¿De dónde salen los dólares que reparte la burocracia caraqueña?
¿Quién dijo que la democracia es que unos suden a 40° bajo sombra y dejen su vida en una selva o un lago tempestuoso, para extraer un barril de petróleo, y que unos señores más o menos ociosos, que no conocen un pozo petrolero ni un alicate, lo trafiquen, lo cobren, lo comisionen, y se lo repartan?
El imperialismo petrolero en eso de saquear naciones con anestesia y bozalear bocones con tajadas y limosnas, es insuperable.
Como testigo de la acción de las transnacionales en Venezuela, puedo afirmar que la industria nacionalizada, y la burocracia oleodependiente, heredaron muchas malas mañas de sus predecesores gringos, ingleses y holandeses.
Una de esas destrezas es la de repartir whisky, champagne, algas y dólares.
Instaurar un premio literario para honrar la memoria del célebre escritor venezolano Rómulo Gallegos, parece a simple vista un hecho aceptable, justo.
En realidad la figura cimera del autor de Doña Barbará merece no un premio con su nombre, sino que todo el país de generación en generación lo conozca y aprecie.
Por eso nos extraña que un homenaje al maestro Gallegos no conlleve en sí mismo la convocatoria de todo el sistema educativo a rememorar su obra, revisar su vida, emular su ejemplo.
Tal como existe este "premio" petrolero, podemos atrevernos a afirmar que se trata de un evento antigalleguiano.
Tengo la suerte de contar con la amistad de la familia Pocaterra Hernández de la Guajira, quienes fueron anfitriones del novelista nacional durante su aventura creadora que parió "Sobre la misma tierra".
Mi querido paisano Leoncio Pocaterra tiene en su haber una preciosa crónica sobre la visita de Gallegos, aun inédita, que ilustra con grafía traslúcida la personalidad humilde del ilustre aventurero.
El parte familiar de Leoncio -hermanito menor de la cacica Nohelí- nos muestra a un hombre sencillo, junto a su señora esposa también accesible y absolutamente desprejuiciada respecto de clases y castas.
Cuesta entonces tragar que un premio creado con el nombre de Rómulo Gallegos, se torne en –precisamente- lo contrario a los valores y personalidad del homenajeado.
No quiero meterme en el asunto del monto del premio, porque como economista entraría en túneles sinuosos que desviarían mi precaria capacidad de atención en el tema principal de esta reflexión.
Verbigracia la bendita dispersión temática de que nos acusan a los ñangaras.
Pero está claro que cien mil dólares son una bola de billete que las prioridades elementales requieren para otros menesteres.
Igual seria intrincado entrar en detalles de la personalidad del derrocado presidente, que dan al traste con las veleidades del "premio", ya que la verticalidad de principios no son ramas al alcance de toda mano, y Gallegos en eso fue radical como el que mas, al punto de renunciar a elogiosos reconocimientos, cuando estos contradecían su madera ética y política.
Pienso en los asuntos apremiantes que la población necesitada resolvería con cien mil dólares y cuestiono la actitud saudita de los jeques culturales de turno.
Dar cien mil dólares no enaltece a nuestro Rómulo Gallegos, ni lo da a conocer más en el mundo, y mucho menos entre nuestra propia gente, donde en verdad tenemos que sembrarlo, como fue su deseo y causa de vida.
Entre las elites escritoras no desperdiciarían un certamen que otorgase veinte o treinta mil dólares (maldita palabra). Sobrarían concursantes.
Y ahora sí, entro en materia.
Aunque se pueda justificar con mil argumentos la existencia de un premio con las características del que hoy cuestionamos, quedará siempre en debate su resultado en cuanto a beneficios culturales para nuestro pueblo y –en el plano de lo esotérico y truhanesco- el destino verdadero del galardón.
Aquí surge la pregunta que abre el artículo: ¿Para quién trabaja el cachicamo?
Según descubrimos por internet, después de una semana, cuatro días y dos horas de búsqueda, tras soportar costumbres de mala señal y tremendo apagón, "un total de 162 libros provenientes de 17 países participaron en el concurso, con publicaciones de Argentina (17), Bolivia (6), Chile (16), Colombia (30), Costa Rica (2), Cuba (4), Ecuador (7), El Salvador (2), España (21), Honduras (1), México (13), Panamá (1), Perú (11), Puerto Rico (5), República Dominicana (3), Uruguay (2) y Venezuela (20)".
Venezuela sólo presentó un once por ciento de las obras en lid. El libro ganador es una edición de Random House Mondadori.
Una pequeña encuesta a ciento cincuenta estudiantes del último año de secundaria en los cinco estados más poblados del país dio como resultado que el 100% desconocía el "premio", 62% no recordaban a Gallegos, y apenas 5 % afirmaron haber leído fragmentos de "Doña Bárbara".
Tan grave fue la consulta a 50 educadores en los mismos cinco estados, donde ninguno de los encuestados había leído alguna de las obras ganadoras del certamen y manifestaron ignorar la existencia del mismo.
Todos, alumnos y maestros, coincidieron en la necesidad de una mayor promoción de la obra de nuestros novelistas, poetas y escritores en general.
Veamos ahora la parte sustantiva del asunto.
El premio Rómulo Gallegos, máximo trofeo en dólares de la narrativa en esta parte doliente del mapamundi, está amarrado a la publicación previa de las obras participantes. Vale reiterar, no son creaciones vírgenes, inmaculadas, sino que han pasado por las manos -¿pragmáticas?- de una agencia literaria, un analista de ventas, y una editorial BURGUESA.
Poñoñoin……patapufete….recorcholis…vergación!
Algunas de esas obras pudieran ser encargos comerciales, plutocráticos, religiosos; claro está, con garantía refrendada de publicación y flagrantes ganancias.
En Alemania, la transnacional de las publicaciones, medios de información y demás suculentos etcéteras llamada "Bertelsmann", propietaria, entre otras nimiedades de la mayoría de las publicaciones que se cagan en la madre de Bolívar, Chávez y la Revolución, y que ni siquiera saben quien fue ese venezolano llamado Rómulo Gallegos, celebraron el veredicto.
Son detalles solo comparables con tener tipos neoliberales en el directorio del Banco Central, para que construyan el socialismo.
P.D. El libro ganador del Premio en 2015 tiene un precio internacional promedio de 30 dólares (seis mil bolívares al cambio Simadi o quince mil al Cúcuta). Las editoriales privadas que controlan el mercado mundial, seguirán con sus agentes literarios buscando libros (negocios), mientras, nuestros escritores utópicos como Gallegos, seguirán mendigando a las puertas del Perro y la Rana o Monte Avila o alguna editorial regional o a algún alcalde ignorante, para que le publiquen su obra sin derechos de autor ni estipendio que valga.
Moraleja: quien escoge entre las opciones que otro le da a escoger, es un huevón que no escoge nada.
Dedicatoria: estas reflexiones las dedico a los trabajadores petroleros, los que murieron en Amuay, en Planta Lamas, y a los que unieron su terrible suerte con el pueblo indígena de Paraute, cuando la tiranía centralista de López Contreras y las transnacionales petroleras, incendiaron un pueblo milenario para robar nuestro petróleo.
Yldefonso Finol
Guerrero Añú
Sólo la verdad histórica forma pueblos libres.