No albergamos duda alguna sobre la legalidad, la justicia y la conveniencia del cierre de la frontera con Colombia, por parte del Estado venezolano. Tampoco dudamos de la inexistencia de actos violatorios contra los DDHH en la frontera… así no actúa nuestro gobierno.
Ahora, donde no nos cabe una duda más es en el beneficio político que estaría asociado a dicha acción. Dijimos que el 40% de lo que se producía y se importaba en el país se iba hacia Colombia. Eso para cualquier ciudadano significa que al disponer de ese porcentaje de productos sólo para consumo interno, la escasez disminuiría y las colas en los supermercados tenderían a desaparecer paulatinamente.
¿Cuál es la realidad, hasta ahora? Con la excepción de la gasolina (que ya es bastante) los productos siguen sin aparecer y las colas, parecieran ser más largas.
No son pocos los que se opusieron al cierre. No porque amen a los hermanos colombianos o porque crean en la integración y solidaridad de nuestros pueblos. Para los escuálidos eso es basura.
Se oponen porque creyeron, que el cierre realmente resolvería los problemas ya mencionados, hecho que de ninguna manera puede resultar de su gusto, pues la problemática es su principal bandera electoral.
¨Sí, tenemos patria, pero no hay nada que comer¨ ¨Sí, tenemos patria, pero un kilo de carne cuesta 1000 bolívares¨ Con ese tipo de mensaje tenían planificado demoler al chavismo en las próximas elecciones parlamentarias. Temblaron cuando se anunció el cierre de la frontera y los beneficios que de ella se esperaba… se les iba de la mano el control con el cual mantenían al pueblo molesto.
Parecieran bendecidos por la providencia… Algo no ha salido bien.
Horas y horas de televisión argumentando el porqué era necesario el cierre de la frontera (alta política de Estado, diría mi tía abuela Auxiliadora) pero ¿y el pueblo qué?
Las colas está allí, la escasez está allí y la arrechera está allí. Las cosas pueden resultar peor de lo que estaban, pues esperanzamos al pueblo y lo decepcionamos tan rápido como fue posible.
Creemos que aún hay tiempo, pero es necesario endurecer las acciones contra los bachaqueros. Sólo así aparecerán los productos, desaparecerán las colas, se reducirá la especulación y ojalá Dios quiera aparezcan los votos.