El dólar paralelo

Cuando se implementó el mecanismo del Simadi, se afirmó que éste acabaría con el dólar paralelo. No sucedió así y al contrario, ha seguido subiendo. En teoría, si analizamos el escenario financiero y se convirtiesen en dólares todo el dinero que está depositado en todas las instituciones financieras, públicas y privadas, alcanzaría, a la tasa de cambio Simadi actual de más de 180 Bs. a menos de $10.000 millones de dólares.
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Bajo esta premisa no solo no debería subir, sino que debería bajar el precio del dólar que se cotiza en Simadi, aplicando la ley de la oferta y la demanda, ya que no parece existir una liquidez suficiente para sostener ese nivel de cambio.
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Sin embargo los demandantes de divisas extranjeras siguen concurriendo al mercado paralelo. ¿Por qué hay compradores que van al mercado negro, en vez de ir al oficial que es mucho más barato?
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En primer lugar y de acuerdo a declaraciones recientes, parece que no hay suficiente oferta de dólares en el mercado de Simadi.
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En segundo término, hay que entender que quienes acuden al mercado paralelo en la mayoría de las veces lo hacen porque el origen de su dinero no es lícito, principalmente por ser producto de la especulación, de la corrupción o del narco tráfico.
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Resultando un mercado que funciona de la siguiente manera:
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A - El oferente de dólares negros los entrega al comprador en la cuenta de éste en el exterior, vendiéndolos al precio que él fija, pongamos hipotéticamente por ejemplo que es de Bs. 250,oo por dólar.
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B - Luego, con los bolívares que recibe por la venta de dólares y que son depositados en su cuenta local, el vendedor de divisas acude de al sistema de Simadi para adquirir dólares legalmente a digamos a Bs. 180, con lo que se ganaría en este ejemplo unos 70,oo Bs. por dólar por la intermediación, es decir un 40% flat.
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C - Los dólares así comprados se remiten al exterior para ser ofrecidos posteriormente a la tasa del dólar paralelo, para repetir el ciclo.
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Y así este proceso se repite ad infinitum, obteniendo el intermediario pingues ganancias, produciendo una elevación continuada del precio del dólar paralelo y convirtiendo el proceso en una verdadera máquina de fabricar bolívares que garantizan la continuidad de este mecanismo, trastornando de paso la actividad económica del país.
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Por supuesto que esta situación tiene remedio. Primero a través de una severa política impositiva que penalice la especulación, y en segundo término, con un estricto control de las transacciones dentro del sistema financiero que superen determinado monto, digamos Bs. 50.000,oo.
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Porque hay que recordar que todas esas transacciones de compra-venta en el mercado se realizan a través del sistema financiero. Por supuesto que estas medias son ampliamente conocidas y si no se aplican será probablemente por la presión de quienes se enriquecen groseramente con esta situación.
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LOS BENDITOS IMPUESTOS
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Pero en el caso de los impuestos se presenta otro elemento distorsionador, el ideológico.
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En efecto, existe en los círculos teóricos de la economía un principio inventado por los teóricos imperiales y que muchos profesionales locales lo han tomado como un dogma, el cual sostiene que los impuestos deben pechar lo mínimo posible las ganancias de los empresarios, porque ellas se convertirán en inversión, y por ende en generadora de empleos y riquezas.
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Sostener eso en la Venezuela actual es una verdadera estupidez.
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Recordemos que el plan de dominación imperial se basa en el control de las economías de los países a dominar a través de las grandes transnacionales, pero para alcanzar ese objetivo se requiere que esas empresas dispongan de suficiente efectivo para "invertir" (o sea apropiarse de los sustancial del aparato económico de los países a colonizar).
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Es por ello que en las naciones imperiales el plan neoliberal de colonización tenía como punta de lanza la disminución de los impuestos, que la aplicaron desde Teacher hasta Merkel y Rajoy.
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Cuando impuso en Venezuela el plan de dominación neoliberal también se aplicó la política de no subir los impuestos con el cuento de la inversión, buscando de esa forma dos objetivos principales:
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1 – Garantizarle a sus sectores económicos lacayos grandes márgenes de ganancias y
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2 – Permitir que sus transnacionales que operan localmente obtengan igualmente ganancias groseras que no se pechen, ganancias que se incrementan gracias a ese estúpido convenio que prohíbe la doble tributación.
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De resultas que, gracias a no tener una política impositiva nacionalistas, los industriales y comerciantes especulan como les da la gana, y los consumidores alimentamos tanto a una oligarquía parasitaria como a las grandes transnacionales, es decir, que estas empresas se roban de nuestros bolsillos un capital que ellos utilizan para "invertir" en los países neocoloniales y hacernos cada vez más dependientes.
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Y el que tenga dudas de esto, que vez como nuestro país se ha convertido en un enclave del capital transnacional. De soberanía solo tenemos el nombre.
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De estos temas es que deberían ocuparse los organismos regionales como la CELAC, el ALBA, MERCOSUR, etc., y no limitarse a producir altisonantes comunicados que no sirven para un carajo.



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Carlos Enrique Dallmeier


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