¡Chavistas de todas las posiciones, Uníos!

Es pública la existencia de tendencias disímiles en el seno del chavismo. Y en privado la cuestión es más marcada.

Muchos camaradas somos críticos de fenómenos como la corrupción e ineficiencia que han echado a perder proyectos y políticas claves de esta revolución.

El burocratismo capitalino se mostró arrogante o indiferente al llamado, muchas veces desesperado, de militantes que sólo hemos querido que nuestros aportes fuesen escuchados, para un mejor devenir del país en general y de la política chavista en particular.

Con coraje hemos visto como opositores y arribistas se han colado en importantes funciones públicas o han amasado jugosas ganancias en negociados turbios con el gobierno.

Nos indigna la falta de vigilancia revolucionaria en la ejecución de programas y proyectos, dando origen a un cementerio de obras inconclusas o mal hechas, así como servicios mediocremente prestados, con la consiguiente frustración del pueblo que espera soluciones.

Rabia callada por lealtad y falta de espacios idóneos para el debate, pero que enardece ante la evidencia del despilfarro, y los obscenos privilegios de algunos.

Discriminación de revolucionarios con una épica ganada en una vida de lucha, mientras se encumbran neoliberales confesos o enmascarados, y se premia recientes traidores con protagonismos insolentes.

Tanto que se rumia la gesta bolivariana y no se aprende la lección fundamental de aquel naufragio: al perdón y al descuido frente a la traición y los devaneos, le sobrevienen las erosiones silentes y los zarpazos con felonía.

Todo esto es verdad. Pero cuando el imperialismo gringo conspira contra nuestro Gobierno, aprueba leyes ridículas para sancionarnos, mueve las momias malinches para provocar golpes de opinión, compra sapos y activa su aparato criminal de espionaje y desestabilización, ahí sí que se equivocan con nosotros.

Porque cada vez que vemos la porquería ideológica de FOX y CNN, la cara de yonofuí de Obama, el copete engominado de Biden o el deshonroso uniforme del algún marine asesino, se nos hierve la sangre ñángara y se nos mezcla el Chávez con el Bolívar que todos llevamos en el alma, y allí sí que no hay yanqui que valga ni cipayo que nos frene.

Entonces nos quedamos pensando: coño, si con tantos errores que hemos cometido, y todavía así somos una molestia para los imperialistas, en algo fundamental habremos acertado.

Ciertamente camaradas, coincidimos todos en eso que tanto odia la derecha: el socialismo, ese antiguo e irrenunciable sueño de la humanidad.

Y para seguir parafraseando a los profetas Marx y Engels: mejor errar con la revolución, que acertar sin ella.



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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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