El sábado 4 de mayo de 1521 murió fray Pedro de Córdoba. Ciertamente fray Pedro no fundó ciudad alguna, como desean algunos que hubiese sido; su obra no consta de bloques y vigas, su obra es de conciencia, la base utópica sobre la que se erige la lucha por los Derechos Humanos en Nuestra América.
Bartolomé de Las Casas lo comenta así: “En estos días, a tantos de mayo, año 1521, víspera de Santa Caterina de Sena, murió aquel siervo de Dios, el padre fray Pedro de Córdoba, que trajo la orden de Santo Domingo a esta isla (Española)…murió de ético, de las grandes penitencias que había hecho en su vida, en esta casa y ciudad de Santo Domingo, recibidos los santos sacramentos muy devotamente, siendo viceprovincial, de edad de treinta y ocho años…Predicó a su entierro, domingo, día de Santa Caterina de Sena, el padre Antonio Montesino…y tomó por tema: que bueno y que delicioso es habitar los hermanos unidos”.
Un documento de la Audiencia de Santo Domingo, recopilado por el acucioso investigador bejarano fray Vicente Rubio, lo ubica en la región de Cumaná el 18 de julio de 1516, supervisando el trabajo de la evangelización pacifica de los habitantes de Tierra Firme en la Costa de las Perlas.
Los funcionarios reales reseñan…“una carta que les fue dada por el superior del monasterio de Santo Domingo de esta ciudad, la cual pareciera ser de fray Pedro de Córdoba, viceprovincial de la dicha orden, que está en la provincia de Cumaná, por la cual le hacía saber ciertas cosas tocante al rescate (robo) de los (indios) esclavos y perlas que en la dicha provincia rescataban los cristianos (españoles), y la forma y manera que en ello tenían, y los inconvenientes que se seguían o podían seguir por la forma que tenían en el hacer del dicho rescate”.
En verdad fray Pedro de Córdoba no merece que le echen esa vaina de llamarlo “fundador” de una fantasiosa ciudad que solo existe en mentes aferradas a la alienación colonial. “Ciudad” que ensangrentó Gonzalo de Ocampo en injusta represalia. “Ciudad” que el gobernador Fernández de Serpa no pudo disfrutar gracias a las flechas de la resistencia de los “indios” cumaneses, los que murieron por centenares de miles en la guerra para que el invasor no les plagiara sus nombradías originarias.
No es justo calificar de “fundador” a un hombre tan santo; quienes así han sido mencionados guardan una historia personal de crímenes: Alfinger, Cortes, Pizarro. Parece que no han comprendido el carácter de la misión que fray Pedro asumió.
El método de aquellos dominicos consistía en convivir con los nativos en sus propias condiciones, por eso a lo sumo se construyeron un bohío a la usanza indígena.
Pedro de Córdoba llegó a La Española a la edad de 27 años, en septiembre de 1510 con su hermano fray Antonio Montesino, el del famoso sermón del cuarto domingo de Adviento de 1511 (21 de diciembre), que cuestionó al poder colonial por el trato injusto que daban al indígena, iniciándose la lucha por los Derechos Humanos en este hemisferio.
Sus hermanos de la Orden de Predicadores lo definen así: “Fue de su natural manso, apacible e inclinado a todo bien. Muy joven, fue enviado a Salamanca para estudiar Leyes, pero abandona estos estudios y en 1501 solicita el ingreso en el convento dominicano de San Esteban de Salamanca. Allí cursa estudios de Artes y Teología y es ordenado en 1508. Al año siguiente es asignado convento de Santo Tomás de Ávila, junto a fray Antón Montesino y Bernardo de Santo Domingo. Los tres forman parte de la primera expedición de dominicos, que desembarca en América por el mes de septiembre de 1510. Desde ese momento, fray Pedro de Córdoba brillará como abnegado apóstol y genial evangelizador.
En aras de su vocación apostólica cruzará seis veces más el Atlántico, y otras tantas enfrentará los peligros del mar Caribe, navegando entre La Española y Venezuela. Sumemos a las condiciones marítimas de aquella época, una vida ascética, una pésima alimentación y muchas penas y el resultado se expresará en una salud endeble, y una tuberculosis que le llevaría a la tumba el 4 de mayo de 1521”.
Ahora que los gobernantes, partiendo de un error histórico, pretenden celebrar unos supuestos 500 años de Cumaná, ojala encuentren espacio para honrar, mas en sus mentes y almas que en sus agendas y presupuestos, al maestro fundador de los Derechos Humanos en el continente americano: fray Pedro de Córdoba.
Sólo la verdad histórica forma pueblos libres.