"... trescientos años de calma, ¿no bastan?"
Simón Bolívar. 3 de Julio de 1811
¿Hacia dónde apunta nuestro proceso de cambio y justicia social? Debemos seguir minuciosamente los rumbos de la Revolución Bolivariana cuando se observa una fuerte conducta asistencialista que supera abiertamente la cultura del trabajo, cuando tratamos de transitar hacia formas superiores de organización que superan al capitalismo y aquí precisamente, el momento de reflexión profunda en que podemos "detenernos para avanzar" con los obreros, con la clase obrera como transformadora de la realidad que vivimos, una realidad donde lo material impone la cultura clientelar convirtiendo el voto en una mercancía, llámese nevera, vivienda, cocina, cargos; referencia como cuota electoralista que disfraza el oportunismos, el reformismo con lo revolucionario.
La clase obrera se ha visto sumida en este escenario bajo las orientaciones interesadas de manera particular por una dirigencia sindical marcada sustancialmente por la carguitis, el clientelismo como vía para sostenerse en los puestos de "dirección" e impregnadas por la falta de estudio de la realidad concreta con nefastos resultados para los obreros en su conjunto. Pero si la dirigencia sindical adopta esta actitud, es porque su dirección política está impregnada de esta conducta para mantener privilegios y escondida en un discurso retórico y con ello desprestigiando la clase trabajadora tildándola de floja e ineficiente y con ello mantener el poder económico que no ha sido tocado, ni pellizcado siquiera, manteniendo su estatus y todo aquel que se atreva a hacer una observación llena de verdades, lo tildan de contrarrevolucionario, antichavista.
Esto tiene su límite, pues la honestidad, la transparencia, el conocimiento científico, la voluntad política desprendida, se va haciendo paso y levantando la moral de un pueblo que señala de nuevo, que la esperanza debe volver a la calle y esta vez con la clase obrera, acompañándola en un escenario que demanda que produzcamos lo que consumimos y allí, donde se refunda la clase obrera del campo y la ciudad; una clase obrera combativa, que desarrolle todo su potencial, su fuerza transformadora y dirija el proceso agroindustrial desde los llanos, corazón de nuestra historia independentista. Echar abajo toda una burocracia que se viene formando a la sombra del rentismo petrolero y quienes lo alimentan, escondiendo su enriquecimiento, que obtienen de la renta del petróleo. Una burocracia que no rinde cuenta, no le importa los intereses dela Patria.
El Central Santa Elena y su situación caótica, es como su gerencia caótica y contrarrevolucionaria en la práctica social.
La movilización de la clase obrera es fundamental y su dinamismo rojo rojito debe volver a impregnarla para darle un nuevo impulso y respuesta como lo hizo ante el saboteo petrolero de 2002-2003 ante los "meritocráticos" de la cuarta república; que hoy con desfachatez, se burlan del pensamiento bolivariano, tratando de desmoralizar a nuestro pueblo.
…"El cielo está encapotado, nadie lo puede negar, y por lo tanto amenaza tempestad revolucionaria!!!
…"El socialismo es un proceso donde se mezclan viejas ideas, viejas categorías, viejos valores y viejos culturas con nuevas ideas, nuevas categorías y nuevos valores". Alí Rodríguez Araque, citanto a Carlos Marx en su libro "Antes de que se me olvide."