La primera novela hispanoamericana

Genealogía del Ser Americano (I)

Para quienes importa la significación del hecho americano, no deja de ser extraordinario encontrar en sus lecturas, lo que los críticos han denominado como la primera novela hispanoamericana. Nos referimos a “El Periquillo Sarniento”, de Juan de Lizardi, novela editada en México en 1816. La obra aparece a 32 años de las revoluciones obreras europeas y del Manifiesto Comunista, que redactaran Marx y Engels; así mismo, 6 años después, en la Parroquia de Dolores, el cura Miguel Hidalgo Morelos y Castillo arengará al pueblo y comenzaría la guerra de independencia mexicana. Estamos pues, en pleno fervor del período independentista de los pueblos de América.

La novela hispanoamericana nace bajo dos procesos que la vertebran: Uno, la búsqueda, por parte de los escritores y hombres que pueblan estas nuevas repúblicas, del ser americano, búsqueda de lo que somos a partir del imperativo distanciamiento de los centros hegemónicos del poder europeo y en particular de la corona española. Se vive un fenómeno de reafirmación de lo propio, que es lo característico en la búsqueda de una identidad colectiva. Dos, el otro hecho lo representa la re-creación de la escritura a partir de la cosmovisión americana, cuya realidad no podía expresarse del todo en la lengua española; no se puede, por supuesto, negar la influencia que autores que como Cervantes y Quevedo tenían en nuestros escritores de la época; así como la “picaresca española”, en tanto que género literario, que tendría un fuerte influjo en la nueva-naciente literatura americana.

Nuestro autor, José Joaquín Fernández de Lizardi, nace en México en 1776, en el seno de una familia modesta, cuyo padre fue médico de provincia. Lizardi recibe su formación en una buena escuela de la capital cuyos contenidos educativos contemplaban temas clásicos como filosofía y gramática latina. Se hace bachiller a los 16 años y continúa su formación tomando cursos de teología. Su formación, más allá de la escuela, estuvo influenciada por el Iluminismo europeo; así mismo fue partidario de la ciencia y el trabajo como fuentes del progreso social. Esta perspectiva educativa chocaba con la formación clásica española dirigida a la nobleza, donde se despreciaba el trabajo y la actividad artesanal. Lizardi fue defensor de las ideas de libertad e igualdad entre los hombres; así como seguidor de los enciclopedistas y de las ideas educativas de J.J. Rousseau.

La formación y las condiciones política-sociales del contexto vivido por Lizardi le hicieron un reformador social que vuelca toda su energía en todo aquello que escribe. Fue periodista, fundó varias publicaciones periódicas y a consecuencia de ello termino en la cárcel. Buscó bajo distintos medios y formas de escritura, burlar la censura y la represión. Se las ingenió para hacer circular sus ideas y la crítica a la sociedad en la que vivió. Su obra fue un medio o un mecanismo literario para manifestar su beligerancia frente al orden colonial establecido. Dentro de la producción de estas obras, los críticos encuentran el nacimiento de la primera novela hispanoamericana. De sus obras destacan, 1818-1819. “La Quijotita y su prima”. 1832, Obra póstuma Don Catrín de la Fachenda. Noches Tristes. “El Periquillo Sarniento” se publicó en 1816, en tres gruesos volúmenes y el cuarto fue publicado en 1831 producto de la prohibición de las autoridades.

La novela se articula a partir de la narración de un hombre que enfermo y sin remedio se arrepiente de su vida de andariego y vagabundo; que decide escribir sus memorias a fin que le sean útiles a sus hijos y de esta manera no sigan sus pasos y puedan obtener un aprendizaje de la experiencia frente a la vida. El autor, a través del personaje y de su experiencia de vida, nos muestra las distintas expresiones de las ideas reformadoras de la época, donde se trasluce las ideas del iluminismo europeo en un escenario donde va creciendo una sociedad con las contradicciones del mundo europeo trasladadas a tierras americanas, y específicamente al contexto del pueblo mexicano. Un comentarista de la obra de Lizardi nos dice que el Periquillo: “recrea el lenguaje peculiar, la jerga estudiantil, el habla de los abogados y los médicos, la jerigonza de los jugadores, de los ladrones, del bajo mundo en general, el dialecto de los indígenas, la variedad léxica de las comidas, las bebidas y la indumentaria. Las leyendas, las supersticiones, los tabúes y el habla popular...” Así pues, su crítica recorre todas las instancias de la sociedad que le toco vivir.

En la narración encontramos rasgos del hecho americano, el cual surge al concierto de las ideas de la ilustración europea, pero al mismo tiempo responde al hecho de la búsqueda de la definición de lo americano. Podemos decir, la ilustración americana es la expresión de la reafirmación del ser del hombre de esta tierra, frente al fenómeno de la conquista. La búsqueda de originalidad en la escritura no respondió a moda o corrientes literarias; esto no quiere decir que no existieran; más, para nuestra literatura fue un imperativo de la identidad, del “Si mismo frente al Otro”. Para el americano tomar las formas o modelos de la tradición española o europea, presentes por demás en éstas tierras con sus respectivas influencias, representaba tomar herramientas de otras contextos literarios para desarrollar los propios y así expresar nuestro propio ser.

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Luis. E. Villegas. N.


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