Alí, Para vencer la oscurana

Como millones de venezolanos Alí Primera nació rodeado de carencias materiales que son tales según el color del cristal con que se les mire. Vivir en una casa de bahareque bien puede verse como tener residencia en la tierra de la mano de la sabiduría de los ancestros; jugar con el estómago medio vacío aligera la carga, y profundiza el sentimiento. Cambiar de techo, pueblo y paisaje abre el horizonte geográfico y humano. La pertenencia no está en la residencia. Eso también lo demostró un hombre que jamás, pero jamás olvidó su determinante esencia falconiana, porque, sin dudas, la tierra que le vio nacer, andar, luchar le calcó  amaneceres y crepúsculos: amarillo, azul y rojo en el alma y, por lo mismo, en su canto militante de colores primarios. “Soy comunista, siempre lo he sido, comunista yo soy”

En un taburete suele subirse la niñez para asomarse al mundo. Y los hay de variadas formas y consistencias. Alí Primera tuvo uno macizo, sólido, construido por sus padres para que los hijos jamás cayeran. Ternura, tenacidad, honradez y conciencia fueron las ejemplares bases que le permitieron al falconiano no caer, no ceder, luchar y perseverar. Mejor libro de enseñanza no se puede. En él aprendió a compartir, primero con sus hermanos,  luego con todos. Lección bien aprendida porque durante su corto paso por la vida jerarquizó a favor de lo colectivo para compartir la lucha y la esperanza.

En una cola que le dio Chuto Navarro llegó a Caracas con sueños estudiantiles, con ganas y serenatas; también llegó con la imagen de San José de Cocodite, de Las Piedras, del mar de pescadores y barcos petroleros, con sus cavilaciones de joven preguntándose, interpelándose. Una de las respuestas fue la prisión. Fue entonces cuando al joven que ya antes había sido detenido a los 13 años en Paraguaná por repartir propaganda comunista se le detonaron los recuerdos y la determinación.

A partir de allí, la pregunta:

¿Dónde radica la eterna comunión del pueblo venezolano, y de multitudes latinoamericanas con Alí Primera?

Amor por la raíz

Haber comenzado a estudiar su primaria tarde y en una escuela nocturna ( para pescadores adultos), haber limpiado zapatos, sembrado la tierra, vendido empanadas, cargado maletas, serenateado, boxeado, cambiado de un pueblo a otro de la mano de su madre, nada ocultó Alí Primera ni al comienzo ni al final. Por encima de la adversidad su vista larga, la comprensión, la transformación. Bien apunta Héctor Hidalgo Quero en su libro “Alí Primera, herido de vida”: "El campo paraguanero fue el mejor maestro. Allí se concentraron las vivencias que con el pasar del tiempo se convertirían en canción…".Paraguaná, Paraguanera, Falconía, Mamá Pancha, Perdóneme tío Juan, Canción mansa para un pueblo bravo, Juanita la lavandera, Madre, déjame luchar, José Leonardo… Alí, ciertamente, amarró los recuerdos al árbol de la noche, y fue en busca del sol…

Lo preciso, sin concesiones

Estudiosos de la vida y obra de Alí Primera como Andrés Castillo, José Millet, Héctor Hidalgo y Heberto León entre muchos, y quienes acompañaron  parte de su transitar, como su hermano Esmil (José Montecano), Ramiro Ruiz, “Ahora”, La Chiche Manaure, Gerardo Brito, Emiro Delfín, Jesús Franquis, Lilia Vera, Gloria Martín, Diego Silva, Sonia Silvestre, Mercedes Sosa, Luís Suarez y “Los Guaraguao”,  todos apuntan a un indeleble sello de clase, firme, claro, inalienable, batallador y decidido. Sello de clase grabado en la piel. “El frío que corta los harapos de los pobres del mundo para bañar su cuerpo, no puede ser un poema de amor”.  Alí siempre supo de qué lado de la historia estaba y a la hora de enarbolar la herramienta de su canto y su discurso no endulzó nada, no quiso caer bien, no abjuró. “Será panfletaria, pero milito con ella”. América Latina obrera, Basta de Hipocresía, Black Power, Canción panfletaria, Dispersos, Cuando las águilas se arrastren, Ruperto, El bachaco fundillúo, El despertar de la historia, Hay que aligerar la carga, Inolvidable Ho Chi Minh, La soga…

La certeza Bolivariana

No se echó Alí Primera el país al hombro por altruista. No. Ni se echó a andar sin rumbo. En cada pueblo, en cada barrio, en cada plaza, en cada casa, en cada conciencia sabía que abonaba. Haber  palpado el ciclo de la tierra en aquél corral de San José de Cocodite le enseñó el secreto del abono y la recolección. Lo frontal de su canto era preludio. “Es de noche… (Y habrá mañana)”  que en la oscuridad lo que importa son los pasos.

En sus propios pasos Bolívar es lo prístino. No es un pensamiento muerto ni mucho  menos un santo para prenderle una vela. Ese sentimiento bolivariano despertó tanta pasión en unos como  recelo en otros. Era (y es) Bolívar y lo que entraña su historia de batallas, héroes, dificultades, traiciones y glorias la brújula al sur del pensamiento aliprimeriano.  En la Canción Bolivariana Alí Primera escribe su propia Carta de Jamaica: "Hoy acudimos a tu idea visionaria, al anti-imperialista pensamiento de tu frente”, “Toma mis espuelas, que hay que jinetear de nuevo. Tú te vas de pueblo en pueblo a despertar a la gente, que alcen más y más la frente para merecer la gloria de hacer de nuevo la historia liberando al oprimido, que si el pueblo está dormido nunca ganará la gloria”. “La burguesía es hija de la colonia y viceversa; la opresión está reunida en masa bajo un solo estandarte, y si la lucha por la libertad se dispersa no habrá victoria en el combate". Así lo vio. Así es. No es un pensamiento muerto.

Baluarte de venezolanidad

No hubo un género musical venezolano que no fuera abordado por Alí Primera, y junto a la música los rostros de la tradición, de la postura digna, de la diversidad cultural en su genuino esplendor. De la mano de Alí Agüero, Emiro Delfín y Jesús Franquis, entre otros, Alí entró en el mundo de posibilidades que daba un instrumento, que brindaba una cadencia. Un sangueo, una gaita, un tamunangue o una tonada, sin dejar de lado aires latinoamericanos para la solidaridad del sur, le imprimió a la melódica la contundencia del mensaje. Nuestro pueblo supo reconocer y reconocerse no solo en las letras sino en los aires que Alí tomaba para sentirnos más cerca. Enmarcó con amor a personajes olvidados, execrados de esa cierta historia que escriben ciertos medios apuntando a cierto olvido o por lo menos a la memoria corta. Y ahí están refulgentes César Rengifo, Don Pío Alvarado, Luís Mariano Rivera, Simón Díaz, el Madera (de jazmín café), los Warao, Zobeyda Jiménez la muñequera…

Con sus raíces, sus certezas y sus baluartes, además de su bendita intransigencia, Alí Rafael Primera escribió la crónica real de nuestro tiempo. La crónica en la que todos nos vemos reflejados. Entre el canto y el pueblo él se hizo comunicación amorosa y directa.

¿Dónde radica la eterna comunión del pueblo venezolano, y de multitudes latinoamericanas con Alí Primera? ¿Dónde la gratitud con un cantor que jamás fue cómplice de la alienación? ¿Dónde la perseverancia hacia quien mostró cómo la adversidad puede estar a favor de la conciencia? ¿De qué calidad fue su enseñanza que aún hoy a 30 años de partida sigue multiplicándose?

¿De qué tamaño es su grandeza y ejemplo si su nombre, su propuesta y su título de Cantor reposan escritos sobre un pecho eterno en el Cuartel de la Montaña?

(Publicado en suplemento especial de Últimas Noticias)



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Lil Rodríguez


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