El papel de los medios como es ya del conocimiento general, no ha sido otro que el de sustituir a las organizaciones políticas tradicionales, las cuales se transformaron en cascarones vacíos que ya no representaban a nadie. Pero más allá de que se concertaron para asumir “de facto” el rol de los que por más de cincuenta años fueron los llamados "grandes” partidos AD y COPEY, para los cuales lo que existe hoy entre tirios y troyanos es desprecio casi absoluto, se han dado a la tarea de buscar o aceptar cualquier aliado circunstancial que surja por allí, con más pena que gloria, que esté articulando sus mismos discursos cargados de falsedades de todo calibre y buscando el objetivo compartido del derrocamiento del “tirano” Chávez y la vuelta al poder que les permita reponer en el país el modelo neoliberal del puntofijismo derrotado en las elecciones de 1998, como fórmula económica de gobierno, bajo la égida y los mandatos de Washington, simplemente porque sus estudios permanentes de la realidad del país les están diciendo reiteradamente, en términos muy claros, que por la vía democrática del voto es imposible salir de Chávez. Las encuestas de los últimos días le otorgan a éste una popularidad que oscila entre el 60% y el 70%, en contraste con el exiguo 12% que en conjunto suman los potenciales candidatos de la oposición.
Este preámbulo viene a cuento porque si revisamos El Nacional, El Universal, El Impulso de Barquisimeto y el Carabobeño de Valencia, entre otros muchos con tradición periodística y algunos cuantos pasquines como el Tal Cual, durante los últimos tres años y medio, veremos en sus primeras páginas falsedades, iniquidades de todo calibre, medias verdades a granel e infinidad de declaraciones e informaciones adversas, por supuesto al actual gobierno, suministradas por centenares de ilustres desconocidos u obtenidas en fuentes que omiten identificar (?) con aquello de que "se nos pidió mantenerla bajo estricta reserva...", sin siquiera tomar la decisión ética de verificarlas con otras fuentes. Paralelamente a ello, aquellos asuntos o acontecimientos de muy alta trascendencia y beneficiosos para el colectivo, han optado por ignorarlos y nada informan sobre los mismos, así de simple o, en última instancia, cuando se les hace imposible tapar el sol con un dedo, esos medios publican sólo una síntesis, lo más corta posible en letra pequeña y las ubican en espacios interiores muy poco visibles.
Esa ha sido una conducta reiterada de los medios porque no han querido asimilar que el país que por años controlaron a su mayor antojo tras bastidores, haciendo lo que les viniera en gana en beneficio de sus propios intereses y de la muy variopinta burguesía criolla, conformada como lo sabe todo el pueblo de muy pocas familias de abolengo adineradas y aquellas, las más, igualmente inmensamente ricas a costilla de los dineros públicos. Hay que tener presente que muchos de esos personajes de esta última camada llamados más comúnmente como los “nuevos ricos” o sus causahabientes por allí andan en lujos automóviles o degustando en los más costosos restaurantes del este capitalino o de viaje hacia La Florida o Europa, como sino hubieran roto un plato, han sido los que han provocado en este país y en distintos momentos históricos las crisis económicas de más alto tenor que el mismo ha padecido, como fue la última bancaria de 1.995 que llevó a la debacle al menos doce bancos al saquearlos transfiriendo a sus cuentas en el exterior una suma superior a los treinta mil millones de dólares propiedad de ahorristas y en su mayor parte de fondos provenientes de auxilios financieros que les había otorgado FOGADE, pero que antes habían estafado a manos llenas y quebrado instituciones financieras del Estado, como: la Corporación Venezolana de Fomento, la Corporación de Mercadeo Agrícola, Mersifrica y el Banco Agrícola y Pecuario y el famoso Banco de los Trabajadores, que si bien operaba como una institución de carácter privado, quien lo nutría de fondos era el Estado.
Poner en blanco y negro como se dice tantas iniquidades de los medios y sus vinculaciones con esa casta de pillos de cuello blanco que rasparon y hasta por poco se llevan la olla, es tarea de investigadores de la comunicación que no sabemos si alguna institución la está haciendo, pero que se impone adelantarla con urgencia porque no es nada saludable para un país que tenga unos medios de esa calaña sin que nada ocurra. Es ya inadmisible a esta altura de una revolución que consideramos irreversible, que en esa materia los venezolanos sigamos actuando como unos pendejos. Pensamos que no se puede posponer la tarea de desenmascararlos a través de un trabajo serio de investigación que no deje lugar a dudas acerca del inmenso daño que le han hecho y le siguen haciendo al país.
Como hemos sido siempre optimistas con el devenir airoso de la patria, estamos convencidos de que más temprano que tarde conoceremos estudios sociológicos y de investigación de la comunicación irrebatibles que nos darán en cifras esos despropósitos y hasta dónde habría llegado la magnitud de tanto descaro y tanta desvergüenza, así como también quienes han sido sus directos responsables y los que se prestaron a ser sus marionetas tarifados en la instrumentación de un plan comunicacional de tamaña asquerosidad.
Para concluir se nos ocurre proponer que la Defensoría de Pueblo, como institución garante de los derechos que nos otorgan la constitución y leyes de la República, entre los cuales sobresale el derecho a que se nos informe con veracidad, equilibrio y de forma oportuna, debiera examinar con el mayor interés la conveniencia de asumir la responsabilidad de la autoría y rectoría de un trabajo de tal calibre.