Manipulación grotesca de la fe

La cabra al monte tira, y la iglesia...¡también!

La cabra al monte tira, dice el refrán. No pocas personas de buena voluntad quisieron ver un cambio en la Iglesia al producirse el nombramiento de la nueva directiva de la Conferencia Episcopal. En la oportunidad alerté sobre tales ingenuidades. Cierto que lo hice desde la razón porque desde la emoción también hubiese querido ese cambio. Ha bastado la primera oportunidad para que el barniz se cayera. El episodio conmovedor del asesinato cruel de los hermanos Faddoul sirvió para que los carroñeros de todas las especies se reunieran al modo que lo hace el olor a carne muerta diseminado en el aire. Relamiéndose se dieron cita, presurosos, alrededor de la muerte. En esa convención de carroñeros no podía faltar la Iglesia Católica. Cada quien con sus armas depredadoras en ristre. Medios del terror, animando, provocando, estimulando, explotando el dolor humano para generar violencia; politiqueros sin escrúpulos, pescueceando, sacando partido con armas innobles, pero… del grupo de carroñeros, la actitud más grotesca es la de un sector de la Iglesia. ¿Por qué? Porque trabaja con la fe de la gente. Porque la fe no es un acto racional sino que pertenece al delicado mundo de la espiritualidad y por tanto no se discierne, se toma.

Utilizar un acontecimiento doloroso para manipular la fe a favor de unos intereses no es nuevo en la Iglesia universal. Tampoco lo es a lo largo de la historia venezolana. Desde aquellos días de la revolución independentista hasta los más recientes. Desde la utilización del terremoto que destruyó Caracas y buena parte de Venezuela para explicar el hecho como el castigo de Dios para un pueblo desobediente a su voluntad. Es decir, la voluntad de un pueblo por romper las cadenas que lo esclavizaban al poder del Rey de España ungido rey por la gracia de Dios mismo qué –según estos estafadores-, había desatado la ira del padre bueno. ¡Que irrespeto y cuanta crueldad!. En los días de aquel mazazo que conocemos como el “Deslave de Vargas” vimos como la Iglesia -al menos connotados voceros no desautorizados por otros-, explicaron desde la fe el doloroso acontecimiento: Dios había castigado al pueblo de Vargas por la “soberbia” del Presidente Chávez. En otras palabras, el Dios bueno, el Dios amor, el Dios creador de la vida, tomaba la decisión de cegar la vida de más de diez mil criaturas, hombres, mujeres, niños, niñas, inocentes todos, para castigar la “soberbia” en una expresión de Hugo Chávez. ¡Intolerable! ¡La lengua no ofrece palabras para describir tanta miseria!. Y ahora… el crimen de los hermanos Faddoul.

El sacerdote que ofició la Misa por los hermanos Faddoul, aprovechando el momento de intenso dolor de todos, pero especialmente de familiares y amigos, en su homilía, “vio”, en estos acontecimientos y otros que invocó: la mano de Dios que se manifiesta para “despertar y salvar a Venezuela”. Dios se expresa -según este manipulador que merece el peor de los castigos-, por el martirio redentor de estas criaturas. Eso me obliga a reflexionar un poco sobre la dimensión grotesca de esta manipulación. Se invoca el martirio. ¿Y qué es el martirio? Mártir es la persona que sufre una muerte violenta para dar testimonio de una verdad. Una muerte violenta que está en el Plan de Dios para hacer al mártir testigo de la verdad. Un mártir fue, por ejemplo, Monseñor Romero, un hombre que fue asesinado por denunciar el horror, la persecución y la tortura. El primer mártir del cristianismo es Jesús de Nazareth. Este es el mártir por excelencia. Mártir fue el Che Guevara, porque sin tener una fe cristiana explícita perteneció a la misma causa de Jesús, sacrificó su vida por la utopía del reino de la justicia y la igualdad. El martirio tiene entonces ulteriores consecuencias. Si no las tiene vano ha sido el martirio. ¡Se equivocó Dios, pues!

Ahora bien, siendo el mártir un testigo de la verdad. Un testigo consciente de la verdad en el reino de la mentira. Un testigo de la verdad que es asesinado por los dueños de la mentira. ¿Qué mató a los hermanos Faddoul?. ¿Acaso el gobierno que más ha hecho por combatir la causas profundas del crimen y la violencia?. ¿No serán más bien los testigos de la violencia desalmada del capitalismo?. ¿No es Barrio Adentro llevar amor y esperanza a los más pobres?, ¿no lo es Mercal?, ¿no es combatir el crimen en sus raíces profundas llevar la luz y la oportunidad de una vida digna con las misiones educativas: Robinson, Ribas, Sucre, Vuelvan Caras?. ¿Qué mató a los hermanos Faddoul entonces, hipócritas farsantes? ¿No es acaso la miseria, la pobreza, la exclusión y en fin, la violencia intrínseca del inhumano sistema capitalista?. ¿No es una manipulación intolerable, repugnante y criminal intentar volver la verdad mentira y la mentira verdad en transustanciación grosera?. Pues eso mismo hace la Santa Madre Iglesia , Católica, Apostólica y Romana por voluntad de estos Judas. Lo hace cuando no los desautoriza, cuando cómplice calla. ¡Ya está bueno, señores obispos…ya está bueno, repugnan!. ¡El pueblo está claro!. Si acaso nos equivocamos, Monseñor Urosa...¡disponga usted de las cámaras, hable ahora, cállele la boca a estos Judas o calle para siempre!.


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Martín Guédez


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