetas describían órbitas circulares alrededor de puntos centrales que, a su vez orbitaban de forma excéntrica, alrededor de la Tierra. Por tanto, la totalidad de los cuerpos celestes describían órbitas, perfectamente circulares, aunque las trayectorias aparentes, se justificaban, por las excentricidades. Mire usted.
Por cierto que la carta de Giordani me hizo acordar, en su oportunidad más bien de Tolo, otra cosa, que de Tolomeo.
¿Pero leído lo anterior no les luce como si Tolomeo hubiera nacido en El Cafetal, o en El Saladillo?
¿Eso de creerse el centro del Universo, no les suena, sobre todo cuando usted lee textos indiscriminados, de ambos lados?
¿Eso de orbitar de “forma excéntrica”, alrededor de “puntos centrales”, no les suena, coño, para nada?
¡No puede ser!
A mí la impresión que me queda de todo esto, es que si decidiéramos hacer una antología designando claro está a un buen antólogo, de cuanto hemos dicho y redicho de lado y lado, incluso además hasta con alarmante excentricidad, sobre puntos tan centrales de nuestra vida social, política y económica, lo más probable es que logremos, en muy corto tiempo armar un Almagesto, que, si no recuerdo mal, son trece volúmenes que resumen quinientos años de astronomía griega tolemaica, constitutiva a la vez en fuente del pensamiento astronómico de occidente, durante catorce siglos. Y que llegaría a Europa, denominándose Almagesto, aunque Tolomeo lo hubiera llamado, Sintaxis Matemática.
Y he llegado a pensar, que es a los venezolanos y venezolanas, a quienes nos gusta desnaturalizar todo.
Pues la pura verdad es que en esto resultó un redomado Tolo, otra cosa, condición que no me atribuía.