¡No me echen más cartas! Las caras de cúbito dorsal que tenían nuestros compañeros diputados en la Asamblea Nacional el día que Nicolás Maduro defendió el derecho de Venezuela a recuperar el Esequibo, es una vaina que va a pasar a la historia facial del país. ¡Qué bolas tan grandes tiene el puente de Juangriego! Qué carajo fuimos a hacer allí si ni siquiera nos íbamos a reír ni a aplaudir ni a ponernos de pie para decir, "carajo, yo también soy venezolano, y anótenme allí que yo le echo bolas". Nos fuimos a sentar allí para dar un espectáculo de tristeza marina. El compañero Edgard Zambrano se movía y se movía en esa silla que uno no sabe qué tenía, porque se resbalaba y se acomodaba otra vez, y en esa vaina se la pasó durante todo el discurso, en cambio Alfonso- Chavista- Marquina miraba atentamente para hacernos creer que estaba pensando en una vaina interesante, cuando en realidad uno sabe que ese cerebro está lleno de telarañas porque hace tiempo que no tiene una idea. El compañero bachiller Stalin González también fingía que estaba oyendo, cuando todo el mundo sabe que de Esequibo ese hombre no sabe nada. Y el exfedecamarada, José Manuel González, veía de reojo a Marquina cómo diciendo "qué carajo estamos haciendo aquí". Y un poco más atrás estaba William –Zigatoca- Dávila subiéndose y bajando los lentes como para hacernos creer que algo interesante estaba meditando. Es decir, que la volvimos a poner en pantalla y a dólar libre y por puesto.
Hay vainas en la vida tan duras, yo no sé, pero eso de no ir a la despedida de los restos simbólicos de Negro Primero cuando lo llevaban al Panteón Nacional, y aparecernos ahora como si uno fuera diputado de la Exxon Mobil, es una vaina que no hay por dónde agarrarla. Aquel presidente llamando a la unidad y a defender la patria y a recuperar el Esequibo, y aquel montón de chavistas aplaudiendo y gritando y dispuestos a tomar por asalto lo que sea, y nuestros diputados allí con esa cara tan deshonesta, tan antipatria, tan pitiyankis, que solo faltaba sacar una banderita de Estados Unidos y levantarla allí. Coño, es verdad que uno está casado con el gobierno de Obama, pero tampoco la vaina es para darlo a entender de esa manera, tan María Corina Machado en el Salón Oval.
El papá de Margot estaba viendo a Maduro por televisión y cuando la cámara mostró a los compañeros con esa cara de cómo no viniste anoche, el hombre dijo: "Qué pena, Dios mío". Después abrió un periódico y vio una foto donde Embajada Radonski está picando una torta con un mapa de Venezuela sin Esequibo y dijo. "Este tampoco sabe dónde queda el Esequibo". Y se paró y fue al cuarto y le metió un coñazo a la puerta tan duro, que un vecino le gritó: "Vete a reclamar el Esequibo, gran carajo".
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El mundo es y será un porquería- me canta Margot