En referencia al artículo "Camarada Presidente: Le ruego, le suplico, no me aumente más el salario" (http://www.aporrea.org/actualidad/a199388.html), de entrada, no son los incrementos salariales los culpables de la inflación inducida, sino la conducta o reacción asumida por el empresario, fabricante o comerciante metido de lleno a especulador, con ayuda de sus contables de confianza, un personal que podría ser llamado a reconsiderar su postura incondicional ante un patrono de este tipo, so pena de sufrir sanciones porque un contable debe estar más al servicio del Estado, que le otorga republicanamente sus licencias académicas y universitarias de trabajo en cualesquiera empresa que se apegue a la normativa constitucional y demás leyes derivadas, que de sus coyunturales patronos privados. Sin este personal, con tendencia hacia esa obediencia incondicional de vieja raigambre aristotélica[1], los capitalistas delincuentes no serían nada.
Lo que, como asalariados o jubilados, tenemos que preguntarnos y respondernos es: ¿Podemos cubrir los incrementos sostenidos de precios de la cesta básica?, ¿podemos seguir comprando y comprando? Si las respuestas son afirmativas es porque, a juicio del vendedor[2], estaríamos cobrando “demasiado”, ya que si el contable del empresario diagnostica o intuye, o se da cuenta de que el salario, aun mejorado, no alcanza a cubrir tales precios, estos mal podrían ser inflados.
En Economía Burguesa rige el criterio de que TODA INFLACIÓN REQUIERE FIANANCIAMIENTO. En este aspecto, en verdad, pareciera que el Estado contribuye con ella con tales incrementos salariales, pero la cosa va más allá y por eso nos permitimos hacer las siguientes disquisiciones de costes y precios.
El Estado burgués ha estado siempre llamado a regular los desmanes o abusos burgueses, y eso es lo que apreciamos desde lejos ya que no pertenecemos a ningún Ministerio ni sub-ministerio en particular-nos hallamos fuera de autos, como bien dicen los abogados.
Apreciamos que regular la conducta comercial es lo que está haciendo el equipo gubernamental, una vez que se ha declarado consciente de que entre la burguesía y el proletariado hay una guerra social y económica, y política y cultural, porque sencillamente estamos ante una lucha de contrarios universales y locales marcadamente antagónicos.
Inferimos que quienes participan en estos desmanes y delitos económicos, que quienes están abusando, no son todos, sino aquellos que intuyen que sus días están contados ante la justicia burguesa porque, además empresarios nominales, son delincuentes aunque con licencia para robar comercialmente.
Veamos la dinámica de la adaptación de los precios a los nuevos incrementos salariales, cuando estos son inducidos por el Estado burgués[3]:
Sean estos los costes de fabricación de una mercancía cualquiera:
1.- Capital constante (medios de producción, o sea, instrumentos de trabajo[4], etc. y materias primas);
2.- Capital variable (Mano de obra asalariada[5]). Este costo suele ser apelotonado con el de las materias primas, y a estos sumandos heterogéneos, conocidos como “coste primo”, es lo que la Contabilidad burguesa llama “capital variable”. Tal aberración aritmética se explica porque el capital es presentado más como suma de dinero que de valores de uso. Y:
3.- Plusvalía o ganancia potencial del capitalista. Por plusvalía se entiende aquella parte del valor de la oferta creado por los asalariados durante todas y cada una de sus jornadas completicas, a cambio de un salario que por elevado que resulte con todos los ajustes inducidos por los incrementos decretados por el Estado, le resulta gratis al capitalista empleador porque el monto del salario así lo permite.
Obviamente, a mayores salarios para una misma productividad del trabajador, o sea, sin incrementarse la oferta en valores de uso, menor será el monto de la plusvalía retenida ex ante por el patrono para convertirla ex post en ganancia cuando termine colocándola en los mercados.
Esa realidad contable y realista significa que a mayores precios derivados de los incrementos salariales dispuestos por el Estado, y a mayor capital invertido por el empresario a cambio de un mismo volumen de producción en valores de uso, menor capital recuperado porque en lugar de plusvalía se estaría recuperando un dinero fofo o autoevaluado por los propios empresarios especuladores.
Esta parte del costo de producción (la plusvalía) debe forma parte intrínseca del precio de venta, sólo que ella aparece negada ideológicamente, con lo cual la fuente de la ganancia es trasladada al mercado cuando la oferta termine realizada. Como eso es manejado contablemente de esa manera, los incrementos salariales lucen incrementadores de los precios lo que nos permite afirmar erróneamente que nuestro incrementos salariales se vuelven sal y agua.
Corolario: En lugar de rogar y suplicar que los salarios queden fijos, deberíamos solicitar y recomendar que los costes reales y previos de producción sean congelados indefinidamente, o declararlos inamovibles en el sentido de que los incrementos salariales venideros no deben ser trasladados ni aparecer en ningún estado financiero como costes de fabricación ni de venta, sino asimilarlos a reducciones de la plusvalía (ganancia) que toda empresa burguesa ya tienen estimada y cargada en sus inventarios contables. Los nuevos empleados recibirían los salarios imperantes en las empresas sin que los incrementos en capital variable tampoco puedan trasladarse a costo alguno que pudiera incidir en inflación inducida alguna.
[1] Véase: Aristóteles, La Política, en varias de sus partes.
<a data-cke-saved-href="#ftnref2" href="#ftnref2" data-cke-saved-name="ftn2" name="ftn2" "="" title="">[2] Véase: http://www.aporrea.org/actualidad/a199120.html
[3] Mientras no nos hallamos declarado 100% socialistas, seguiremos dentro del procusto lecho del capitalismo.
[4] Aquí la maquinaria y en general el capital de las instalaciones propias o alquiladas, por ejemplo, suele ser depreciada y cargada anualmente, o incrementadas tan pronto el propietario encarezca el canon de arrendamiento. Ya algunas de estas operaciones de costo se prestan a muchas aplicaciones fraudulentas de cara a incrementar artificialmente los costes del año. Véase: Manuel C. Martínez M., Praxis de El Capital, por este medio ya señalado.
[5] La mano de obra del personal gerencial, de vigilancia y contable no forma parte del capital variable, pero la contabilidad burguesa, con apoyo constitucional burgués, así lo ha practicado. Véase: http://www.aporrea.org/actualidad/a198940.html