La derecha no descansa. Los estrategas del imperio llevan centurias de experiencia en la planificación del ejercicio de la hegemonía. La guerra simbólica está desplegada por todos los espacios del entretenimiento y de la culturización lúdica. Lo banal se impone sobre lo esencial, que “es invisible ante los ojos”, tal como lo dice Antoine de Saint-Exupéry en El Principito. Así han convencido al proletariado mundial de que deben estar contentos con su explotación.
Es una realidad que se aplica con mayor énfasis en la medida que los dominadores capitalistas sienten en peligro su poder o se les cuestiona radicalmente, desmantelando con políticas sociales su poderío al frente de los Estados. Eso es lo que está ocurriendo con la Venezuela revolucionaria, Bolivariana y Chavista que ha ido construyendo su hegemonía postcapitalista, antiimperialista y socialista, a partir de la irrupción del liderazgo consecuente de Hugo Chávez Frías en 1992 y hasta nuestros días.
El reciente revés político contra el Gobierno de la Revolución Bolivariana y Chavista, presidido por nuestro camarada Nicolás Maduro, es producto, sobre todo de la estrategia de la derecha internacional administrada desde el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA, desde los Estados Unidos. Esa derecha que ha estudiado y sabido manipular nuestras contradicciones, la ineficiencia, el burocratismo y la corrupción en altas esferas del Gobierno, ha conseguido permear nuestro proyecto revolucionario y apunta a la consumación del Golpe de Estado que adelantan como “blando” pero que desplegará su dureza, violencia y cruencia al momento cuando quieran dar el zarpazo final.
La derrota electoral del pasado 6 de diciembre en la disputa parlamentaria, fue fríamente planificada y aplicada, mientras desde el campo revolucionario de gobierno hacíamos una campaña frívola, alimentada por elementos propios a la banalidad mediática con la que siempre se nos pretende mantener ideológicamente sometidos al pensamiento dominante, en vez de plenar de comunas y de pensamiento comunal y socialista todos los espacios de combate.
Hoy pesa, sobre los próximos años de Gobierno Bolivariano y Chavista, una Asamblea controlada en sus dos terceras partes, por el capital, por el neoliberalismo, por el imperialismo y la derecha política internacional, que es una con la de sus lacayos en Venezuela.
Dos semanas de fiestas y de embriaguez no deberían llevarnos a olvidar que está en peligro nuestro proyecto de independencia definitiva y de Patria socialista. La Revisión, Rectificación y Reimpulso, no puede ni debe entrar en receso. Feliz año, sí, pero que el Golpe no nos agarre aturdidos y embriagados.
