Ante todo quisiera decir que estoy muy consciente del hecho de que las opiniones que se publican en Aporrea son exactamente eso, opiniones. Las opiniones de algún escritor son las suyas, y si yo me opongo públicamente a sus opiniones, o a la forma en la cual se expresa, esas son mis opiniones, es decir, las opiniones, desde cualquier punto de vista, siguen siendo opiniones.
Pero …
Lo que ocurre a veces es que ciertas opiniones son interpretadas por los lectores o la audiencia como si fueran verdades, y eso normalmente ocurre a raíz de dos situaciones (mis observaciones):
1) por el talento artístico (de actor) con el cual el opinador se expresa, normalmente en televisión, dando así la impresión a la audiencia de que él es maestro de toda la evidencia necesaria para llegar a alguna conclusión aparentemente razonable, haciéndolo así más creíble que otros.
2) por el hecho de que el opinador tenga algún título universitario, y que a raíz de ese “nivel” de “educación” él sí tiene la “capacidad,” comparado a la mayoría, de analizar con profundidad el tema en cuestión para poder llegar a justificar alguna conclusión que sea aparentemente válida y pertinente, especialmente cuando se trate de algún tema como la economía o la geopolítica, donde esos opinadores posiblemente crean que los lectores, o de la audiencia, en su mayoría sea una cuerda de ignorantes.
¿Imagínense ahora algún opinador que sea buen actor en televisión y radio, y que también tenga algún titulo universitario?
Por eso al leer ciertos artículos de ciertos opinadores, o al ver en televisión a esos mismos opinadores, o al escucharlos en radio, lo que ocurre a veces es que la audiencia, dentro de su cabeza, se dice a si mimo, “Bueno, ese tipo debe saber lo que dice porque lo veo siempre en televisión, o en radio, y en Aporrea.”
Pero … eso no es necesariamente cierto.
Lo que mucha gente no sabe es que el éxito de casi cualquier producción comunicacional, sea televisiva, radial, o escrita, depende principalmente de la habilidad de los protagonistas (ejemplo, el opinador) de convencer al oyente, al lector, o a la audiencia de que lo que él dice vale la pena escuchar. Eso es generalmente lo que se vende. La razón es sencilla --- sin medio no existe audiencia, pero sin audiencia no existe medio.
Ahora, ¿por qué hablo sobre este tema?
Pregunto:
¿De todos los opinadores, hablapajas, académicos, o supuestos expertos, etc., que opinan en Aporrea, cuantos han sido presidente de Venezuela?
¿Vicepresidente? ¿Ministro? ¿Director general de alguna oficina ministerial o institucional? ¿Entre ellos, cuantos han trabajado dentro de las entrañas del gobierno? ¿Cuántos han dedicado su vida al servicio público, o al servicio social o a los intereses de la mayoría, de por ejemplo los obreros, los pobres, los marginados y explotados?
Mi respuesta es: muy pocos de esos opinadores.
Entonces, pregunto: ¿Qué les da a esos opinadores la potestad de hablar como si supieran de qué se trata gobernar o dirigir un país, o una región política o geográfica, o a un grupo de funcionarios, o de como operar algún ministerio, o alguna institución como el BCV, o la CICPC, o la SEBIM, o la FANB?
¿Sus estudios universitarios?
No. La única cosa que les da esa potestad es su capacidad mediática de convencer a la gente de que ellos sí tienen esa potestad.
Entonces, en base a estas observaciones, lo que propongo es lo siguiente (no se olviden que esta es mi opinión):
Si de verdad Toby Valderrama y Nicmar Evans se creen capaces de dirigir este país mejor que Nicolás Maduro y su equipo, y de ser exitosos en manejar y gerenciar este país que desde casi siempre ha sido corrupto, y dirigir nuestra economía, que también desde casi siempre ha sido corrupta, y nuestras instituciones, también desde casi siempre corruptas, y si creen ser capaces de mantener el orden socioeconómico cuando la macroeconomía venezolana es básicamente controlada por las mafias internacionales, las cuales creo son más poderosas que el gobierno venezolano, y sobre las cuales estoy seguro que esos opinadores no saben nada, y que además se harían en sus pantalones al conocerlas en carne propia, y si creen ser tan capaces de resolver los problemas internos de la macabra “viveza criolla” y del “orgullo mal puesto,” entonces, tendría que proponer lo siguiente:
Toby Valderrama el nuevo presidente de Venezuela, Nicmer Evans vicepresidente … y los opinadores que los apoyen, que sean los ministros del gobierno.
¿Les parece?
Habría que ser imbécil para proponer tal cosa.
oscarheck111@yahoo.com