Siempre fui optimista. Creo que no existe otra forma de encarar la vida con serenidad.
Aunque no se me escapa, que en el mundo actual, sobre el optimismo pesan dos acusaciones.
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VOLUNTARISTA: es decir que en él, pesa más la voluntad del optimista, que el razonamiento y
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UTÓPICO: que sería irrealizable, en el momento en que se plantea.
Pero debo decirles, que insistiré en que mi optimismo, pertenece a una clasificación distinta es: IDEOLOGICO.
Es un optimismo, que nace de confrontar los conflictos del maldito sistema capitalista, en el que estamos inmersos, como seres vivos en sociedad, con el análisis marxista como herramienta de trabajo.
En la Venezuela de estos días, colocada en el vértice de la lucha ideológica en América Latina, contra el Imperio, por obra y arte del comandante Chávez. Se me ocurre debería verse más optimismo que pesimismo.
Sin embargo en Aporrea, territorio virtual donde muchos amigos de la Revolución vuelcan sus ideas y sentimientos, es un ejemplo en estos últimos tiempos de una corriente de pesimismo, que invade la página y la ensombrece.
¿Las razones? Varias creo, desde un gobierno que parece haber olvidado su función de marchar al socialismo, y pacta a cada instante con la burguesía ladrona. Siguiendo por la tristeza que produce la muerte de un ideal. La verdad que uno se queda vacío, el pueblo se queda vacío, la juventud se queda vacía. Hasta la economía, que dicha asociación con el capitalismo produce, se burla del pueblo trabajador.
La corrupción que rodea al gobierno, con sus burócratas vulgares que carecen de ideales, y lo que más procuran es llevarse de la Caja del Estado lo que pueden, y lo antes posible.
Es evidente al leerlos que a Valderrama y Aponte les duele la Revolución y alertan permanentemente, de que la noche, la oscuridad del retroceso ideológico, está cayendo sobre el pueblo venezolano.
La sensación de pesimismo, la da el hecho de que no ofrezcan salidas, con nombres y apellidos, por lucha directa contra estos entreguistas, sino que les exigen volver a los ideales y como les creemos que "todo está podrido en Dinamarca", allí nace el pesimismo.
Dieterich en cambio, es un autor de telenovelas lacrimosas y mentirosas.
Tremendista, nos viene asustando desde hace mucho tiempo, sin que ninguno de sus adelantos terroríficos, entre los que ocupa lugar privilegiado la Tercera Guerra Mundial, se haya cumplido.
A Dieterich no le duele la revolución, le duele el no poder participar en el festín, de los que se la apropiaron.
Y yo al contrario que Dieterich, no veo sombras. Veo el resplandor que la decisión del Comandante, de volcar a Venezuela al Socialismo, devolvió al mundo de las mayorías en América Latina.
Un verdadero despertar y cada vez que analizo las jugarretas del Imperio Capitalista a todo lo largo y ancho del Planeta, , noto que no son capaces de contrarrestar, el avance lento es verdad, pero constante de las conciencias del pueblo.
Veo que son jugadas desesperadas, que no pronostican su triunfo, sino las sucesivas derrotas, de quienes ya no tienen soluciones y solo pueden actuar en la inmediatez, urgidos por el fuego, que viene quemándoles el trasero.
Mientras tanto el desarrollo histórico en el tiempo, eso que Marx nos enseñó marcha a favor de los pueblos, continúa jugando a favor del socialismo.
Vean Ustedes: en la URSS un grupo de burócratas traicionó al Socialismo y robó al pueblo ruso, hoy transcurrido el tiempo, hacer algo parecido en Venezuela, aun dentro de un contexto histórico y político diferente, como vemos es más difícil.
Valderrama y Aponte, como todos aquellos, que somos anticapitalistas, son también hijos de ese desarrollo histórico.
Lento pero seguro avanza la conciencia de las clases subalternas, quizás muy lenta para los pesimistas, pero suficiente para un optimista como yo.