No cabe duda, que los cambios obrados en la cúpula directiva de la
Conferencia Episcopal han restado pugnacidad a la posición de ese órgano.
Los nuevos directivos, a excepción de Roberto Lickert, –irreductible
conspirador- mantuvieron a lo largo del período más agresivamente golpista
una posición más equilibrada. Más Light, más suave. Tanto Santana como Urosa
Savino fueron más prudentes en sus intervenciones y menos protagonistas. Del
otro miembro, -Ramón Vitoria- no puede decirse nada porque fue elevado a la
categoría de obispo recientemente. Protagonizó un enfrentamiento con el
Gobernador Acosta Carles por el casa del obispo en Puerto Cabello, pero
hasta ahí…por ahora.
La pregunta que debemos hacernos es, si estos cambios significan una
modificación de fondo acerca de la legitimidad del gobierno revolucionario o
si apenas representa un cambio de estilo y quieren seguir conspirando bajo
un nuevo look. Una suerte del mismo veneno en frasco bonito. ¿Significa esta
“nueva” actitud que la iglesia jerárquica está modificando de verdad la
conducta golpista mantenida durante los últimos seis años? ¿Significa que no
volverá a respaldar nuevas intentonas golpistas contra el estado de derecho
y el pueblo, como lo hicieron durante el golpe de estado de abril de 2002;
el sabotaje petrolero de diciembre 2002, enero y febrero de 2003; su
silencio ante la guerrilla urbana llamada guarimba, o sus consecuentes
apoyos, por activa, por pasiva o por omisión a cuanta locura se la ocurrió a
la apátrida oposición venezolana? ¿Realmente significa eso este cambio de
actitud?
No quisiera albergar estas dudas, pero la primera oportunidad en que
esa jerarquía podía haberse desmarcado con firmeza de la línea
desestabilizadora me dice que podríamos estar ante la misma posición de
fondo, el mismo puño de hierro con guante de seda. Resulta, por lo menos
sospechoso, que una Conferencia Episcopal que ha venido reivindicando su
derecho a intervenir en la cosa pública como justificador de sus claras
acciones desestabilizadoras, sus acompañamientos a las conspiraciones y sus
bendiciones a los golpes de Estado, hoy, cuando la patria, -que no un sector
específico de la nación- la democracia como sistema garante de la paz y en
general la sociedad toda le solicita, sino la intervención directa, -¡ave
María purísima!- al menos un claro llamado a las elecciones por ser estas la
piedra angular sobre la que descansa la paz, la jerarquía, sibilina y
cínicamente haya optado por declarar este asunto vital: “cosa de laicos”. Un
quite por gaoneras que ya quisiera el gran Gaona para sí.
¿Qué hay detrás de esta novedosísima actitud? ¿Un modo de confesión
de culpas y la consecuente penitencia, o será acaso algo más?. Dice el
consabido refrán llanero que, “el que está picado de culebra cuando ve un
mogote salta”. ¿Será verdad tanta belleza?. Inevitablemente, a pesar de que
la inmensa mayoría de los venezolanos quisiéramos ver a la Iglesia
acompañando a su pueblo en sus luchas y caminos, alejada de conspiraciones y
planes para asesinar al pueblo y quisiéramos creer que esto fuera verdad, la
duda se hace presente. No parece verdad tanta belleza.
Nadie duda que la estrategia del imperio y la oligarquía criolla a lo
largo de este duro año electoral sea la misma que ensayaron con éxito el
pasado 4 de diciembre durante las elecciones legislativas. Harán peticiones
imposibles de satisfacer y si el poder legislativo, primero, o electoral
después, se las satisface, sencillamente pedirán la luna ensartada en un
palito. No importa lo que se les conceda se retirarán del juego. El plan,
claramente documentado y conocido, pasa por repetir la conducta de la
“espantada” a pocas horas del acto eleccionario para apropiarse del resto
del padrón electoral que no concurra a las elecciones, garantizándose con
ello no menos de un 30 o 35 por ciento de 16 millones de electores
históricamente abstencionistas. Con eso, y apenas otro 30% tienen el plato
servido para su “revolución naracuate” (naranja con aguacate, según la
creatividad infinita de Antonio Ledezma). El resto lo hará su amo imperial
con la complicidad de los gobiernos “democráticos” de la UE y algunos pocos
de nuestra propia América. El gobierno de Chávez quedaría total y
absolutamente deslegitimado ante el mundo entero. Ya se ocuparán de eso las
grandes cadenas mediáticas.
Ante esta realidad la pregunta salta de nuevo. ¿No estará la
jerarquía católica preparando el camino para el posterior pronunciamiento
contra el régimen “autocrático e ilegítimo” de Chávez?. Esta falta de
compromiso huele a jugada preparada, a justificación anticipada, casi puede
uno verlos en el momento oportuno, caras adustas, rodeados de micrófonos,
cínicamente acongojados, afirmando: “por eso no nos quisimos comprometer con
la “pantomima” del Consejo Nacional Electoral”. El pueblo venezolano no
puede llamarse a engaño. ¿Qué ha cambiado la jerarquía y quiere honestamente
un acercamiento? ¡Bienvenida sea!. Pero…si algo tiene la Iglesia es que sus
políticas no dependen de hombres ni estilos, sus compromisos con el poder
tiene 16 largos siglos. Si alguna institución sobre esta tierra es vieja y
diabla es la Iglesia.
La Iglesia venezolana y la vaticana también, vería con enorme
simpatía el retorno de los privilegios, sueñan con una educación abierta a
sus tentáculos, sueñan con los cabildeos del poder que les permitió por
decenios obtener del Estado sueldos de Vice-ministros, escoltas y
automóviles de lujo. La jerarquía de la iglesia venezolana reza cada día por
la desaparición de ese monstruo, ese campeón de los pobres, zambo, negro y
feo, que tiene nombre y apellido: Hugo Chávez Frías. Ignorarlo es perdernos.
Mosca…moscas…que algo queda…
HUGO PARA TODOS Y TODOS PARA HUGO.
LA BARRICADA SÓLO TIENE DOS LADOS.