Moseñor Luckert declaró a la prensa después de reunirse con la gente de Fedecámaras el pasado 31/03, antes lo había hecho con Ramos Allup y con algunos dueños de medios, dentro de una serie de encuentros que tendrá, según dijo, la CEV con diferentes organizaciones de la sociedad, que: "no queremos un país de pordioseros sino de gente que tenga el dinero necesario para poder vivir con dignidad, y eso lo hace el Gobierno, pero también un Estado que entienda que los empresarios no son sus enemigos, (...) sino colaboradores en el engrandecimiento del país en el que todos cabemos (...) Nos están apoyando a afianzar este deseo con la generación de riqueza y trabajo.”
En referencia a las misiones que ha puesto en marcha el gobierno Bolivariano, el prelado comparó la “Vuelvan Caras” con el INCE que “obligaba a los empresarios a apoyar la educación de los empleados menos preparados”, para agregar: “Creo que los empresarios tienen una actitud positiva en asumir a los jóvenes que se preparan de esta forma”. Señaló finalmente y con ello mostró una vez más su real postura política opositora intransigente, que consideraba necesario el diálogo con el gobierno sin ”una agenda oculta”, pues "a veces no sabemos cuál es el juego que tiene".
El reverendísimo obispo con estas declaraciones pretende seguir engañando a la gente, pues si bien hace reflexiones que se corresponden con una realidad inobjetable, como es aquello de que “no queremos un país de pordioseros” (de seguro nadie lo quiere), y de que al parecer la misión “Vuelvan Caras” cumple una función educativa importante porque cree intuir que los empresarios tienen una actitud positiva en asumir “a los jóvenes que se preparan de esta forma”, parece olvidar cuando habla de la necesidad del diálogo y de que el gobierno anda con “agendas ocultas”, (que) "a veces no sabemos cuál es el juego que tiene", que aquí en este país quienes han estado manejando ese tipo de agendas lo han sido, precisamente, esos caballeros empresarios y politiqueros farsantes con quienes ha estado hablando y a los que califica como excepcionales caballeros prestos para trabajar por el engrandecimiento de la patria, los mismos sujetos que en abril del dos mil dos asumieron la vanguardia del golpe de estado fascista y bajo la tutela de Carmona Estanga, presidente de la cúpula empresarial, se hicieron del poder y de un solo plumazo, entre vítores y aplausos, dieron al traste con la institucionalidad de la democracia. Son los mismos que meses después, en diciembre de ese año y enero/03, organizaron y auparon en conchupancia con la CTV de adecos y copeyanos y la poderosa comparsa mediática, el paro patronal y terrorista contra la industria petrolera que produjo daños incuantificables al país, buscando con ello darle la estocada final al gobierno de Hugo Chávez.
Que no olvide el obispo de Coro que esos eventos están todavía frescos en la memoria de los venezolanos a la espera de que se termine con la impunidad y que cada uno de los sujetos que se anotaron en esa aventura golpista, entre los cuales jugaron papel estelar igualmente algunos de sus compañeros de la CEV y sacerdotes devenidos en activistas políticos, sean juzgados y sancionados por la justicia.
La Venezuela de los pendejos ya no existe, de manera que el obispo Luckert y muchos otros que piensan como él, deben bajarse de esa nube y terminar de seguir aparentando lo que, de plano no son, demócratas, sino piezas al servicio de los intereses de una oligarquía que lo que menos le preocupa son los pobres de este país y de ninguno otro, sino lo que busca es recuperar el poder que lo mantuvo por más de ciento cincuenta años, para entregarse por entero a los mandatos del imperialismo yanqui y permitir que Venezuela sea convertida en una de sus predilectas colonias por sus inmensos reservorios petroleros y gasíferos.
La acusación de que el gobierno es imprevisible y que maneja cartas ocultas para sorprender la buena fe es parte del formato oposicionista que lo cataloga de tramposo electoral sin que hasta la fecha haya podido ser exhibida alguna prueba, todo ello orientado a desconocerlo y de hecho lo declaran como tal en el exterior, en donde a Dios gracias cada día son menos los que los escuchan.
Para terminar hay que recordarle también a Monseñor Luckert que su verbo ha sido golpista siempre, tanto que el 29/11/99 declaró al diario El Universal que “votar por la nueva constitución podría arriesgar la paz y la democracia”, cuando internacionalmente ha sido calificada como una de las más democráticas del mundo y el 26/11/02 declaró al diario El Nacional, a pocos días de iniciarse el paro terrorista contra nuestra primera industria y en referencia a una alusión de Chávez a quienes desde la iglesia conspiran contra la democracia: “Cuando se destape el tumor que él tiene a su alrededor, el hedor va a llegar hasta las antípodas”.
De manera que este obispo se las trae. Ha estado muy activo en la confrontación contra el gobierno y para nadie es un secreto que sus palabras también sirvieron de aliento a quienes asaltaron el poder en abril del 2002.