Decidí titular este artículo de esta manera, tomando este fragmento de la hermosa canción de Silvio Rodríguez "Cita con Ángeles", para hacer algunas reflexiones sobre la crisis que como pueblo y sociedad estamos afrontando.
Dentro de sesenta y ocho días (68) nuestro pueblo, el pueblo venezolano no irá a unos meros comicios para la renovación de unas bancadas a nuestro parlamento. El 6 de diciembre de 2015, Venezuela tendrá una cita con la historia nuevamente, y vamos a esa cita, y nos pararemos en esa encrucijada de caminos en un contexto verdaderamente duro y complejo. Esbozar con claridad meridiana como otros años el resultado definitivo de esa contienda no luce nada fácil, puesto que la incertidumbre es el elemento que priva en estos momentos en la sociedad toda.
Las contradicciones se profundizan y se profundizarán de manera importante, sin embargo, sin renunciar a la vehemencia, a la irreverencia en la discusión, creo que el momento invita a tener altura política para dirimir nuestras diferencias. Unión, Unión, Unión; Organización, Organización, Organización; paciencia, paciencia; trabajo y más trabajo para seguir teniendo Patria Socialista y defender el legado de Hugo Chávez.
Sin duda hay que ser críticos, y no es menos cierto que a lo interno de nuestro proceso revolucionario sabemos y tenemos una inmensa cantidad de infiltrados que nos hacen muchísimo daño. ¿Quién puede dudarlo? Pero también en esta hora harto compleja y difícil que vive la Patria, debemos tener una visión un poco más larga para poder comprender los procesos, para ser leales en la acción. De sabernos ubicar en el contexto por el que nos estamos manejando, de las aguas turbulentas, de la crisis estructural del capital, que entre sus múltiples expresiones, se ha traducido en una merma significativa de los precios del petróleo, de un bloqueo que aunque no declarado si es aplicado a la economía venezolana, despilfarro de recursos del Estado, la corrupción, pero temas que merecerían un aparte separado que tal vez formulemos en otros artículos.
Hay gente que puede subestimar estas aseveraciones, pero me parece que es importante recordar que en el supuesto negado, pero supuesto al fin, la Revolución fuese entregada, traicionada o derrotada por la derecha maltrecha, fascista, retrógrada y extremadamente violenta. La misma que "descargó su arrechera" en el año 2013, donde asesinó a 11 personas, dos de ellas infantes; y en el año 2014, con el saldo fatal de 43 personas asesinadas, cerca de 800 heridas y con discapacidades permanentes en la mayoría de los casos, y un poco más de 20 mil millones de dólares en pérdidas, pues a todos los que abrazamos la causa de Chávez, no importando la corriente que abracemos, nos van a perseguir y a cazar como conejos.
Por un lado, no podemos negar el ataque inmisericorde, bestial e implacable de politiqueros que disfrazados de empresarios, pretenden rendir a nuestro pueblo de hambre, de no acceder a los bienes y servicios más elementales y necesarios para su subsistencia. Que pretenden irritarnos, que nos molestemos, que nos arrechemos, esta realidad es inobjetable e inocultable y nuestro pueblo debe también comprenderlo y entender que la "Guerra Económica", la misma que aplicaron hace 42 años en la Chile de Allende no es parte de una leyenda urbana que nos contaron por ahí. Esta existe, es real, y nos está afectando a todos por igual.
No es menos cierto que no menos del 90% del empresariado, de los comerciantes, de los que manejan bienes y servicios están actuando en estos momentos como los propios mercenarios, como los propios soldados en esta Guerra Económica, negarlo sería necio y es lo que verdaderamente estos enemigos buscan.
En segundo término, realmente debemos hacer un profundo acto de contricción, de necesaria crítica y autocrítica, debemos abofetearnos y fustigarnos. Lamentablemente, la respuesta de nuestras instituciones, salvo honrosas excepciones que siempre habrá, no está siendo lo oportuna ni efectiva que esperamos. Esto era parte del pregón que siempre tuvo Hugo Chávez con ministros y ministras, presidentes y presidentas de institutos públicos, gobernadores y gobernadoras, diputados y diputadas de la Asamblea Nacional y Consejos Legislativos estadales; a concejales y concejalas de Cámaras Municipales y Cabildos Metropolitanos, en fin, para aquellos que se dicen ser funcionarios públicos y funcionarias públicas. Las demandas sociales son crecientes, pero nos debemos todos y todas los que de alguna u otra manera estamos en funciones públicas a un pueblo, así nos lo enseñó y dijo innumerables oportunidades el Gigante Chávez. Urge que realmente se imponga la cultura del servidor público y la servidora pública, aunque sabemos que ese chip no será de la noche a la mañana, y tendremos que pasar por algunos cambios generacionales para ver cristalizada esta realidad.
Y la tercera, y creo que es la más importante, la que motivó realmente el título de este artículo, y que ha sido muy poco tratada en programas de opinión, no sólo de las cadenas privadas de comunicación, sino también de aquellas que forman parte del Sistema Bolivariano de Comunicación e Información (SIBCI). Y es el tema que en este difícil momento que atraviesa la República, que atraviesa nuestra Nación, la Patria de Bolívar y Chávez, ha aflorado lo peor del ser humano, sea este hombre o mujer: El egoísmo, la filosofía del "pájaro bravo", del "rolo e vivo" se han venido imponiendo y re naturalizándose en el cuerpo y en el alma de nuestra sociedad.
Sin duda, el Gobierno de Nicolás Maduro, los empresarios y la derecha fascista y violenta de nuestra sociedad tienen su cuota de responsabilidad en esta difícil coyuntura, pero no son los únicos. Asumamos también como pueblo nuestra cuota de responsabilidad, que antes que organizarnos, que practicar los valores de la solidaridad, la hermandad, la equidad, la empatía, preferimos ser "más vivos" o "vivas" que los y las demás". Es más fácil recostarse del que trabaja, del que madruga, y aprovecharse de ese esfuerzo que nada me cuesta, antes que el Bien Común entre todas y todos prive. Claro, sin duda el sistema capitalista nos enseño a ser fundamentalmente individualistas, que hay que colearse, que hay que buscar "un contacto", que hay que ser deshonesto, tramposo, irrespetuoso, y peor aún, que lo veamos como algo natural de la especie humana. Chávez siempre luchó contra eso, y siempre trató de inculcarnos y recalcarnos el tema de los valores. No es que este tipo de cosas no ocurriesen durante el tiempo que estuvo con nosotros, pero en este momento de dificultades, este tipo de prácticas que conspiran en contra de nosotros mismos, se hace sin ningún tipo de recato ni disimulo, y esto debemos combatirlo con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma.
¿Somos chavistas y revolucionarios de verdad verdad o esto sólo fue una farsa? ¿Somos chavistas de verdad verdad o solo mientras el Gobierno me dé? ¿Somos chavistas solo cuando estamos en época de "vacas gordas"? ¿Y cuando llega la época de las "vacas flacas" solo nos limitamos a quejarnos sin presentar alternativas de soluciones a nuestros problemas? ¿Dónde quedo la corresponsabilidad de la que tanto nos habló Chávez? Son algunas de las interrogantes que me han surgido en estos días de retiro voluntario, aunque me dejo algunas reflexiones que me permito en estos momentos compartir.
Lo que si veo, y me disculpan que lo señale, es que todos debemos hacer nuestra parte, los empresarios honestos impulsando y motorizando el desarrollo de las fuerzas productivas para la satisfacción de las necesidades de nuestro pueblo, independientemente del signo ideológico de los que habitamos en esta tierra de gracia. El Gobierno y el Estado como un todo, definiendo las reglas del juego de la convivencia democrática y paz ciudadana, castigando duramente el delito y la trampa, la "mano dura y justa" y aplicando el mandar obedeciendo a nuestro pueblo, como lo establece el artículo 5 de nuestro texto constitucional, nuestras instituciones, nuestros servidores públicos y servidoras públicas deben acompañar al pueblo y resolver sus necesidades, a tratarlo con amor y comprensión, a dejar el arrisbismo y el engreimiento; y el pueblo profundizando en sus formas de organización para ejercer su protagonismo, pero a la vez desterrando las miserias humanas y las prácticas que contribuyen a perjudicarse a sí mismo. Tarea nada sencilla, pero que hay que librar todos los días para poder garantizar, desde mi punto de vista, un mínimo de convivencia en nuestro país, sino, iremos irremediablemente al caos y estaremos bien re jodidos, me disculpan la grosería.
Lo reitero, y me disculpan la crudeza, pareciera que nunca entendimos las lecciones del gigante Chávez del amor, la solidaridad, la empatía, la consideración, el respeto, la conciencia del deber social.
Asumo totalmente la responsabilidad de lo expresado y señalado en estas líneas, creo con mucha modestia, pero a la vez con firmeza, que sólo podemos algunos tratar de orientar en medio de este complejo escenario que hoy tenemos, sin considerarnos una "casta de iluminados".
Aunque sea difícil la coyuntura, para los que tenemos alguna responsabilidad de generar opinión pública, debe privar la ponderación, la sensatez, la "cabeza fría" pero con los "puños bien calientes".
Todo lo que va a ocurrir debajo del sol tiene su hora, señala el libro del Eclesiastés", calma, cordura, serenidad, y a colocarse los pantalones largos. Estamos haciendo grandes cosas para que por culpa de las miserias humanas echemos todo este esfuerzo al cesto de la basura así no más. Todos a trabajar por el bien inestimable de la Unión, como lo señaló Simón Bolívar.