La ignorancia de la Sociedad del Conocimiento
Según el sugerente libro: La Sociedad de la Ignorancia (2009) de Brey, Innerarity y Mayos, vivimos, gracias a la tecnología, en una Sociedad de la Información, pero no nos encaminamos hacia una Sociedad del Conocimiento sino todo lo contrario. Las mismas tecnologías que hoy articulan nuestro mundo y permiten acumular saber, nos están convirtiendo en individuos cada vez más ignorantes e incultos. Para estos autores los elementos más característicos de esta sociedad de la Ignorancia serian:
-La infoxicación: supone una "intoxicación" por exceso de información, que dificulta la discriminación entre lo importante y lo superfluo. Asociada al desánimo, la impotencia y la carencia de capacidad crítica, la infoxicación promueve la aceptación sumisa de "visiones tópicas prefabricadas"
-Los saberes parciales alejados de una "sabiduría integral" que colabore a reflexionar sobre nosotros, los otros y el mundo (de manera sinérgica).
-La figura del especialista: alude a aquel individuo abocado únicamente a su disciplina, encerrado/clausurado en su comunidad de pares ("comunitarismo autista"), subordinado por entero al aparato productivo, preocupado por su capital simbólico y desinteresado de los saberes ajenos a su campo de práctica, reacio a la divulgación de conocimientos válidos para la construcción de una ciudadanía crítica, comprometida y movilizada.
-La mercantilización del conocimiento, enemiga del conocimiento "improductivo" y subordinada a los intereses y vaivenes del mercado.
-La formación permanente con fines netamente laborales, rayana con el gatopardismo y escindida de las múltiples dimensiones del saber.
-La negación del "no-saber" y su peligrosa reducción/simplificación al mero error o imperfección. Daniel Innerarity, recuperando a los autores Wolfgang Bonss y Peter Wehling, comenta al respecto: "…resulta necesario desarrollar una cultura reflexiva de la inseguridad, que no perciba el no-saber cómo un ámbito exterior de lo todavía no investigado (…) sino como algo constitutivo del saber y de la ciencia. Lo que no se sabe, el saber inseguro, lo meramente verosímil, las formas de saber no científico y la ignorancia no han de considerarse como fenómenos imperfectos sino como recursos.
-La cultura del consumo y el espectáculo, acólita de una sobreexposición donde es menos importante el ser que el parecer. Dicha cultura está anclada en lo superfluo y promueve la aceptación beneplácita de la ignorancia como un valor social positivo, lindante con lo simpático y glamoroso.
-El tiempo moderno, amigo de la inmediatez, la aceleración, y del tiempo como recurso económico.
-La pérdida de participación ciudadana y el repliegue de la esfera de lo público (agorafobia) frente al recogimiento en el ámbito privado.
Estamos ante una sociedad que paradójicamente manifiesta una inclinación colectiva creciente hacia lo pragmático y un desinterés por el conocimiento como fin en sí mismo. A diferencia de la visión adversa al intelectual, como pedante. La ignorancia ha ido perdiendo sus connotaciones negativas hasta el punto de llegar a prestigiarse. Se ha disipado el pudor a mostrar en público la propia ignorancia, e incluso con frecuencia se exhibe con orgullo, como un aditivo más de una personalidad apta para gozar al máximo del hedonismo y la inmediatez que proporciona un consumismo desenfrenado. Ser ignorante no es incompatible, ni mucho menos, con tener dinero o glamour. Más bien al contrario, nos puede proporcionar una pátina de simpatía altamente empática a ojos de los demás.
5-La Sociedad del Espectáculo
Así como para Baudrillard la sociedad de consumo no es un idealismo y está determinada por la producción, para Guy Debord el espectáculo, entendido en su totalidad, es a la vez el proyecto y el resultado del modo de producción existente. No es un suplemento del mundo real, una decoración sobreañadida. Es el núcleo del irrealismo en la sociedad real.(…) La filosofía, en tanto que poder del pensamiento separado, y pensamiento del poder separado, no ha podido jamás por sí misma superar la teología. El espectáculo es la reconstrucción material de la ilusión religiosa. El espectáculo en la sociedad corresponde a una fabricación concreta de la alienación. La expansión económica es principalmente la expansión de esta producción industrial precisa. Lo que crece con la economía que se mueve por sí misma no puede ser más que la alienación que se encontraba justamente en su centro original. El espectáculo es el momento en el cual la mercancía ha llegado a la ocupación total de la vida social. En cuanto a la base ideológica de la sociedad del espectáculo Guy Debord señala:
El conjunto de los conocimientos que continúa desarrollándose actualmente como pensamiento del espectáculo debe justificar una sociedad sin justificaciones, y constituirse en ciencia general de la falsa conciencia. Este pensamiento está enteramente condicionado por el hecho que no puede ni quiere pensar su propia base material en el sistema espectacular (…). El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone y manifiesta en su plenitud la esencia de todo sistema ideológico: el empobrecimiento, el sojuzgamiento y la negación de la vida real.
A diferencia de Vargas Llosa, que aunque critica la sociedad de espectáculo no ataca el fondo de la misma, que no es otro que el modelo capitalista, Debord propone como debe ser combatida y destruida esta sociedad:
Para destruir efectivamente la sociedad del espectáculo son necesarios hombres que pongan en acción una fuerza práctica. La teoría crítica del espectáculo no es verdadera más que unificándose con la corriente práctica de la negación en la sociedad, y esta negación, la reanudación de la lucha de clases revolucionaria, llegará a ser consciente de sí misma desarrollando la crítica del espectáculo, que es la teoría de sus condiciones reales, de las condiciones prácticas de la opresión actual, y devela inversamente el secreto de lo que ella puede ser.(…). Es sólo esta crítica teórica unificada que va al encuentro de la práctica social unificada.
6-La Era del Vacio y La Sociedad Liquidad
En La Era del Vacio Gilles Lipovetsky se plantea la conmoción de la sociedad, de las costumbres, del individuo contemporáneo de la era del consumo masificado, privatización ampliada, erosión de las identidades sociales, abandono ideológico y político, desestabilización acelerada de las personalidades la emergencia de un modo de socialización y una nueva fase en la historia del individualismo occidental, vivimos una segunda revolución individualista, llamamos aquí el proceso de personalización. Negativamente, el proceso de personalización remite a la fractura de la socialización disciplinaria; positivamente, corresponde a la elaboración de una sociedad flexible basada en la información y en la estimulación de las necesidades, el sexo y la asunción de los «factores humanos», en el culto a lo natural, a la cordialidad y al sentido del humor. Según este autor, la lógica de la vida política, productiva, moral, escolar, asilar, consistía en sumergir al individuo en reglas uniformes, eliminar en lo posible las formas de preferencias y expresiones singulares, ahogar las particularidades idiosincrásicas en una ley homogénea y universal, ya sea la «voluntad general», las convenciones sociales, el imperativo moral, las reglas fijas y estandarizadas, la sumisión y abnegación
Lipovetsky está igualmente consciente que este proceso de individualización, está determinado por la sociedad del consumo: Hasta fecha reciente la libertad individual estaba ceñida a lo económico y lo político ahora se extiende a lo cultural: pero es la transformación de los estilos de vida unida a la revolución del consumo lo que ha permitido ese desarrollo de los derechos y deseos del individuo, esa mutación en el orden de los valores individualistas. Salto adelante de la lógica individualista: el derecho a la libertad, en teoría ilimitado pero hasta entonces circunscrito a lo económico, a lo político, al saber, se instala en las costumbres y en lo cotidiano. En cuanto a lo político afirma que:
…ya ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las masas, la sociedad posmoderna no tiene ni ídolo ni tabú, ni tan sólo imagen gloriosa de sí misma, ningún proyecto histórico movilizador, estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no comporta, sin embargo, ni tragedia ni apocalipsis. La edad moderna estaba obsesionada por la producción y la revolución, la edad posmoderna lo está por la información y la expresión. Nos expresamos, se dice, en el trabajo, por los «contactos», el deporte, el ocio, de tal modo que pronto no habrá ni una sola actividad que no esté marcada con la etiqueta «cultural».
En este mismo orden de ideas, Zygmunt Bauman se refiere a la Sociedad Liquidad, para ese autor las sociedades modernas a igual que los fluidos no conservan una forma durante mucho tiempo y están constantemente dispuestos a cambiar:
Estas razones justifican que consideremos que la "fluidez" o la "liquidez" son metáforas adecuadas para aprehender la naturaleza de la fase actual –en muchos sentidos nueva– de la historia de la modernidad. Los sólidos que han sido sometidos a la disolución, y que se están derritiendo en este momento, el momento de la modernidad fluida, son los vínculos entre las elecciones individuales y los proyectos y las acciones. El poder de licuefacción se ha desplazado del "sistema" a la "sociedad", de la "política" a las "políticas de vida"… o ha descendido del "macronivel" al "micronivel" de la cohabitación social. Como resultado, la nuestra es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente sobre los hombros del individuo.