No hay la menor duda de que la delincuencia y la violencia generalizada son unos de los problemas más graves que tiene el país y que domina la preocupación nacional. Usted puede vivir con inflación, con deficientes servicios, malos gobiernos, pero salir a la calle con la posibilidad de que a Ud. o a algunos de los suyos lo roben, secuestren, asesinen es algo con lo que es difícil vivir y que no solamente afecta la propiedad y las condiciones materiales de vida sino la sicología del venezolano. El temor, el miedo, la desconfianza nos domina, nos prohíbe y nos cohíbe hacer nuestras actividades cotidianas, nos desgata, no nos deja dormir tranquilos.
Sabemos que en un país politizado este tema también se lleva al debate y se manipula: aquellos de quienes desde el sector oficial esconden cifras y acusan a los medios de oposición de magnificar los hechos, y en efecto, esos que junto a la terrible realidad de todos los días nos abruman con noticias de violencia, como si en el país no ocurrieran mas nada, sino solo violencia y muertes. De estos están llenos los noticieros, que no solamente le hacen daño a la tranquilidad del venezolano, sino a la economía, ya que como se sabe "el capital es cobarde".
Sectores del gobierno y de la oposición todos los días toman este tema para atacarse mutuamente: las deficiencias de los cuerpos policiales, lo mal pagados, que los hace propensos a caer en el delito, la corrupción de estas instituciones, las deficientes legislaciones donde nadie es delincuente hasta que todo el mundo lo demuestre, donde el delincuente parece ser mas protegido que el ciudadano común: las victimas, quienes enmascarándolo con el eufemismo de "privados de libertad", como si con eso le borraran su accionar como delincuentes, la permisologia en la venta de armas, el comercio de armamentos que llegan por las fronteras, los grupos armados (guerrilleros o paramilitares) que dominan parte del territorio nacional, la expansión del mercado de las drogas, que es uno de los elementos determinantes, producto de sus excesivas ganancias, proclive a cautivar cada vez mas número de personas, la mayoría jóvenes, que por el consumo o por los beneficios no les importa entrar a este mundo a sabiendas de que las expectativas de vida difícilmente pasan la barrera de los 25 años.
Estamos conscientes de que este estado de violencia y delincuencia no se circunscribe, como muchos lo quieren hacer ver, a un contexto nacional, es un problema mundial, que tiene que ver con la degradación del mundo, más concretamente la degradación del capitalismo, donde lo que importa es el consumo, donde la vida no vale nada, donde se vale por lo que se tiene y no por lo que se es. Los medios de comunicación a diario nos atiborran con mensajes publicitarios, novelas, noticias, que enaltecen la riqueza, la posesión de grandes casas, automóviles, joyas, donde la vida privada de un artista o una princesa es más importante que un terremoto o los muertos en África por hambre. Desde los juegos, con los que "se entretienen" los niños incitan a la violencia.
La delincuencia y la violencia han tenido históricamente en la pobreza y la desigualdad una causa estructural y más aun en los países pobres, donde los niveles de desigualdad son más profundos y las oportunidades de ascenso más complicadas. También tenemos claro que la delincuencia no se arregla solo con cuerpos represivos, son necesarios, pero no suficientes y muchas veces contraproducentes, al final se degenera una guerra entre delincuentes y policías, donde no se tiene claro donde está la frontera entre unos y otros, y al final pagan los inocentes.
Estamos convencidos que el problema de la delincuencia y la violencia, aunque mucho se repita es un problema cultural y educativo, que tiene que ser abordado por el estado: ofreciendo educación de calidad a todos, una educación no para la competencia, ni para valores banales, sino para la vida digna, donde los medios de comunicación sean obligados a servir como medio educativos y de recreación sana, donde el delincuente con todos sus derechos humanos sea castigado como tal.
Pero consideramos que lo más importante es el papel de los padres, los hijos son nuestra principal responsabilidad. La familia no es una fábrica de gente, ni somos animales que procreamos por procrear, la familia debe ser una unidad consciente, que planifica el número de hijos y contribuye en la formación del nuevo hombre. Los hijos son su máxima responsabilidad. Por encima de la escuela y el estado, la familia es la máxima responsable de los hijos. La mayoría de los que mueren y los asesinos son niños y jóvenes, y tienen padres, y nos preguntamos: dónde están?, que están haciendo? Cómo permitimos que nuestros hijos hagan y tengan un comportamiento fuera de lo normal. Cómo es posible que yo como padre no sepa en dónde y con quién están mis hijos?, quiénes son sus amigos?, cómo va en la escuela?, no sepa de sus tristezas y sus alegrías. Estas son mis responsabilidades, no son de la policía, ni del estado, ni de la escuela, ni de más nadie. ¿Qué estás haciendo tú por tus hijos?. ¿Conoces realmente a tus hijos?.