Y esa es la cuestión. Como de costumbre me encontraba en perfecto estado de relax haciendo mi cola de los martes para compra los productos de precio justo, cuando en la fila de al lado, se desarrolló una conversación entre un masca chicle escuálido sifrinoide y su amiga en torno a la inflación, las variaciones cambiarias y el valor de reposición de las mercancía.
Confieso, que de no ser por la muletilla (marico, guevon usada indistintamente por ambos personajes) el desarrollo de los temas parecía una clase magistral de economía neo liberar cuya pureza raya en la devoción al libre mercado y la explotación del hermano.
Debo confesar también, que me sorprendió la claridad conceptual y el estricto apego a las reglas del mercado neoliberal, una muestra indiscutible de lo avanzado que esta el cáncer capitalista en la estructura de pensamiento de aquellos compatriotas, que a pesar de conocer el origen de nuestra guerra económica y en algunos casos usar la franela rojas con la mirada de Chávez, por ignorancia, conducta inducida o para camuflarse ante las masa consientes, se hacen víctimas y victimarios de libre arbitrio de la oferta y la demanda, en detrimento de los más elementales precepto de solidaridad, hermandad y fraternidad, propios del socialismo bolivariano que juntos estamos construyendo.
No sé si les abra pasado a ustedes, pero en esas colas donde se adquieren los exquisitos productos desaparecidos, la motivación de muchos de los que acuden a ella, son los beneficios que van a obtener al terminar la misma. Según sea el caso y el nivel de necesidad del demandante, (mientras más desesperante sea la situación es mejor) dos harinas y un aceite apenas se le gana el 200% en la reventa, mientras que los pañales y las toallas sanitarias pasan del 400% en el mercado real. Por ejemplo, la señora X cuyo hijo tiene una discapacidad en miembros inferiores y no controla sus evacuaciones, compra los pañales desechables al precio que se le pida. ¡¡¡ Viva el capitalismo ¡¡¡ además que quien se los vende al precio del desespero de la señora, a sus juicio y entender, está haciéndole un favor.
Pero volviendo a la pareja antes nombrada, lo triste es que el sifrino exhibía una gorra que decía "solo cristo cambia" y la compañera estaba ataviado con una maxi falda de jean, lo cual sugería que era devota de alguna secta judeo cristiana. Eso me estremeció hasta los tuétanos, pues en lo poquísimo que de cristo se, este saco a los mercaderes del templo, y no los mando a bachaquear por el mundo.
Por ello el título de esta nota, quien sino usted para detener esto, y cuando digo usted digo yo también, quien sino usted para combatir esta guerra con la cual nos matan la conciencia, nos ensucian la existencia y nos descalabran el alma humana para convertirnos en animales carroñeros cuyo alimento es la necesidad y la miseria.
Quien sino usted, yo y nosotros, para decir ya basta y hacer frente al indolente traficante del hambre, quien sino nosotros, para plantarnos firme y exterminar al especulador. Viva la revolución bolivariana, la única vía para hacer humana la humanidad.