Cuando se trata de la patria, habla el corazón y la conciencia

La canciller Delcy Rodríguez tuvo una participación patriótica en la reunión de la OEA. Fue una disertación diplomáticamente clara, sin dudas y frontal, argumentó las razones por las cuales el pueblo de Venezuela rechaza la posición del imperialismo yanqui al considerarnos una amenaza como país. Nuestra canciller no vaciló en afirmar ante el mundo que ante tal afrenta,  cuando se trata de la patria, lo que habla es la conciencia y el corazón. Luego, ha seguido promoviendo la posición firme del país en diferentes escenarios internacionales preparando lo que debe ser la gran derrota del agresor Obama en la próxima cumbre de las Américas a la cual asistirá el Presidente Nicolás Maduro como representante y vocero del pueblo venezolano para exigirle la derogatoria del decreto imperial al “premio nobel de la paz”.

Cuando se trata de la patria, los sentimientos que afloran son de rechazo absoluto ante la pretensión de irrespetarla. Desde los más ancianos, como un patriota que tiene más de noventa años de edad, en la sierra de Falcón, quien dijo ante la afrenta gringa “que vengan esos yanquis del carajo aunque sea una sacá e madre les hecho”, hasta los más jóvenes como los de la orquesta sinfónica que grabaron junto a Francisco Pacheco y otros cantantes tremendo mensaje musical antiimperialista. Habla la conciencia y el corazón, cuando todos decimos a una sola voz que Venezuela no es una amenaza, es una esperanza.

El sentimiento patriótico  debemos fortalecerlo y expresarlo como valor que llevamos hasta en los huesos, como dijera nuestro Comandante Chávez. Debemos expresarlo más allá del simple deseo o consigna de ser un país libre e independiente, concretamente, en el cumplimiento de las tareas previstas en el Plan de la Patria. Cumplir el Plan de la Patria es la mejor arma contra la agresión. Convertir a Venezuela en un país potencia, haciendo del conocimiento el instrumento generador del desarrollo industrial y la producción de alimentos es la concreción real de la defensa de la nación. Fortalecer la cultura del trabajo y erradicar los vicios que la debilitan para hacer de la producción de nuestros bienes y servicios el gran escudo contra la dependencia económica, es tarea de primer orden.

Venezuela es territorio de paz. No admitimos la guerra como método para la solución de los conflictos. La revolución bolivariana es pacífica, un sin número de muestras hemos dado ante agresiones internas y externas al país. Enarbolamos la bandera de la coexistencia pacífica y la autodeterminación de los pueblos, a estos principios nos aferramos pero también gritamos al mundo, sobre todo a nuestros agresores, ¡no se equivoquen con nosotros!.



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Salvador Camacho


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